¿Puede la inteligencia artificial reemplazar a los terapeutas humanos?
Tres expertos discuten la promesa y los problemas de confiar en algoritmos para nuestra salud mental.
La IA puede ayudar a aliviar la escasez de profesionales de la salud mental.
FOTO: FOTO DE ISTOCK Y KEITH A. WEBB¿Podría la inteligencia artificial reducir la necesidad de terapeutas humanos?
Los sitios web, las aplicaciones para teléfonos inteligentes y los sitios de redes sociales brindan consejos sobre salud mental, a menudo utilizando inteligencia artificial. Mientras tanto, los médicos y los investigadores buscan la IA para ayudar a definir las enfermedades mentales de manera más objetiva, identificar a las personas de alto riesgo y garantizar la calidad de la atención.
Algunos expertos creen que la IA puede hacer que el tratamiento sea más accesible y asequible. Durante mucho tiempo ha habido una grave escasez de profesionales de la salud mental y, desde la pandemia de Covid, la necesidad de apoyo es mayor que nunca. Por ejemplo, los usuarios pueden tener conversaciones con chatbots con tecnología de inteligencia artificial, lo que les permite obtener ayuda en cualquier momento y lugar, a menudo por menos dinero que la terapia tradicional.
Los algoritmos que sustentan estos esfuerzos aprenden al combinar grandes cantidades de datos generados a partir de publicaciones en redes sociales, datos de teléfonos inteligentes, registros de salud electrónicos, transcripciones de sesiones de terapia, escáneres cerebrales y otras fuentes para identificar patrones que son difíciles de discernir para los humanos.
A pesar de la promesa, existen grandes preocupaciones. La eficacia de algunos productos es cuestionable, un problema que solo empeora por el hecho de que las empresas privadas no siempre comparten información sobre cómo funciona su IA. Los problemas de precisión plantean preocupaciones sobre la posibilidad de ampliar los malos consejos a las personas que pueden ser vulnerables o incapaces de pensar críticamente, así como el temor de perpetuar los prejuicios raciales o culturales. También persisten las preocupaciones acerca de que la información privada se comparta de formas inesperadas o con partes no deseadas.
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