Los
principales pensadores de negocios globales han hecho énfasis en que los
ejecutivos entiendan bien la importancia de crear una cultura corporativa en la
que voces críticas no sean silenciadas (siempre y cuando no se metan al campo
de la política, ya que el pensamiento critico de manera general esta en la creencia que no es útil en la creación de mayor PBI, y se le considera un estorbo ) y promover, la importancia del arte, literatura (entre ellas
la marxista) y el pensamiento crítico, y tener una mayor comprensión de esta aldea global
Así que el
pensamiento crítico no sería parte importante de la educación para el
crecimiento económico.
La torpeza
moral es necesaria para llevar a cabo programas de enriquecimiento que ignoren
la desigualdad.
El
nacionalismo agresivo necesita nublar la conciencia moral, como promueve el Estado Islamico
Las personas
se comportan mal cuando nadie levanta una voz crítica.
la
democracia necesita ciudadanos que puedan pensar por sí mismos.
Cuando los políticos traen propaganda
simplista a su manera.
Es posible, y esencial, fomentar el
pensamiento crítico desde que se inicia la educación.
Los seres humanos son propensos a estar al
servicio de la autoridad y la presión de grupo,
la capacidad
de verse a sí mismo como miembro de una nación y un mundo heterogéneos, entender algo de la historia y el
carácter de los diversos grupos que lo habitan.
Esta comprensión del mundo promoverá el desarrollo
humano sólo si él mismo se inculca buscar el pensamiento crítico,
Las artes y las humanidades son útiles en fomentar el
pensamiento crítico.
Naciones de personas con formación técnica que no
saben cómo criticar la autoridad, útiles creadores de lucro con imaginaciones
torpes
"El imperialismo necesita
personal técnico calificado como una máquina, pero sin pensamiento crítico
(propio de gente muy ignorante) para manipularla a su antojo, para ello
promociona programas televisivos que son basura, para embrutecer a la gente,
cada vez el nivel educativo es peor". Entrevista
de Marco
Aurelio Denegri a Cesar Hildebrandt en La Funcion de la Palabra tv
Peru mundo
El
duro discurso de Martha Nussbaum sobre el futuro de la educación mundial
http://www.educacionyculturaaz.com/noticias/el-duro-discurso-de-martha-nussbaum-sobre-el-futuro-de-la-educacion-mundial
Noticias Diciembre 17, 2015
“Estamos en
medio de una crisis de proporciones masivas y grave importancia mundial. No me
refiero a la crisis económica mundial que comenzó en 2008. Al menos entonces
todo el mundo sabía que la crisis estaba ahí y muchos líderes mundiales
trabajaron rápida y desesperadamente para encontrar soluciones. Tampoco me
refiero a la crisis creada por el terrorismo internacional, eso también es
reconocido por todos. No, me refiero a una crisis que pasa desapercibida, una
crisis que probablemente sea, en el largo plazo, incluso más perjudicial para
el futuro del autogobierno democrático: una crisis mundial de la educación. Dado
que las democracias del mundo también están siendo desafiadas ahora por
cuestiones de migración, terrorismo y comprensión mundial, esta crisis de la
educación es potencialmente devastadora para el futuro de la democracia en el
mundo.
Cambios
radicales se están produciendo en lo que las sociedades democráticas enseñan a
los jóvenes, y estos cambios no han sido bien pensados. Ansiosas de lucro
nacional, las naciones y sus sistemas de educación, están descartando
descuidadamente habilidades que son necesarias para mantener vivas las
democracias. Si esta tendencia continúa, las naciones de todo el mundo pronto
estarán produciendo generaciones de máquinas útiles, en
lugar de ciudadanos completos que puedan pensar
por sí mismos, criticar la tradición y entender el significado de los
sufrimientos y logros de otra persona. ¿Cuáles son estos cambios radicales? Las
humanidades y las artes están siendo eliminadas, tanto en la educación
primaria/secundaria como en la técnica/universitaria, en prácticamente todas las
naciones del mundo, vistas por los responsables políticos como adornos
inútiles, en momentos en que las naciones deben cortar todas las cosas inútiles
con el fin de mantener su competitividad en el mercado global, éstas están
perdiendo rápidamente su lugar en los planes de estudio y también en las mentes
y corazones de padres y niños. De hecho, lo que podríamos llamar aspectos
humanísticos de la ciencia y las ciencias sociales – el aspecto creativo
imaginativo y el aspecto del pensamiento crítico riguroso – también están
perdiendo terreno, debido a que las naciones prefieren perseguir beneficios a
corto plazo cultivando habilidades útiles y altamente aplicables, adaptadas a
fines lucrativos.
Analicen
estos dos ejemplos, ambos tomados de los EE.UU., pero ejemplos similares surgen
en Europa, en la India (donde se ha centrado la mayor parte de mi propio
trabajo de desarrollo), en el resto de Asia, en Australia y por supuesto en
América Latina – en todas partes donde los políticos ven la educación sobre
todo, como un medio para promover el crecimiento económico.
