KABUL—Hasta hace unos meses, Mohammed Wahid Haykalyar era propietario de un concurrido restaurante en el corazón de Kabul, donde acudía gente de toda la ciudad para disfrutar de humeantes platos de arroz con azafrán y cordero estofado. Sus ganancias mensuales de $3,000 eran más que suficientes para pagar las lecciones de inglés de sus hijos y la práctica de fútbol después de la escuela.
En estos días, ni siquiera tiene dinero para comprar comida para su familia.
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