jueves, 22 de junio de 2017

Pequeños robots inteligentes capaces de trabajar en equipo

Pequeños robots inteligentes capaces de trabajar en equipo.

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Por Zuberoa Marcos | Azahara Mígel | 20-06-2017



Radhika Nagpal

Profesora de Ciencias de Computación (EIC Harvard)

Solaris es la novela más conocida del escritor polaco de ciencia ficción Stanislaw Lem. Se trata de un texto que, bajo la apariencia de una historia de conquista espacial, reflexiona sobre lo que significa ser “humano” y cuál sería nuestra reacción en caso de enfrentarnos a una inteligencia radicalmente distinta a la nuestra. Tan diferente en su forma de actuar y conformarse que ni tan siquiera tuviéramos acceso a ella para establecer contacto. Una inteligencia que, en el caso de Solaris, está configurada por un océano formado, al parecer, por un número indeterminado de seres gregarios que actúan como si fueran un solo ente. Trasladando a la robótica la hipótesis de Lem acerca de cómo debe ser la inteligencia y si, en efecto, somos capaces de imaginar y entender otras estructuras inteligentes distintas a la nuestra, surgen interesantes posibilidades. 

Porque, hasta ahora, casi siempre que se teoriza o investiga sobre la inteligencia artificial, se da por hecho que nos referimos a una especie de inteligencia humana aumentada. Más potente, más sofisticada, más neutral si se quiere, pero con idéntica funcionalidad. Y, sin embargo, no tendría porqué ser así. La investigadora de la universidad de Harvard Radhika Nagpal, por ejemplo, se mueve en otra dirección distinta porque, asegura: “por supuesto que el mundo humano es muy interesante, pero en la naturaleza hay tantos misterios. ¿Quién sabe qué ideas puede transmitirnos?”. La inspiración de imaginar un tipo de inteligencia artificial diferente y colectiva (como el océano de Lem) le surgió a Nagpal mientras buceaba en Bahamas. Observó un grupo de peces que se movían como un solo individuo; era una danza perfecta, en la que cada pez interpretaba los movimientos precisos, repondiendo a un plan, aunque solo tuviese contacto con unos pocos peces a su alrededor y por lo tanto ignorase qué estaban haciendo el resto. Este modelo de comportamiento fascinó a Nagpal que, desde entonces, ha trabajado para reproducirlo con robots.

El resultado es que, junto a su grupo de investigación en Harvard, Nagpal ha creado una colonia de 1.024 pequeños robots (kilobots) capaces de coordinarse y sincronizarse por sí solos para realizar distintas tareas. Como ocurre en algunas especias dentro del mundo natural como las termitas, las hormigas o las luciérnagas, no existe un líder ni hay un robot que dirija al resto: simplemente trabajan sobre un patrón asignado y pueden comunicarse entre ellos para hacer cosas en equipo. Nagpal cree que si seguimos profundizando en este tipo de inteligencia colectiva, los robots serán capaces de hacer prácticamente cualquier cosa que necesitemos y sus utilidades prácticas resultarán infinitas: desde abejas robóticas para polinizar cultivos a máquinas para construir estructuras en Marte. Conseguir que semejante número de pequeños robots se coordinen es un hito que nunca antes se había logrado en el mundo de la robótica. Pero Nagpal, que nació en la India y derrotó los estúpidos prejuicios que sitúan a las mujeres en un escalón inferior dentro del mundo científico, sabe que puede ir más lejos. Como aseguró en un artículo para la revista del MIT, “nuestros sueños están generalmente escondidos detrás de los límites de lo que consideramos posible”. Y ella está acostumbrada a mirar más allá de esas fronteras.

La conversación entre Radhika y El Futuro es One tuvo lugar en Vancouver, durante la prestigiosa conferencia TED2017.

Edición: Azahara Mígel | Cristina del Moral
texto: José L. Álvarez Cedena

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