En el otoño
de 2006, la Comisión sobre el Futuro de la Educación Superior del Departamento
Educación de los Estados Unidos, encabezada por Margaret Spellings, Secretaria
de Educación del gobierno Bush, dio a conocer su informe sobre el estado de la
educación superior en la nación: El liderazgo a prueba: Un Mapa del Futuro de
la Educación Superior en los Estados Unidos. Este informe contenía una valiosa
crítica a la desigualdad en el acceso a la educación superior; no obstante, su
contenido se centraba completamente en la educación
para beneficio económico nacional. El texto apuntaba a las deficiencias en materia de ingeniería,
ciencia y tecnología, mas no a la investigación científica en esos campos, sino
al aprendizaje de conocimiento aplicado, que sirve para generar velozmente
estrategias destinadas a la obtención de renta. Las artes, las humanidades
y el pensamiento crítico casi brillan
por su ausencia. Al omitirlos, el informe daba a entender que no habría
problema alguno si esas capacidades quedaran en el olvido para dar lugar a
otras disciplinas de mayor utilidad. (El gobierno de Obama, por desgracia, no
ha cambiado este énfasis.)
En 2013, Pat
McCrory, gobernador recientemente electo del estado de Carolina del Norte,
hablando en un programa conservador de la televisión nacional, dijo que su plan
era “ajustar mi currículo de educación a
lo que las empresas y el comercio requieren para darle empleo a nuestros
hijos”, y luego dijo que los cursos tradicionales de humanidades, por esa
razón, ya no recibirían fondos. Señaló la filosofía y los estudios de la mujer
como dos áreas inútiles y que no serían financiadas. McCrory
realmente no tiene poder para decidir lo que se financia, no sin respaldo
legislativo; y claramente ignoraba nuestras estadísticas de empleo recientes,
que muestran que el desempleo entre los estudiantes de
ciencias informáticas es mayor que entre los estudiantes de humanidades;
aún así, sus palabras reflejan una opinión generalizada.
Hay cientos
de historias como ésta y oigo nuevas cada día. Dado que el crecimiento
económico es buscado tan ansiosamente por todas las naciones, se han planteado
muy pocas preguntas, tanto en los países desarrollados como en desarrollo,
acerca del rumbo de la educación y, con ella, de la sociedad democrática. Con
el afán de la rentabilidad en el mercado global,
están en peligro de perderse valores preciosos para el futuro de la democracia.
El afán de
lucro sugiere a los políticos más preocupados que la ciencia y la tecnología
son de crucial importancia para la salud futura de sus naciones. No debe haber
ninguna objeción a una buena educación científica y técnica, y no sugiero que
las naciones dejen de tratar de mejorar en este sentido. Mi preocupación es que
otras habilidades, igualmente cruciales, están en riesgo de perderse en el
frenesí competitivo, habilidades cruciales para la salud interna de cualquier
democracia, y para la creación de una cultura mundial decente, capaz de abordar
de manera constructiva los problemas más apremiantes del mundo. Estas
habilidades están asociadas con las humanidades y las artes: la capacidad de
pensar de manera crítica; la capacidad de trascender las lealtades locales y
acercarse a los problemas mundiales como un “ciudadano del mundo”; y la capacidad de imaginar comprensivamente
la situación del otro.
Plantearé mi
argumento siguiendo el contraste que ya he sugerido con mis ejemplos: entre una
educación que produzca lucro y una educación para una ciudadanía más
incluyente. Para pensar en educación para la ciudadanía democrática, tenemos
que pensar en qué son las naciones democráticas y por qué luchan. ¿Qué
significa entonces para una nación avanzar, mejorar su calidad de vida? Por una
parte, significa simplemente aumentar su Producto Interno Bruto per cápita.
Esta medida del logro nacional ha sido durante décadas el estándar utilizado
por los economistas del desarrollo en todo el mundo, como si se tratara de un
buen indicador de la calidad de vida general de una nación.
La meta de
una nación, dice este modelo de desarrollo, debe ser el crecimiento económico: sin preocuparse por la distribución y la
igualdad social, ni por las precondiciones de la democracia estable, ni por la
calidad de las relaciones de raza y de género, ni por la mejora de otros
aspectos de la calidad de la vida de un ser humano, como la salud y la
educación. Una señal de lo que este modelo obvia es el hecho de que
Sudáfrica bajo el apartheid solía disparar los índices de desarrollo a lo más
alto. Había una gran cantidad de riqueza en la antigua Sudáfrica, y el viejo
modelo de desarrollo recompensaba ese logro (o buena fortuna), haciendo caso
omiso de las impactantes desigualdades distributivas, el brutal régimen del
apartheid y las deficiencias educativas y de salud que iban con él.
Este modelo
de desarrollo ya ha sido rechazado por importantes pensadores del desarrollo,
pero sigue dominando una gran cantidad de formulación de políticas. A los
defensores del viejo modelo les gusta afirmar algunas veces que la búsqueda del
crecimiento económico por sí sola genera las otras cosas buenas que he
mencionado: salud, educación, política y libertad religiosa. Por ahora, sin
embargo, al examinar los resultados de estos experimentos divergentes, hemos
descubierto que el viejo modelo realmente no genera las cosas buenas que
proclama. La libertad política y religiosa no realizan un seguimiento del
crecimiento, como lo ha demostrado al mundo el impresionante éxito de China,
tampoco los logros en salud y educación están, por ejemplo, claramente
correlacionados con el crecimiento económico, como podemos ver en los estudios
de campo comparativos de los diferentes estados de la India producidos por los economistas Amartya Sen y Jean Drèze.
