jueves, 2 de junio de 2016

El comercio del Estado islámico con Assad, con los Kurdos, con Al Qaeda y el Frente Libre Sirio (En Siria todos combaten contra todos ; se matan todos contra todos ; pero comercializan todos con todos ); en el Kurdistán sirio hay 1800 yacimientos de petróleo abandonados, con razón la OTAN tiene su base en Erbil (su apoyo no es por amor al chancho sino a los chicharrones).//Por RAJA ABDULRAHIM encontrado en el WSJ

El comercio del Estado islámico con Assad, con los Kurdos, con Al Qaeda y el Frente Libre Sirio, etc. (En Siria todos combaten contra todos ; se matan todos contra todos ; pero comercializan todos con todos ); en el Kurdistán sirio hay 1800 yacimientos de petróleo abandonados, con razón la OTAN tiene su base en Erbil (su apoyo no es por amor al chancho sino a los chicharrones)

El comercio unifica una Siria dividida por la guerra

http://lat.wsj.com/articles/SB12654166221628624347004582103011651040948?tesla=y

 Oficial de seguridad kurdo en un retén en al-Mabrokeh, Siria.


Oficial de seguridad kurdo en un retén en al-Mabrokeh, Siria. PHOTO: RAJA ABDULRAHIM

Por RAJA ABDULRAHIM

miércoles, 1 de junio de 2016 19:58 EDT
AL-MABROKEH, Siria—Justo antes de esta franja de terreno controlada por las fuerzas kurdas de paso a territorio de Estado Islámico, hay un retén solitario que consiste de una mesa, una silla plástica y un toldo de lona. Dos oficiales de seguridad kurdos atienden el lugar, uno con una metralleta Kalashnikov en sus manos y el otro con un walkie-talkie. Su trabajo es permitir el flujo comercial con el enemigo.

“Si los dejamos sin petróleo, ellos nos dejan sin refrigeradores”, dice uno de los guardias, Bayan Alimtaar, mientras revisaba los papeles de camiones cisterna que transportaban petróleo desde los yacimientos kurdos a Estado Islámico. A su vez, muchos bienes de consumo llegan a tierras kurdas tras pasar por territorio enemigo, añade.


En tiempos de guerra como los que atraviesa Siria, la supervivencia económica a menudo pesa más que la ideología, lo que hace que los enemigos mantengan relaciones comerciales a lo largo de los territorios que controlan. El transporte de bienes depende de un grupo de valientes e ingeniosos camioneros que recorren los campos de batalla llevando alimentos, petróleo, automóviles, electrodomésticos e incluso ganado, en algunas de las transacciones comerciales más peligrosas del mundo.



Los conductores pueden ser blanco de bombardeos aéreos del régimen del presidente sirio Bashar al-Asad y los aviones rusos que lo apoyan. También tienen que tratar con los militantes de Estado Islámico, quienes les exigen que se dejen crecer la barba y castigan el contrabando de artículos como cigarrillos y alcohol.

Abu Zaid, un camionero de la provincia de Idlib, cuenta que en una ocasión olvidó esconder una botella de whisky antes de pasar por un puesto de control de Estado Islámico. Cuando los militantes lo descubrieron, dice que fue encarcelado, recibió 90 latigazos y fue obligado a expiar sus culpas. Ahora tiene más cuidado. “Si le digo que no tengo miedo, le estaría mintiendo”, señala mientras se rasca su barba negra. “Somos responsables de todas las palabras que decimos. Me preocupa que en un momento de emoción diga algo y termine decapitado”.



La guerra ha dividido a Siria entre cuatro regiones nominalmente autónomas.
El gobierno de Asad,
 los kurdos,
 Estado Islámico y
 un conjunto de grupos rebeldes controlan sus respectivos territorios. Todos necesitan comerciar con el resto, aunque signifique fortalecer el poder de un rival en una región del país.



El Producto Interno Bruto de Siria ronda apenas los US$23.000 millones, frente a los US$60.000 millones de 2010, dejando a la economía en un nivel semejante a Chipre, indica David Butter, analista económico del centro de estudios internacionales Chatham House. Se estima que la pérdida económica total de Siria desde que estalló la guerra, una cifra que incluye la pérdida del PIB y de producción de hidrocarburos, supera los US$250.000 millones, según el Centro Sirio para la Investigación Política, con sede en Beirut.


La libra siria se ha derrumbado 91% desde los niveles anteriores a la crisis, lo que ha reducido el poder de compra de bienes extranjeros. El intercambio comercial entre las fronteras sirias ha caído 28% desde el inicio del conflicto bélico para ubicarse en torno a los US$2.830 millones en 2015, según el Centro Sirio para la Investigación Política.


Cemal Hemo es vicepresidente del departamento de economía y comercio de Rojava, el pujante cuasi estado kurdo en Siria.

