Chipre representa el principio del fin del
libre flujo de capitales en el mundo por Paul krugman extraído del diario El País
Canción triste del dinero caliente
http://economia.elpais.com/economia/2013/03/28/actualidad/1364472602_862442.html
PAUL
KRUGMAN 31 MAR 2013 - 00:00 CET7
Independientemente de cuáles sean las consecuencias
finales de la crisis de Chipre —sabemos que van a ser negativas; simplemente no
sabemos con exactitud la forma negativa que adoptarán—, hay algo que parece
seguro: por el momento, y probablemente en los años venideros, la nación isleña tendrá que mantener unos
controles bastante draconianos sobre los movimientos de capital hacia dentro y
fuera del país.
De hecho, es muy posible que los controles ya estén en
vigor cuando ustedes lean esto.
Y eso no es todo: dependiendo de cómo evolucione esto
exactamente, es muy posible que los
controles chipriotas sobre el capital cuenten con la bendición del Fondo
Monetario Internacional (FMI), que ya respaldó controles similares en Islandia.
Este es un giro bastante sorprendente. Señalará el fin de
una era para Chipre, que a efectos prácticos se ha pasado la última década
anunciándose como un lugar en el que los ricos que quisieran evitar los
impuestos y el escrutinio podían aparcar su dinero de forma segura, sin que se
les hiciesen preguntas.
Pero puede que también señale al menos el principio del
fin de algo mucho más grande: la época en la que el libre movimiento de
capitales se consideraba una norma deseable en todo el mundo.
No siempre fue así. Durante las dos primeras décadas después
de la Segunda Guerra Mundial, los
límites a los flujos de dinero transfronterizos se consideraban en general una
buena política; eran más o menos universales en los países más pobres y
también estaban presentes en la mayoría de los países más ricos.
Reino Unido, por ejemplo, limitó las inversiones en el extranjero de
sus residentes hasta 1979; otros países desarrollados mantuvieron las
restricciones hasta bien entrada la década de los ochenta.
Incluso EE UU limitó brevemente las salidas de capital durante los años sesenta.
Con el tiempo, sin embargo, estas restricciones dejaron
de estar de moda.
En cierta medida, esto reflejaba el hecho de que los
controles sobre el capital pueden tener ciertos costes:
imponen
una carga adicional de trámites burocráticos,
dificultan las operaciones de las empresas, y los análisis económicos convencionales
dicen que deberían tener un efecto negativo en
el crecimiento (aunque en las cifras resulta difícil detectar este efecto).
Pero también reflejaba el auge de la ideología del libre
mercado, la suposición de que si los
mercados financieros quieren mover dinero a través de las fronteras, deben
tener una buena razón para ello, y los burócratas no deben interponerse en su
camino.
Como consecuencia, a los
países que tomaron medidas para limitar los flujos de capital —como Malasia, que impuso el equivalente a un toque de queda
para las fugas de capital en 1998— se
les trató casi como a parias. ¡Sin duda serían castigados por desafiar a
los dioses del mercado!
Pero lo cierto, por mucho que a los ideólogos les cueste
aceptarlo, es que el libre movimiento de capitales cada vez se parece más a un
experimento fallido.
Ahora resulta difícil de imaginar, pero durante más de tres décadas tras la Segunda Guerra Mundial apenas
se produjeron crisis financieras como estas a las que últimamente nos hemos
acostumbrado tanto.
Sin embargo, desde
1980 la lista es impresionante: México, Brasil, Argentina y Chile en 1982;
Suecia
y Finlandia en 1991;
México
otra vez en 1995;
Tailandia, Malasia, Indonesia y Corea en 1998;
Argentina
otra vez en 2002.
Y,
por supuesto, la oleada de desastres más reciente: Islandia, Irlanda, Grecia,
Portugal, España, Italia, Chipre.
¿Cuál es el denominador común de estos episodios?
Generalmente se le echa la culpa al despilfarro fiscal; pero de toda esta lista, ese argumento solo
sirve para un país: Grecia.
Los banqueros sin control son un argumento mejor;
desempeñaron una función importante en varias de estas crisis, desde Chile hasta Chipre, pasando por Suecia.
Pero el mejor indicio
para predecir una crisis son las grandes entradas de capital extranjero:
en todos salvo en dos de los casos que acabo de mencionar, la crisis fue
consecuencia de la llegada al país de una avalancha de
inversores extranjeros, seguida de su desaparición repentina.
Naturalmente, no soy el primero que se da cuenta de la
correlación existente entre la
liberación de los capitales mundiales y la proliferación de las crisis
financieras;
Dani Rodrick, de Harvard,
empezó a dar la voz de alarma allá por los años noventa.
Sin embargo, hasta
hace poco tiempo era posible sostener que el problema de las crisis se
restringía a los países más pobres, que las economías más ricas eran de algún
modo inmunes a los vaivenes provocados por esos inversores mundiales que pasan del amor al odio.
Aquel era un pensamiento reconfortante; pero los apuros de Europa demuestran que era solo una ilusión.
Y no se trata solo de Europa. En la última década,
también EE UU ha
conocido una enorme burbuja inmobiliaria alimentada por el dinero
extranjero, seguida de una horrible resaca tras el estallido de la burbuja.
El daño se ha visto mitigado por el hecho de que los préstamos los adquirimos en nuestra
propia moneda, pero, aun así, ha sido nuestra peor crisis desde los años
treinta.
¿Y
ahora qué?
No espero ver un rechazo repentino y generalizado de la
idea de que el dinero debe ser libre para ir adonde quiera cuando quiera. Sin
embargo, sí puede que haya un proceso de erosión, a medida que los Gobiernos
intervengan para limitar tanto el ritmo de entrada del dinero como la velocidad
de salida.
Podría
decirse que el capitalismo mundial va camino de volverse considerablemente
menos mundial.
Y eso está bien. Ahora mismo, los viejos tiempos en los
que no era tan fácil mover grandes cantidades de dinero a través de las
fronteras nos parecen bastante buenos.
Paul
Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.
© New York Times Service
2013.
Nota del autor
del blog :
¡Caray! el dinero fluye a mi país El Perú y a China o a Brasil ósea
esos serian los que entren en crisis.
Otra
cosa que se me está ocurriendo : cuando existía la antigua URSS existía en el
mundo capitalista occidental una especie de imperativo moral para hacer las
cosas bien; de lo contrario el mundo capitalista
podría derrumbarse e instaurarse el socialismo en todo el planeta, en otras palabras,
había miedo de hacer las cosas mal , una vez desaparecida la URSS los banqueros
hicieron lo que les dio la gana .