¿Qué tipo de
educación sugiere el viejo modelo de desarrollo? La educación para el
crecimiento económico necesita de habilidades básicas,
alfabetización y aritmética. También necesita que algunas personas tengan habilidades más avanzadas en ciencias de la computación
y tecnología, a pesar de que la igualdad de acceso no es extremadamente
importante: una nación puede crecer muy bien, mientras que la población rural
pobre sigue siendo analfabeta y sin recursos básicos de informática, mediante la formación de una élite técnica que haga el estado
atractivo para los inversionistas extranjeros. Los resultados de este
enriquecimiento no alcanzan a mejorar la salud y el bienestar de la población
rural pobre, y no hay razón para pensar que el enriquecimiento requiera
educarlos adecuadamente. Ése fue siempre el primer y más básico problema con el
paradigma PNB/cápita del desarrollo: se deja de lado la distribución, y puede
dar una alta calificación a naciones o estados que contienen desigualdades
alarmantes. Esto es muy cierto de la educación: Dada la naturaleza de la
economía de la información, las naciones pueden
aumentar su PNB sin preocuparse demasiado acerca de la distribución de la
educación, siempre y cuando creen una élite competente en tecnología y negocios.
Después de
eso, la educación para el crecimiento económico necesita, tal vez, una
familiaridad muy rudimentaria con la historia y con los hechos económicos – por
parte de las personas que van a pasar la educación primaria en primer lugar,
quienes probablemente sean una élite relativamente pequeña. Pero se debe tener
cuidado no sea que la narrativa histórica y económica lleve a cualquier pensamiento crítico serio acerca de la
clase, acerca de si la inversión extranjera es realmente buena para la
población rural pobre, acerca de si la democracia puede sobrevivir cuando se
obtienen estas desigualdades tan enormes en oportunidades vitales básicas. Así que el pensamiento crítico no sería parte importante de
la educación para el crecimiento económico.
He hablado sobre
el pensamiento crítico y sobre el papel de la historia. Pero ¿qué pasa con las artes, tan a menudo valoradas por
educadores progresistas democráticos tanto en naciones occidentales como no
occidentales? Una educación para el crecimiento económico, en primer
lugar, despreciará estos aspectos de la formación de un niño, ya que no parecen
conducir directamente al crecimiento económico. Por esta razón, en todo el
mundo, los programas de artes y humanidades, en todos
los niveles, están siendo eliminados a favor del cultivo de los programas
técnicos.
Pero
quienes educan para el lucro harán más que ignorar las artes, les temerán. Ya que una afinidad cultivada y
desarrollada es un enemigo particularmente peligroso de la torpeza, y la torpeza moral es necesaria para llevar a cabo programas de
enriquecimiento que ignoren la desigualdad. Hablando de la educación en
la India y Europa, Tagore
dijo que el nacionalismo agresivo necesita nublar la
conciencia moral, por lo que necesita gente que no reconozca al
individuo, que hable jergas de grupo, que se comporte y vea el mundo como los
burócratas dóciles. El arte es el gran enemigo de esa
torpeza, y los artistas no son los servidores confiables de ninguna
ideología, incluso uno simplemente bueno – ellos siempre piden que la
imaginación vaya más allá de sus límites habituales, para ver el mundo de
nuevas maneras. La famosa universidad de Rabindranath
Tagore en la India (fundada en 1928), Visva-Bharati, “Todo el Mundo”, se
basó en las artes y las humanidades, porque él quería crear la base para una
nueva nación en la que la comprensión amable de las diferencias conformaría la
política y en la que las naciones formarían parte de una comunidad global
cultivada. Su idea era un experimento radical; es muy poco usual hoy en día con
los políticos apuntando al éxito nacional. Por lo tanto, quienes educan para el crecimiento harán campaña en contra de
las artes como ingredientes de la educación básica. Este asalto se está
llevando a cabo en todo el mundo.
¿De qué otra
forma podríamos pensar en el tipo de nación y el tipo de ciudadano que estamos
tratando de construir? La principal alternativa al modelo basado en el
crecimiento en los círculos internacionales de desarrollo, y con el que he
estado asociada, se conoce como el paradigma de Desarrollo Humano. De acuerdo
con este modelo, lo que importa son las oportunidades, o “capacidades” que cada
persona tiene, en áreas clave que van desde la vida, la salud y la integridad
física hasta la libertad política, la participación política y la educación.
Este modelo de desarrollo reconoce que cada persona posee una dignidad
inalienable que debe ser respetada por las leyes y las instituciones. Una
nación decente, como mínimo, reconoce que todos sus ciudadanos tienen derechos
en estas y otras áreas, y elabora estrategias para poner a la gente por encima
del nivel umbral de oportunidades en cada una. Este modelo encaja bien con las
aspiraciones que se persiguen en las constituciones de muchos países modernos.