 Hemo asegura que el territorio kurdo, que no tiene acceso al mar, no se puede dar el lujo de dejar de comerciar, aunque sepan que ello fortalece a sus enemigos. Estado Islámico “necesita el dinero para seguir cometiendo sus actos de maldad”, observó. “De modo que sí, los estamos beneficiando. Pero también ayudamos a nuestra población”.

 Un camión de naranjas llega a un territorio en Siria controlado por kurdos.
Un camión de naranjas llega a un territorio en Siria controlado por kurdos. PHOTO: RAJA ABDULRAHIM

En el puesto de control en al-Mabrokeh, los dos guardias kurdos aseguran que cada camión cisterna que sale de Rojava pague un arancel aduanero equivalente a unos US$13 por barril. En 2015, el gobierno kurdo recaudó unos US$40 millones en aranceles, lo que ayudó a financiar un gobierno incipiente que también recibe donaciones locales y asistencia foránea, dicen fuentes oficiales.


Los nuevos impuestos y aranceles en las diferentes regiones de Siria han disparado el precio de numerosos productos. “Si algo es enviado desde la provincia de Latakia, podría tener que pasar por los controles del Frente Al-Nusra, el Ejército Libre de Siria y Estado Islámico”, dice el administrador kurdo de un cruce en la frontera entre Siria e Irak. “Para el momento en que nos llega, tal vez ya no valga la pena”.



El norte kurdo depende del trigo y el petróleo para obtener la mayor parte de sus ingresos, según sus representantes. Durante años bajo el gobierno de Asad, fue una región económicamente subdesarrollada y se construyeron pocas fábricas, agregan las fuentes.


El petróleo que brotaba de su suelo tenía que ser enviado a cientos de kilómetros de distancia para su refinación. La mayoría de sus 1.800 yacimientos permanecen mayormente ociosos puesto que el gobierno kurdo no dispone de la capacidad para refinar o exportar crudo en grandes cantidades. En ocasiones, apenas 200 pozos están en operación, cuenta Hemo, el funcionario kurdo.


Aunque Estado Islámico controla unos 10 yacimientos petrolíferos en Siria, lo que representa alrededor de 80% del crudo del país, se ha visto obligado a comprar petróleo del territorio kurdo luego de que la coalición liderada por EE.UU. lanzara una intensa ofensiva aérea contra las instalaciones del grupo. Ese intercambio comercial también financia a las mismas milicias kurdas que combaten contra los extremistas.

Durante su período de mayor auge, Estado Islámico recaudaba entre US$40 millones y US$50 millones mensuales con la venta de petróleo, estima Martin Reardon, analista de la consultora de seguridad Soufan Group. Los ingresos actuales rondan los US$24 millones al mes, un descenso de casi 30% en los ingresos del grupo, según IHS Conflict Monitor, una empresa de análisis de terrorismo e insurgencia.


Debido a la magnitud del territorio bajo su control, el auto declarado califato de Estado Islámico desempeña un papel en buena parte del comercio interno sirio. En lugar de prevenir el movimiento de bienes, como el de artículos prohibidos, entre ellos los cigarrillos, los extremistas lo aprovechan.


IHS Conflict Monitor estima que la mitad de los ingresos de Estado Islámico proceden de los impuestos y la confiscación.


Los conductores de camiones cuentan que cuando recorren las zonas controladas por Estado Islámico tienen que mostrar la debida documentación, a menudo provista por los comerciantes, para demostrar que están al día con los pagos de impuestos sobre los bienes que transportan. El grupo militante cobra US$1.000 por camión que lleva una carga de 28 toneladas de productos agrícolas, según una fuente.

Aunque el califato proclama haber eliminado la corrupción, los combatientes a veces exigen sobornos a los conductores, dijeron varios de ellos.


Un tipo me ordenó que le pagara un soborno de US$100” relató uno de los camioneros. “Traté darle 40.000, el equivalente en libras sirias”, añadió, pero el militante sólo aceptaba dólares estadounidenses y consideraba la divisa siria como “una moneda fallida”, indicó.


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Los conductores que ingresan a territorio kurdo aprovechan para sacar los paquetes de cigarrillos que lograron esconder de los militantes de Estado Islámico. Muchos detallan las estrictas sanciones del grupo terrorista: quince días de cárcel por cigarrillo contrabandeado y 40 latigazos por afeitarse la barba.


A pesar de la amenaza constante de que se use la actividad comercial para enmascarar atentados, prohibir la circulación de los camiones no es una alternativa. Los grupos en conflicto necesitan los bienes y los fondos, mientras que los camioneros necesitan el trabajo.


“Pagamos lo que quieren y seguimos nuestro camino”, dice un conductor. “Esperamos hacer nuestro trabajo en paz y llegar sanos y salvos a nuestros destinos”.


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