EEUU
ya está en recesión, solo que se dará a conocer en 3 meses (a pesar de las cifras de pleno empleo)
Crece
el riesgo de que los mercados desaten una recesión en EE.UU.
http://lat.wsj.com/articles/SB10534371514278233437404581541293010712676?tesla=y
Janet
Yellen,presidenta de la Reserva Federal de EE.UU. PHOTO: ANDREW HARRER/BLOOMBERG NEWS
Por
GREG IP
lunes,
15 de febrero de 2016
0:04 EDT
¿Se
encamina EE.UU. a una recesión? Los mercados sugieren que sí.
El Promedio Industrial Dow Jones acumula una caída de alrededor de 14,5%
desde su máximo alcanzado en mayo. Los rendimientos de los bonos de mayor
riesgo siguen aumentando y los inversionistas se han refugiado en la seguridad
de los bonos del Tesoro estadounidense, dejando sus
rendimientos por los suelos. La cotización del crudo ha rondado sus
niveles más bajos de casi 12 años y medio.
Sin embargo,
las cifras de la economía estadounidense no indican recesión. El crecimiento
del empleo en enero fue saludable y las empresas tienen problemas para cubrir
sus vacantes.
Esta
dicotomía se refleja perfectamente en dos índices elaborados por la consultora Cornerstone Macro.
Uno de ellos, que recurre a indicadores financieros como el mercado de acciones y el
rendimiento de los bonos corporativos, asigna una probabilidad de 50% a que
EE.UU. esté en recesión. El otro, que reúne cifras macroeconómicas
como la morosidad de los préstamos y los
ingresos reales, reduce esa probabilidad a 28%.
Las
predicciones de los mercados a menudo fallan, pero en algunas circunstancias
pueden ayudar a hacerlas realidad. Los puntos económicos de inflexión son
impredecibles porque no son causados solamente por factores mecánicos, como las
tasas de interés o los salarios, sino por cambios psicológicos. Los mercados
influyen en la psicología de las empresas cuando les envían la señal de si
deben invertir o contratar. El temor a una recesión puede así convertirse en
una profecía auto-cumplida.
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No es solamente
la ansiedad acerca del crecimiento y los precios del petróleo lo que afecta la psicología de los inversionistas,
sino también la política económica. ¿Seguirá
la Reserva Federal subiendo las tasas de interés? ¿Volverá China a devaluar el
yuan? ¿Abandonará Gran Bretaña la Unión Europea? ¿Elegirán los estadounidenses
a un presidente populista que intente cambiar el orden económico? La
incertidumbre política ha generado una “prima de riesgo” que disminuye lo que
los inversionistas están dispuestos a pagar por acciones y bonos.
Sin duda, la
economía muestra grietas. El sector manufacturero de EE.UU. estaría en recesión debido
a la caída de las exportaciones y las drásticas reducciones de pedidos de
equipos de energía. Jason Thomas, de la firma de private equity
Carlyle Group, dice que si bien la inversión en equipos
de negocios representó apenas 6% del Producto Interno Bruto en 2008,
contribuyó casi 50% a la caída del PIB en 2009. Esto influye en el ciclo
económico porque las empresas pueden cancelar o postergar fácilmente esas
compras. Por otra parte, las compras de casas y automóviles por parte de los
consumidores son igualmente discrecionales y se mantienen relativamente
robustas.
Hasta ahora,
EE.UU. se ha mantenido firme. Entre diciembre y enero hubo un aumento de
151.000 empleos y debido a que el trabajador promedio trabajó más tiempo, el
total de horas trabajadas creció a su ritmo más acelerado desde julio. Las
nuevas solicitudes de seguro de desempleo, después de aumentar durante enero,
cayeron bruscamente la semana pasada.
Por cierto,
las turbulencias del mercado pueden mermar el crecimiento económico al
empobrecer a las familias y privar del crédito a las compañías. El informe
bianual de política monetaria de la Reserva Federal, publicado el miércoles
pasado, no muestra evidencia de la clase de crisis que le cierra el acceso al
crédito a las empresas: los mercados de financiación a corto plazo funcionan
con normalidad. Y para la mayoría de las familias, la pérdida de riqueza en la
bolsa es menos importante que el aumento del año pasado en los precios de las
viviendas.