A pesar de que los Estados Unidos se diferencia de muchos en no brindar
protección constitucional de los derechos económicos y sociales, el modelo de
desarrollo humano todavía corresponde con la antigua idea americana de que un
gobierno sólo es legítimo si da a sus ciudadanos oportunidades para disfrutar
de “La vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”
Si una
nación quiere promover ese tipo de democracia humana, sensible a las personas,
una dedicada a la promoción de oportunidades para “la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad” para todos y cada uno, qué habilidades necesitará
producir en sus ciudadanos. Por lo menos las siguientes parecen cruciales:
· la
capacidad de deliberar bien acerca de los problemas
políticos que afectan a la nación, para
examinar, reflexionar, discutir, y debatir, sin deferir de la tradición ni de
la autoridad
· la
capacidad de pensar en el bien de la nación como un todo, no sólo del propio
grupo local, y para ver la propia nación, a su vez,
como parte de un orden mundial complicado en el que problemas de muchos
tipos requieren de una deliberación transnacional inteligente para su
resolución
· la capacidad de preocuparse por la vida de otros, de
imaginar lo que las políticas de muchos tipos significan en cuanto a las
oportunidades y experiencias de uno de sus conciudadanos, de muchos tipos, y
para la gente fuera de su propia nación.
Antes de que
podamos decir algo más acerca de la educación, sin embargo, necesitamos
entender los problemas que enfrentamos en el proceso de hacer de los estudiantes ciudadanos democráticos responsables
que posiblemente implementen un plan de desarrollo humano. ¿Qué hay en la vida
humana que hace que sea tan difícil sostener las instituciones democráticas
igualitarias, y tan fácil caer en jerarquías de varios tipos – o, peor aún, en
la hostilidad de proyectos de grupos violentos? Sean cuales sean estas fuerzas,
en última instancia es contra ellos que la verdadera educación para el
desarrollo humano debe luchar: por lo que deben, como lo he planteado,
siguiendo las ideas de Mohandas Gandhi,
comprometerse con el choque de civilizaciones dentro de cada persona, como el
respeto por los demás se enfrenta a la agresión narcisista.
El choque
interno se puede encontrar en todas las sociedades modernas, en diferentes
formas, ya que todas contienen luchas por la inclusión y la igualdad, ya esté
el centro neurálgico de estas luchas en los debates sobre la inmigración, o en
la reconciliación de las minorías religiosas, raciales
y étnicas, o en la igualdad de género o en la discriminación positiva.
En todas las sociedades, también, hay fuerzas en la personalidad humana que
militan contra el reconocimiento mutuo y la reciprocidad, así como fuerzas de
compasión que dan a la democracia un fuerte apoyo.
Entonces,
¿Qué sabemos hasta ahora sobre las fuerzas de la personalidad que se oponen a
la reciprocidad democrática y al respeto? En primer lugar, sabemos que la gente tiene un alto nivel de respeto a la
autoridad: el psicólogo Stanley Milgram demostró que los sujetos
experimentales estaban dispuestos a administrar un nivel muy doloroso y
peligroso de descarga eléctrica a otra persona, siempre y cuando el científico
de guardia les dijera que lo que estaban haciendo estaba bien – incluso cuando
la otra persona estaba gritando de dolor (que, por supuesto, fue falsificado
por el bien del experimento). [1] Solomon Asch, anteriormente, mostró que los
sujetos experimentales están dispuestos a ir en contra de la clara evidencia de
sus sentidos cuando todas las otras personas a su alrededor están haciendo juicios
sensoriales que se encuentran fuera del objetivo: su investigación muy rigurosa
y confirmada tantas veces muestra el servilismo inusual
de los seres humanos normales frente a la presión de grupo. Tanto el
trabajo de Milgram como el de Asch han sido usados de manera efectiva por
Christopher Browning para iluminar el comportamiento de jóvenes alemanes en un
batallón de policía que asesinó Judios durante la era nazi. [2] Tan grande fue
la influencia tanto de la presión de grupo como de la autoridad en estos
jóvenes, que muestra, que los que no lograban convencerse a sí mismos de
disparar a los Judios se sentían avergonzados de su debilidad.
Pero otra
investigación demuestra que la gente de apariencia normal está dispuesta a
involucrarse en comportamientos que humillen y estigmaticen si su situación
está configurada de una manera determinada, poniéndolos en un papel dominante y
mostrándoles que los otros son sus inferiores. Un ejemplo particularmente
escalofriante implica niños en edad escolar cuyos profesores les dan a entender
que los niños con ojos azules son superiores a los niños con ojos oscuros.
Sobreviene un comportamiento jerárquico y cruel. El profesor entonces da a
entender que ha habido un error y que de hecho los niños de ojos oscuros son superiores
y los de ojos azules inferiores. El comportamiento jerárquico y cruel
simplemente se invierte: los niños de ojos marrones parecen no haber aprendido
nada del dolor de la discriminación. [3] Quizás el experimento más famoso de
este tipo es el de Philip Zimbardo en la prisión
de Stanford, en el que se encontró que los sujetos a los que se les asignaron
al azar los roles de guardia de la prisión y preso comenzaron a comportarse de
manera diferente casi de inmediato. Los prisioneros se hicieron pasivos y
depresivos, los guardias usaron su poder para humillar y estigmatizar. Creo que
este experimento fue mal diseñado de numerosas maneras, y es por lo tanto menos
concluyente: por ejemplo, Zimbardo dio instrucciones elaboradas a los guardias,
diciéndoles que su objetivo debía ser inducir sentimientos de alienación y
desesperación en los prisioneros. [4]
Otra
investigación sobre la repulsión, acerca de la que he pensado escribir un libro
sobre el papel de la repulsión en la desigualdad social, muestra que la gente
está bastante incómoda con los signos de su propia animalidad y mortalidad: la
repulsión es la emoción que vigila la frontera entre nosotros y otros animales.
