¿Hasta
cuándo durará la crisis económica?
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El frenazo
del ‘boom’ de las materias primas y de China ayudan a explicar la recesión
MOISÉS
NAÍM
18
OCT 2015 –
¿Cuánto
tiempo más tendrá el mundo que sufrir una situación en la cual es
difícil
encontrar trabajo,
los
salarios se estancan o caen y
los gobiernos se ven
forzados a recortar presupuestos, reducir servicios públicos y eliminar
programas sociales? Esta es la pregunta que se hacen las millones de
personas afectadas por la mala situación económica. De
Canadá a Italia, de China a Brasil y de Indonesia a Rusia la pregunta es la misma: ¿hasta
cuándo?
La respuesta
depende, por supuesto, del diagnóstico que se tenga sobre sus causas.
Hay
cuatro interpretaciones
principales acerca de las razones por las cuales la economía global está tan
anémica.
La
primera es que llegó a su fin el “superciclo de las commodities”. A
comienzos de este siglo se produjo un fuerte aumento de los precios de metales,
hidrocarburos, productos agrícolas y en general todo tipo de materias primas
—las llamadas “commodities”—. Entre el año 2000 y el 2010 su precio promedio se
duplicó (en contraste, durante todo el siglo XX el promedio de estos precios cayó en un 0,5% cada año).
El
crecimiento de la economía mundial y, sobre todo, el apetito de Asia,
especialmente de China, creó una fuerte demanda de estos productos que hizo
subir dramáticamente sus precios. Pero desde el año
2011, esta tendencia se revirtió y los precios han caído en un 40%, lo cual ha afectado a las economías de los
países exportadores, que vivieron un boom cuando los precios estuvieron altos.
Pero, ¿por qué también lo están pasando mal
países como China o las economías de Europa o Japón,
todas ellas economías que no dependen de la exportación de commodities?
Una
segunda interpretación
de las causas de la crisis se centra en China. El gigante asiático ha sido una
de las locomotoras principales —y a veces la única— que arrastra a las demás
economías del mundo. Durante la crisis económica de 2008, cuando colapsaron las
economías europeas y la de Estados Unidos, el Gobierno chino adoptó un muy
agresivo programa de expansión económica. Aumentó el
gasto público y la liquidez monetaria, amplió el crédito, estimuló las
inversiones y tomó todo tipo de medidas que mantuvieron el dinamismo económico
del país y su capacidad de apoyar la economía global. Hay un impactante dato
que ilustra el alcance de este estímulo económico: Entre
2010 y 2013 en China se vertió más cemento en obras de construcción que todo el
cemento usado en Estados Unidos durante todo el siglo anterior.
Pero esta
expansión ha demostrado ser insostenible. Y hay síntomas preocupantes con
respecto a la salud económica de China. Para los más
pesimistas, esta locomotora ha descarrilado.
Para otros,
simplemente sufre una desaceleración temporal. En cualquier caso, la realidad
es que la economía mundial ya no cuenta con China como su comprador de materias
primas o como una fuente de financiamiento para el resto del mundo.
La
desaceleración china, sin
embargo, no explica la anemia económica de Europa
y otros países desarrollados. El economista Kenneth
Rogoff argumenta que esta debilidad se debe a lo que llama el “fin del superciclo de la deuda”. Según Rogoff, después
de un prolongado período en el cual países, empresas y personas se endeudaron
demasiado, ahora sufren la inevitable “resaca” en el cual se ven forzados a
reducir las altas deudas que habían acumulado. Esta necesidad de dedicar recursos a reducir el endeudamiento
obviamente limita las posibilidades de consumo e inversión lo cual, a su
vez, afecta negativamente el crecimiento económico. Desde esta perspectiva una
vez que se baje el endeudamiento las economías volverán a crecer a un mayor
ritmo.
Larry
Summers, otro destacado
economista, no lo ve así. Reconoce que el alto endeudamiento puede estar
inhibiendo el crecimiento económico, pero nada comparado con el “estancamiento
secular” que según él representa la más grave amenaza que se cierne
sobre la economía mundial. Ésta
enfermedad económica se da cuando hay mucho más ahorro que inversión. Las
causas de esto son muchas y variadas. Inciden factores demográficos tales como
la estructura de edad, la composición y la distribución geográfica de la fuerza
laboral en el mundo, la desigualdad, el impacto de las populosas economías
asiáticas en los salarios y el empleo sobre el resto del planeta y la constante
incorporación de nuevas tecnologías que eliminan puestos de trabajo al tiempo
que aumentan la capacidad de producción
¿Qué
hacer frente a esto?
Summers recomienda estimular al máximo las economías y utilizar todos los
instrumentos de los cuales disponen los gobiernos para contrarrestar las
fuerzas que nutren ese estancamiento.
¿Cuál
de estas visiones es la correcta? Todas. No son excluyentes y es obvio que todas presentan un
aspecto válido de la realidad económica del mundo. Todas implican que,
lamentablemente, la crisis no está cerca de acabarse, aunque en algunos países
ya pueda haber señales de recuperación.
Pero quizás
el mensaje central de estos diagnósticos es que ahora los gobiernos pagarán más
caro y más rápidamente sus errores en materia económica.
La
improvisación, el populismo y la búsqueda de atajos ilusorios prolongarán la
crisis.
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