viernes, 30 de enero de 2015

Se viene el apocalipsis en Brasil; la peor sequía en 80 años deja inerme al 40 % d e la población industrial //del diario español El País.



Se viene el apocalipsis en  Brasil; la peor sequía en 80 años deja inerme al 40 % d e la población industrial  //del diario  español El País.

Sequía en Brasil: un cuarto de la población sufre la falta de agua





esta imagen es de la BBC creo dice bienvenido a la represa  del desierto  de Cantareira en Sao Paulo.


Buenas pensé que Rio de Janeiro y Sao Paulo serian ciudades semi acuáticas , pero así como la estoy viendo parecieran ahora ciudades en el desierto regadas por un oasis.

Sin agua no podrán exportar sus commodities como soya o tener agua para sus minas en los procesos de lixiviación o su agricultura domestica, ni podrán funcionar sus industrias, Etc. Etc.

 La teoría dice que se les viene una guerra climática o un éxodo, o disturbios incontrolables.

 Brasil cobraba impuestos del 40%  como Europa pero sus servicios e infraestructura estuvieron abandonados a pesar de las advertencias y con todo ese mar de dinero que les caía porque crecían en su PBI  a niveles de 9 % con el repentino incremento de las materias primas hace algunos años.
  A parte que se les derrumbo el precio del petróleo y su empresa emblemática Petrobras está envuelta en un escándalo de corrupción.
 Los diarios dicen que es la peor sequia en 80 años y los precios de las viviendas se derrumbaran por la emigración de su gente.

 Por la sequía se han secado campos d e caña de azúcar por lo que diría que subirá el azúcar.


  Si escasean los productos subirán d e precio eso se llama inflación

São Paulo cortará el agua cinco días a la semana si persiste la sequía

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/29/actualidad/1422568602_158351.html


La falta del líquido alarma a la población y la industria brasileña teme grandes pérdidas


MARÍA MARTÍN

 São Paulo

29 ENE 2015 - 22:56 CET






El embalse de Cantareira, en el Estado de São Paulo, este miércoles pasado. / ROOSEVELT CASSIO (REUTERS)


Tras dos temporadas de lluvia muy por debajo de la media histórica, São Paulo sufre la peor sequía del último siglo.

Si no llueve como para que se recupere la presa que abastece las tuberías de más de la mitad de los 12 millones de habitantes de la ciudad, la compañía que provee a São Paulo ha anunciado ya medidas “drásticas”: cinco días por semana sin agua a partir de abril.

Según los meteorólogos, no va a llover lo suficiente, y la falta de agua se va convirtiendo en una obsesión para los paulistas, que ya comienzan a almacenar botellas y a improvisar cisternas que garanticen reservas en sus casas.

Los ciudadanos ya se enfrentan a bajadas de presión que duran hasta 18 horas al día, según los barrios, lo que se traduce en la práctica, y también dependiendo de las zonas, en cortes de agua.

La sequía no sólo alcanza a la ciudad, sino que afecta a buena parte del Estado de São Paulo, casi tan poblado como España.

De ahí que las restricciones no afecten sólo a las viviendas particulares, sino a industrias, que temen pérdidas millonarias y a los agricultores, que tienen que reducir el riego.

 Es más: toda la economía del país, ya de por sí debilitada, se resentirá.

Los especialistas prevén un aumento de los precios, desde los alimentos a la energía, que repercutirá en la inflación.

Hasta ahora, el único plan de emergencia consiste en cerrar los grifos. Ni industrias, ni hospitales, ni escuelas, ni los ayuntamientos, ni el propio Estado de São Paulo tiene un plan B que pueda ponerse en práctica en caso de que las presas, ya en situación crítica, se agoten por completo.

Las alternativas utilizadas en São Paulo hasta ahora son los pozos que captan agua en el subsuelo y los camiones cisterna. Ambas opciones son también recursos limitados y a las que no todo el mundo tiene acceso.

La sequía no sólo amenaza a São Paulo sino a todo el sudeste del país, incluyendo Minas Gerais y Río de Janeiro, eje económico del país

Los alcaldes de 30 municipios del Estado se reunieron el miércoles para exigir al gobernador, Geraldo Alckmin, un comité de crisis que elabore y divulgue un plan de emergencia.

 El propio alcalde de São Paulo, Fernando Haddad, reconoció su preocupación por la salud pública y por la seguridad ante cortes de agua tan prolongados. Sin agua en los grifos, Haddad teme saqueos y disturbios, como ya ocurrió el año pasado en Itú, una pequeña ciudad del interior donde decenas de familias pasaron semanas duchándose con jarras.

La sequía no sólo amenaza a São Paulo sino a todo el sudeste del país, incluyendo Minas Gerais y Río de Janeiro, eje económico del país que concentra a más de 80 millones de personas, el 40% de la población.

El gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel, ya ha anunciado un “racionamiento severo” en los próximos tres meses si no se reduce el consumo y continúa sin llover.

El de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezão, mantiene que su Estado se preparó para la crisis con una serie de obras y descarta el racionamiento, a pesar de que el volumen de la presa de Paraibuna, su principal reserva de agua, llegó al 0% la semana pasada. Pezão también descarta multar a los que más gastan, como ya hace São Paulo, mientras la industria fluminense planea medidas alternativas para captar agua.




La sequía es una crisis de doble filo que afectará al suministro eléctrico. El modelo brasileño de obtención de electricidad se sustenta en centrales hidroeléctricas dependientes de reservas que ya están muy cerca de su límite. Para tratar de evitar los apagones, que hace unos días dejaron a oscuras a 11 Estados, el Gobierno ha recurrido a las centrales termoeléctricas, que son mucho más contaminantes y caras.

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