En casi todas las sociedades, no es suficiente mantenernos libres de
contaminación por productos de desecho corporal que son en el lenguaje de los
psicólogos, “recordatorios animales.” En cambio, las personas crean grupos
subordinados de seres humanos que son identificados como repugnantes y
contaminantes, diciendo que son sucios, malolientes, portadores de enfermedades
y así sucesivamente. Se ha trabajado mucho en cómo figura esa actitud en el antisemitismo, el racismo, el sexismo y la homofobia.
¿Qué más
sabemos? Sabemos que estas fuerzas cobran mucho más
poder cuando la gente es anónima o no se reconoce un responsable. Las
personas actúan mucho peor bajo el abrigo del anonimato, como partes de una
masa sin rostro, que cuando están vigilados y deben rendir cuentas como
individuos. (Cualquiera que haya violado el límite de velocidad, y luego ralentizado
al ver un coche de policía en el espejo retrovisor, sabrá cuán generalizado es
este fenómeno.) En segundo lugar, las personas se
comportan mal cuando nadie levanta una voz crítica: los sujetos de Asch
aceptaron el juicio erróneo cuando todas las otras personas a las que
consideraban compañeros en el experimento (y que estaban realmente trabajando
para el experimentador) coincidían en el error; pero si una sola persona decía
algo diferente, se sentían libres para seguir su propia percepción y juicio. En
tercer lugar, la gente se comporta mal cuando los seres humanos sobre los que
tienen poder están deshumanizados y des-individualizados. En una amplia gama de
situaciones, la gente se comporta mucho peor cuando el “otro” se representa
como un animal, o sólo como portador de un número en lugar de un nombre. Al
pensar en cómo podríamos ayudar a los individuos y a las sociedades a ganar el
choque interno de civilizaciones en cada persona, haríamos bien en pensar cómo
utilizar estas tendencias para nuestro beneficio.
La otra cara
del choque interno es la capacidad creciente de los niños de ser compasivos, de
ver a otra persona como un fin y no como un simple medio. Como lo ha demostrado
el psicólogo Paul Bloom, niños de tan sólo un año de edad tienen la capacidad
de tomar la perspectiva de otra persona – pero en un primer momento esta
capacidad se utiliza para controlar los movimientos de los demás, especialmente
de los padres. Sin embargo a medida que pasa el tiempo, si todo va bien, los
niños sienten gratitud y amor hacia seres distintos que apoyan sus necesidades,
y por lo tanto llegan a sentir culpa por su propia agresión y verdadera
preocupación por el bienestar de la otra persona. A medida que la preocupación
se desarrolla, conduce a un deseo cada vez mayor de controlar la propia
agresión: el niño reconoce que sus padres no son sus esclavos, sino seres
independientes con derecho a sus propias vidas. Estos reconocimientos son
típicamente inestables, ya que la vida humana es un asunto incierto y todos sentimos
ansiedades que nos llevan a querer más control, incluyendo el control sobre
otras personas. Aquí es donde la educación es crucial: una buena educación
puede llevar a los jóvenes a sentir genuina compasión por las necesidades de
los demás, y puede conducir a verlos como personas con derechos iguales a los
suyos.
Ahora que
tenemos una idea del terreno en el que opera la educación, podemos volver a las
ideas que he mencionado antes, diciendo algunas cosas provisionales e
incompletas, pero aún radicales en la actual cultura mundial, acerca de las
habilidades que una buena educación cultivará. Me centraré en la educación universitaria, pero por supuesto estas
habilidades necesitan ser cultivadas a partir de una edad mucho más temprana.
Antes de
comenzar, quiero abordar una objeción que sin duda ya está en sus mentes: “¿Pero qué hay de
conseguir un trabajo?” Las familias hacen sacrificios para la
educación superior, y quieren garantías de que sus gastos darán lugar a
oportunidades de empleo. Ya he dicho que, de hecho, al menos en los EE.UU., a
los estudiantes de humanidades les va muy bien en el mercado laboral y mejor
que a los estudiantes de ciencias de la computación. Pero yo no quiero basar mi
argumento en las vicisitudes del mercado. Aquí puedo decir que tenemos motivos
para estar muy orgullosos de la sabiduría inherente al modelo estadounidense de
educación superior. En la mayoría de países del mundo, el estudiante debe
elegir un solo tema en el ámbito universitario y pasar todo el tiempo en él:
así, ya sea toda la literatura o ninguna literatura, ya sea toda la filosofía o
ninguna filosofía. Teniendo en cuenta esa elección extrema, no es de extrañar,
en el entorno económico actual, que muchos padres y jóvenes se aparten de las
humanidades – a pesar de la evidencia de que los empleadores valoran realmente
las habilidades que producen – e incluso de la parte teórica de la ciencia – y
se aferran más estrechamente a estudios preprofesionales. Pero los EE.UU., junto con Corea del Sur, Escocia, y, en parte, los
Países Bajos, y junto con un número creciente de nuevas universidades en
muchos otros países, toma un camino diferente. Ofrecemos una educación que
involucra un tema importante, que a menudo, aunque no siempre, será entendido
como preparación para una carrera. Pero combinamos esto con un componente de
artes liberales, que está pensado como preparación para la ciudadanía y la
vida. El modelo de artes liberales ha sido bien desarrollado en América Latina
principalmente por distinguidas universidades jesuitas,
que han reconocido desde hace tiempo el valor del estudio
de la filosofía y otras humanidades a nivel universitario. Pero las
universidades públicas no siempre han seguido este ejemplo. Esperemos que aquí
en Colombia,
donde hay un interés entusiasta por la filosofía, esta distinguida universidad
asuma el liderazgo en la defensa de una preparación rica para la ciudadanía.
