miércoles, 20 de abril de 2016

La diáspora de PDVSA sufre en carne propia el colapso del petróleo. //Por Chester Dawson y Kejal Vyas encontrado en el WSJ

La diáspora de PDVSA sufre en carne propia el colapso del petróleo

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Humberto Romero, un ingeniero en petróleo, llegó en 2005 a Alberta, Canadá, con su familia. Lleva un año sin empleo.


Humberto Romero, un ingeniero en petróleo, llegó en 2005 a Alberta, Canadá, con su familia. Lleva un año sin empleo. PHOTO: CHRIS BOLIN PARA THE WALL STREET JOURNAL


Por Chester Dawson y Kejal Vyas

miércoles, 20 de abril de 2016 16:44 EDT

Cuando emigró de Venezuela a Canadá en 2005, el ingeniero de petróleos Humberto Romero recibió tres ofertas de trabajo un mes después de completar un programa de orientación ofrecido por una iglesia.

Sin embargo, desde que fue despedido en abril de 2015, no ha podido encontrar un nuevo empleo en Canadá y dice que no puede regresar a Venezuela debido a la crisis económica y política del país.

“Pensé que encontraría trabajo en tres meses, pero han pasado nueve meses y apenas he tenido un par de entrevistas”, dijo Romero, de 52 años, casado y con dos hijos adolescentes. Fue despedido de Husky Energy Inc. luego de trabajar una década con la empresa de Calgary. “La competencia es realmente intensa por los pocos empleos disponibles”, señaló.

En medio de los recortes más profundos en dos décadas en la industria de petróleo y gas, algunos trabajadores que siguieron el auge energético de la última década en busca de mejores oportunidades están ahora desempleados y lejos de sus países de origen. El colapso del precio del crudo ha generado más de 300.000 despidos en todo el mundo, según Graves & Co., una consultora de Houston.

Pocos países han producido probablemente tantos profesionales del sector en busca de empleos en el exterior como Venezuela, y ahora muchos de estos expatriados han quedado atrapados entre la desocupación en el extranjero y el caos económico en su tierra natal.


 


Miles de trabajadores petroleros, muchos de los cuales se formaron en la estatal Petróleos de Venezuela, S.A., o PDVSA., se fueron del país luego de una huelga que entre 2002 y 2003 tuvo como propósito derrocar al entonces presidente Hugo Chávez. El líder izquierdista despidió de un plumazo a 19.000 empleados que habían apoyado su destitución, casi la mitad de la fuerza laboral de la compañía en ese momento.

Gente del Petróleo, un grupo formado por ex empleados de PDVSA y con sede en Caracas, calcula que tres de cada cuatro de esos trabajadores despedidos, que eran principalmente ingenieros y gerentes de nivel medio, encontraron trabajos en México, Argentina, Colombia y Medio Oriente, además de Estados Unidos y Canadá. Desde entonces, miles más se han sumado, incluyendo mecánicos y técnicos con más de dos décadas de experiencia, dijo el líder sindical venezolano Iván Freites.

La provincia occidental canadiense de Alberta, que enfrentaba una escasez crónica de trabajadores calificados durante una década de auge de inversión en sus arenas bituminosas, resultó un gran atractivo para los profesionales venezolanos. Su experiencia con el crudo pesado que se produce en la faja del Orinoco, parecido al petróleo extrapesado de las arenas bituminosas, los convirtió en un talento altamente buscado por los productores canadienses.

Venezuela se convirtió en una de las 10 principales fuentes de inmigrantes en Alberta a mediados de la década de 2000, cuando aceptaba cientos de familias al año, según datos laborales de la provincia.

La repatriación no es una opción. La economía venezolana está postrada, los empleos son escasos y el temor a la represión política es generalizado. El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía, cuyas exportaciones dependen casi totalmente del petróleo, se contraerá 8% este año, luego de una contracción de 5,7% en 2015.

Más de un centenar de profesionales dejan la industria al mes a medida que la crisis económica se agrava, calcula Freites.

Francia Galea, una ex ingeniera de Intevep, el otrora prestigioso brazo de investigación de PDVSA, ha trabajado en Kuwait durante los últimos cuatro años y no tiene intenciones de regresar. En lugar de eso, esta profesional de 64 años planea mudarse a EE.UU., donde solicitará asilo político.

 Humberto Romero, con su esposa, Mariela Palmer, y su hija de 17 años, Daniela, en su casa de Calgary.


Humberto Romero, con su esposa, Mariela Palmer, y su hija de 17 años, Daniela, en su casa de Calgary. PHOTO: CHRIS BOLIN PARA THE WALL STREET JOURNAL

“¿Qué voy a hacer a Venezuela? No hay trabajo, no hay medicinas, la delincuencia es alta”, dijo. “Es casi un estatus de refugiados en el que estamos”.

La propagación de trabajadores venezolanos exiliados por todo el mundo refleja la globalización de la industria petrolera.


“La petrolera es probablemente la industria más móvil” para trabajadores, especialmente para quienes son especialistas en aguas profundas o extracciones poco convencionales, señaló Neil Gascoigne, un gerente global de Hays Specialist Recruitment LLC en Houston. “Hay abundantes oportunidades para ejercer esa profesión alrededor del mundo”.


Los profesionales del sector energético estaban en alta demanda —particularmente en centros de producción de energía emergentes como Canadá y EE.UU. — antes de que los precios del crudo empezaran un declive precipitado a mediados de 2014.


Desde entonces, los empleos para expatriados se han “casi cerrado a sólo aquellos que trabajan en los roles más centrales”, dijo Peter Clarke, jefe de la práctica de movilidad global de PricewaterhouseCoopers LLP en Nueva York. “Algunas de estas personas han pasado a ser nómadas” en busca de empleo, agregó.


En la región petrolera de la costa occidental de Noruega, muchos trabajadores de Europa del Este han quedado desempleados a medida que la actividad se desacelera con rapidez. Durante los años del auge de la inversión petrolera hasta 2014, muchos de ellos, notablemente de Polonia y los países bálticos, se sintieron atraídos al área.

Muchos miembros de la comunidad venezolana en Calgary dicen que ellos y sus familias han echado raíces y están tratando de quedarse en Canadá, aunque los empleos petroleros son escasos.

Gerson Charmell, un experto en cadena de suministro de 52 años con una maestría en administración de empresas, quien emigró con su familia en 2006, fue despedido en febrero de 2015 de la filial canadiense de ConocoPhillips. El venezolano ha tenido problemas desde entonces para encontrar trabajo y pagar las cuentas. Sus dos hijos, uno de los cuales le dio el año pasado su primer nieto, un ciudadano canadiense, se educaron en Alberta y no trabajan en el sector de hidrocarburos. “Estoy achicando mi casa para intentar quedarme en Canadá”, afirmó Charmell.

La Asociación Venezolana Canadiense de Calgary, un grupo sin fines de lucro establecido en 2000 con el propósito original de recaudar fondos para las víctimas de una inundación devastadora, empezó hace poco a dictar seminarios de preparación de currículums para ayudar a los desocupados a encontrar trabajo.


Lorenzo Hernández, un veterano de PDVSA, quien emigró a Canadá en 2004 y perdió en agosto su puesto en la filial canadiense de Royal Dutch Shell, ahora trabaja como voluntario con grupos de expatriados. “Lo bueno de haber sido despedido es que me ha dado una oportunidad de proveer apoyo adicional a la comunidad”, dijo.

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