No obstante,
los rendimientos de los bonos como los emitidos por las compañías de energía
han aumentado más que lo que las probabilidades de incumplimientos pueden
justificar, y los bancos han comenzado a endurecer los criterios de
financiamiento.
Tales
alteraciones en las condiciones financieras pueden producir cambios
desproporcionados en el comportamiento de consumidores y empresas. Bob Hall,
economista de la Universidad de Stanford, señaló en un trabajo de hace dos años
que la contratación de un empleado es
una inversión similar a la compra de maquinaria. La rentabilidad de este
tipo de inversión decae cuando la “tasa de descuento” de ganancias futuras sube
debido al aumento del riesgo percibido. Por lo tanto, Hall considera que la caída de las
bolsas a menudo coincide con un alza del desempleo, porque ambos reflejan mayores tasas de
aversión al riesgo y de descuento.
El descenso
de los mercados, el deterioro de la psicología y la debilidad económica pueden
retroalimentarse. En el pasado, cuando esta espiral viciosa amenazaba con hacer
caer a la economía en recesión, los bancos centrales intervenían; hoy disponen
de menos herramientas para hacerlo.
La Fed todavía no oprime el botón de pánico y tiene buenas razones para ello. La economía estadounidense
está cerca del pleno empleo, el banco central elevó las tasas en un cuarto de
punto porcentual en diciembre y señaló que las podría subir un punto porcentual
durante este año. Cuando Janet Yellen, presidenta de la Fed, compareció ante el
Congreso la semana pasada, los inversionistas esperaban que echara por la borda
tales promesas. Como es lógico, Yellen dijo que eso habría sido “prematuro” y
al mismo tiempo enfatizó que las tasas no están en una trayectoria
“preestablecida”.
De todos
modos, la mayor preocupación no es si la Fed abandonara su campaña de alzas de
tasas, sino si podría recortarlas lo suficiente para marcar una diferencia en
caso de ser necesario. Hace dos semanas, el Banco de
Japón redujo las tasas de interés a territorio
negativo, algo que el Banco Central Europeo hizo
en 2014. En teoría, esto debería reconfortar a los inversionistas, ya
que muestra que a los bancos centrales no se les acaban las municiones cuando
las tasas llegan a cero. En lugar de ello, los mercados parecen confundidos:
¿ayudarán realmente las tasas negativas? ¿O simplemente socavarán las ganancias de los bancos?
Las acciones
de los bancos europeos están siendo vapuleadas en parte por el temor a que los
reguladores, para mantener las reservas de capital de los bancos, forzarán a
algunos de ellos a convertir deuda en capital, diluyendo a los accionistas.
Irónicamente, los reguladores incorporaron este tipo de medidas en su arsenal
para proteger a los contribuyentes de los rescates de las crisis financieras.
Pero, como observa Krishna Guha de Evercore ISI,
el resultado de esta medida es procíclico, lo que significa que agrava más que
alivia el estrés. Los bancos cuyas acciones están
siendo más golpeadas son menos propensos a otorgar crédito.
A su vez, la
incertidumbre política puede empeorar este año. El Reino Unido probablemente
votará por permanecer o no dentro de la Unión Europea. Si opta por hacer las
maletas, Escocia podría luego pronunciarse a favor de su independencia del
Reino Unido. Las victorias del candidato republicano Donald
Trump y del demócrata Bernie Sanders en las elecciones primarias de
Nueva Hampshire la semana pasada aumentan las probabilidades de que los
estadounidenses elijan en noviembre a un presidente
populista con una plataforma de cambios económicos radicales.
“Los inversionistas no
pueden desestimar las probabilidades de un desenlace extremo de la elección que
represente un riesgo significativo para el mercado de acciones”, dijo Andy Laperriere, analista
político de Cornerstone Macro.
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