Tres valores
son particularmente cruciales para una ciudadanía democrática decente. El primero es la capacidad Socrática de autocrítica y
pensamiento crítico acerca de las tradiciones propias de cada uno. Como
sostiene Sócrates, la democracia necesita ciudadanos
que puedan pensar por sí mismos, en lugar de deferir a la autoridad, que
puedan razonar juntos sobre sus opciones en lugar de simplemente negociar sus
argumentos y contra-argumentos. Él se comparó a sí mismo con un tábano en la
parte posterior de la democracia, que comparó con “un noble, pero lento
caballo”: estaba picándolo para que se despertara y llevara a cabo su negocio
de manera más responsable.
El
pensamiento crítico es particularmente crucial para la buena ciudadanía en una
sociedad que tiene que luchar a brazo partido con la presencia de personas que
difieren según la etnia, la casta, la religión y profundas divisiones
políticas. Sólo tendremos la oportunidad de un diálogo adecuado que atraviese
fronteras si los ciudadanos jóvenes saben cómo participar en el diálogo y la
deliberación en primer lugar. Y sólo sabrán cómo hacerlo si aprenden a
examinarse a sí mismos y a pensar en las razones por las que son proclives a
apoyar una cosa en lugar de otra – en lugar de, como sucede a menudo, ver el
debate político simplemente como una forma de jactarse, o conseguir una ventaja
para su propio lado. Cuando los políticos traen
propaganda simplista a su manera, ya que los políticos de todos los países
tienen una manera de hacerlo, los jóvenes sólo tendrían esperanza de preservar
su independencia si saben cómo pensar críticamente sobre lo que escuchan,
poniendo a prueba su lógica e imaginando alternativas
para la misma.
Los
estudiantes expuestos a la instrucción en pensamiento crítico aprenden, al
mismo tiempo, una nueva actitud frente a los que no concuerdan con ellos.
Aprenden a ver a quienes no están de acuerdo no como enemigos a ser derrotados,
sino en cambio, como personas que tienen razones para lo que piensan. Cuando se
reconstruyen sus argumentos, puede resultar que incluso compartan algunas
premisas importantes con su propio “lado”, y ambos entenderán mejor de donde
vienen las diferencias. Podemos ver cómo esto humaniza al “otro” político, haciendo
que la mente vea al oponente como un ser racional que puede compartir por lo
menos algunos pensamientos con el propio grupo.
La idea de
que cada uno asuma la responsabilidad de su propio razonamiento e intercambie
ideas con otros en un ambiente de respeto mutuo a la razón, es esencial para la
resolución pacífica de diferencias, tanto dentro de un país como de un mundo
cada vez más polarizado por el conflicto étnico y religioso. Es posible, y esencial, fomentar el pensamiento crítico desde
que se inicia la educación. Sin embargo, durante la formación
universitaria se puede enseñar con nueva sofisticación y rigor, a través de
cursos de ética filosófica y el estudio minucioso de grandes textos tales como
los diálogos de Platón que muestran el valor de esta capacidad y desafían a los
estudiantes a participar en el mismo.
Consideremos
ahora la importancia de esta habilidad para el estado actual de las democracias pluralistas modernas rodeadas de un
potente mercado global. En primer lugar, podemos reportar que, incluso si sólo
estuviéramos apuntando al éxito económico, no sólo a corto sino a largo plazo, los principales pensadores de negocios han hecho énfasis en
que los ejecutivos entiendan bien la importancia de crear una cultura
corporativa en la que voces críticas no sean silenciadas, una cultura
tanto de la individualidad como de la rendición de cuentas. Por estas razones, China y Singapur, que por cierto no están buscando producir ciudadanos democráticos, han tenido
recientemente reformas educativas masivas para introducir un pensamiento mucho
más crítico en todos los niveles del currículo – a pesar de que no se muestran contentos cuando el pensamiento crítico se filtra
en el ámbito político.
Pero nuestro
objetivo, lo he dicho, no es simplemente el crecimiento económico, así que
dirijámonos ahora a la cultura política. Como he dicho, los seres humanos son propensos a estar al servicio de la autoridad y la
presión de grupo; para prevenir atrocidades necesitamos contrarrestar
estas tendencias, produciendo una cultura de disidencia individual. Asch
encontró que cuando una sola persona en su grupo de estudio defendió la verdad,
otros le siguieron, por lo que una voz crítica puede
tener grandes consecuencias. Al hacer hincapié en la voz activa de cada
persona, también promovemos una cultura de rendición de cuentas. Cuando la
gente ve sus ideas como su propia responsabilidad, es más probable, también,
que vean sus obras como su propia responsabilidad. La “Vida examinada” de
Sócrates despierta la conciencia moral.
La segunda característica clave del ciudadano
democrático moderno, diría yo, es la capacidad de verse
a sí mismo como miembro de una nación y un mundo heterogéneos, entender algo de
la historia y el carácter de los diversos grupos que lo habitan. El conocimiento no es garantía de buen
comportamiento, pero la ignorancia es una garantía virtual de mal
comportamiento. Estereotipos culturales y religiosos simples abundan en nuestro
mundo, por ejemplo, la ecuación simplista del Islam con el terrorismo, y la primera
manera de comenzar la lucha contra estos es asegurarse de que desde una edad
muy temprana los estudiantes aprendan una relación diferente con el mundo.
Ellos deben entender poco a poco las diferencias que entorpecen la comprensión
entre grupos y naciones y los intereses y necesidades humanas compartidas que
hacen esencial la comprensión, si se busca resolver problemas comunes.
Esta comprensión del mundo promoverá
el desarrollo humano sólo si él mismo se inculca buscar el pensamiento crítico, el pensamiento que se centra en
cómo las narrativas históricas se construyen, la forma en que pueden estar
sesgadas y lo difícil que es ordenar pruebas dispersas. La historia se
impartirá con un ojo puesto en pensar críticamente sobre estas cuestiones. Al
mismo tiempo, las tradiciones y las religiones de los grupos principales en la
propia cultura y en el mundo, se enseñarán con el fin de promover la
comprensión de la complejidad y variedad de creencias y prácticas. Esta es una
buena manera de llegar a ver a las personas que sostienen una posición
religiosa o política menor no como formas inminentes de amenaza, sino como seres humanos plenos que tienen
razones complejas para lo que hacen, y que merecen respeto aún si estamos de
acuerdo con ellos o no.
En términos curriculares,
estas ideas sugieren que todos los
estudiantes universitarios deben aprender los rudimentos de la historia del
mundo y deben tener una comprensión rica y no estereotipada de las principales
religiones del mundo, y luego deben aprender a indagar con mayor
profundidad en al menos una tradición desconocida, adquiriendo de esta manera
herramientas que luego pueden utilizar en otros lugares. Al mismo tiempo, deben
aprender sobre las grandes tradiciones, mayoría y minoría, dentro de su propio
país, centrándose en la comprensión de cómo las diferencias de religión, raza y
género han sido asociadas con diferentes oportunidades de vida. Todos, en fin, deben aprender bien al menos una lengua extranjera,
así: al ver que otro grupo de seres humanos inteligentes ha cortado el mundo de
otra manera, que toda traducción es interpretación, le da al joven una lección
esencial de humildad cultural. Estoy muy impresionada con el énfasis en el
aprendizaje de idiomas en el plan de estudios de la universidad, y me gustaría
que universidades estadounidenses hicieran tanto énfasis.
La
tercera habilidad del
ciudadano, estrechamente relacionada con las dos primeras, es lo que yo
llamaría la imaginación
narrativa. [5] Esto es la capacidad de pensar en lo que podría ser estar en los zapatos de una persona diferente de uno
mismo, ser un lector inteligente de la historia de esa persona, y comprender
las emociones y los deseos y los anhelos que ese alguien podría tener. Como he
observado, la imaginación moral, siempre bajo el asedio del miedo y el
narcisismo, es propensa a entorpecerse, si no se refina enérgicamente y se
cultiva a través del desarrollo de afinidad y preocupación. Aprender a ver a
otro ser humano no como una cosa sino como una persona completa, no es un logro
automático: debe ser promovido por una educación que refine la capacidad de
pensar acerca de lo que puede ser la vida interna de otro – y también para
entender por qué no es posible captar plenamente ese mundo interior, por qué
una persona es siempre hasta cierto punto un enigma para el otro. Esta
capacidad brinda un apoyo crucial tanto al pensamiento crítico como a la
ciudadanía mundial. Se promociona, sobre todo, a través de la enseñanza de la
literatura y las artes.
Al igual que
con el pensamiento crítico, aquí también: el cultivo de la imaginación es
esencial no sólo para la ciudadanía, mi énfasis en esta charla, sino también para el crecimiento económico a largo plazo.
Si la gente aprende sólo para aplicar las habilidades
aprendidas de memoria, no van a ser capaces de innovar. La innovación
necesita imaginaciones capacitadas. Por esta razón, una vez más, China y Singapur, interesados principalmente en el
crecimiento, han reformado recientemente su sistema educativo para incluir
mucho más el arte y la literatura. Pero al pensar en cómo pueden florecer las
democracias, podemos ver que necesitamos las artes y
las humanidades de manera más urgente, ya que la comprensión amable
entre los grupos es tan esencial.
Las artes
pueden cultivar la simpatía de los estudiantes de muchas maneras, mediante el
compromiso con diferentes obras de literatura, música,
bellas artes y danza. Pero el pensamiento tiene que ofrecerse según los
que sean los posibles puntos ciegos de cada estudiante, y los textos se deben
elegir en consecuencia. Ya que todas las sociedades tienen en todo momento sus
puntos ciegos particulares, grupos dentro de su cultura y también grupos en el
extranjero que son especialmente propensos a ser tratados con ignorancia y
torpeza. Las obras de arte pueden ser elegidas
para promover la crítica de esta torpeza, y una visión más adecuada de lo
oculto. El gran novelista afro-americano Ralph Ellison,
en un ensayo posterior sobre su clásica novela El Hombre Invisible,
escribió que una novela como la suya podría ser “una balsa para la percepción,
la esperanza y el entretenimiento” en el que la cultura estadounidense podría
“sortear los inconvenientes y remolinos “que se interponen entre nosotros y
nuestro ideal democrático. Su novela tiene la “visión interna” del lector de
blanco como su tema y su objetivo. El héroe comienza diciendo que él es
invisible para la sociedad blanca, pero dice que esta invisibilidad es un
defecto imaginativo y educativo de su parte, no un accidente biológico propio:
su “visión interna” requiere cultivo; y Ellison, obviamente, pensaba que su
novela podría ser una parte de ese cultivo. A través de la imaginación podemos
tener una especie de visión de la experiencia de otro grupo o persona que es
muy difícil de lograr en la vida diaria – en particular cuando en nuestro mundo
se han construido separaciones claras entre los grupos, y las sospechas que
hacen difícil cualquier encuentro. Parte de la idea de Ellison era que habitar
en el mundo interior de un personaje de raza diferente sería una poderosa
manera de minar la repulsión, la cual era una gran parte del racismo
estadounidense, con sus prohibiciones en los comedores compartidos, fuentes de
agua potable y piscinas, por no hablar de la prohibición de matrimonios
interraciales. La empatía es un tipo de intimidad mental con el otro, y una
herramienta de gran alcance hacia el cambio de comportamiento.
Hagamos un
balance. ¿Cómo están las capacidades de la ciudadanía
en el mundo de hoy? Muy mal, me temo. El tipo de educación que
recomiendo va razonablemente bien donde lo estudié por primera vez,
concretamente en los currículos de secundaria y universidad en la parte de
artes liberales de los Estados Unidos. De hecho, es esta parte del plan de
estudios en instituciones como la mía, que atrae en particular el apoyo
filantrópico, porque los ricos recuerdan con placer el tiempo cuando leían
libros que les encantaban, y perseguían cuestiones no concluyentes. Ahora, sin
embargo, hay una gran tensión. En el New York Times, el
presidente de la Universidad de Harvard, Drew Faust informa que la
crisis económica ha reforzado la imagen de que el valor de un título
universitario es en gran parte instrumental, y que los líderes universitarios
están abrazando cada vez más un modelo de mercado en su misión, en consecuencia,
reduciendo las artes liberales. En una reciente visita a Stanford, me encontré
con que las artes liberales son un gran problema allí, gracias a la preferencia
por la capacidad técnica que es endémica de la cultura de Silicon Valley – pero
instigados, creo, por los errores cometidos por varias generaciones de
administradores, que han alimentado la ansiedad de los padres y los estudiantes
por puestos de trabajo con fines de
lucro en lugar de una ciudadanía responsable.
Fuera de los
EE.UU., muchas naciones cuyos planes de estudio universitarios no incluyen un
componente de artes liberales están ahora luchando para construir uno, ya que
reconocen su importancia en la elaboración de una respuesta pública a los
problemas de pluralismo, miedo y sospecha que sus sociedades enfrentan. He
estado involucrada en este tipo de discusiones en muchos países, y el hecho de
que mi libro sobre la educación liberal esté traducido actualmente en veinte
idiomas es muy emocionante para mí; sin embargo, es difícil decir si se
producirá una reforma en dirección a las artes liberales ya que hay muchas
presiones en la otra dirección.
Así que las
universidades del mundo tienen grandes méritos, pero también grandes retos y
problemas en aumento. Los políticos tienden a tener
imaginación a corto plazo, y no están pensando bien, a menudo, sobre lo
que es necesario para crear democracias estables y
fructíferas.
¿Qué
vamos a tener, si estas tendencias continúan? Naciones de
personas con formación técnica que no saben cómo criticar la autoridad, útiles
creadores de lucro con imaginaciones torpes. Las democracias tienen grandes
potencias racionales e imaginativas. También son propensas a algunos defectos
graves en el razonamiento, al parroquialismo, la prisa, la dejadez, el egoísmo,
la deferencia a la autoridad y la presión de grupo. Una educación basada
principalmente en la rentabilidad en el mercado global magnifica estas
deficiencias, produciendo una torpeza codiciosa y una docilidad técnicamente
capacitada que amenazan la vida misma de la democracia y que sin duda impiden la creación de una cultura mundial
decente.
Si el
verdadero choque de civilizaciones es, como creo, un choque dentro de la
persona individual, todas las sociedades modernas están perdiendo rápidamente
la batalla, ya que se alimentan las fuerzas que conducen a la violencia y la
deshumanización y dejan de alimentar las fuerzas que conducen a cultivar la
igualdad y el respeto. Si no insistimos en la importancia crucial de las
humanidades y las artes, éstas se desplomarán, porque no generan dinero. Sólo
hacen algo que es mucho más valioso que eso, hacen un mundo en el que vale la
pena vivir, las personas que son capaces de ver a otros seres humanos como
personas llenas, con pensamientos y sentimientos propios que merecen respeto y
simpatía, y naciones que son capaces de superar el miedo y la sospecha en favor
del debate comprensivo y motivado.
Consulta la
nota en: El Heraldo Colombia (http://m.elheraldo.co/educacion/el-duro-discurso-de-martha-nussbaum-sobre-el-futuro-de-la-educacion-mundial-2
enviado a mi correo por el ing Leon Trahtemberg, gracias inge.
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