Los
ojos del mundo se fijan en la elecciones de Perú un país donde no se vota por
partidos (como sería lógico en un país burgués y desarrollado) sino por caudillos
(propio de clanes feudales ) : 20 caudillos Estaban en la lista pero el JNE los
fue eliminando o intimidando y cambiando las reglas de juego a unas horas antes
de los comicios (había asustado que sino pasaban la valla electoral de 5% + 1 %
por cada alianza se les eliminaría como partidos y varios renunciaron y luego
hoy dicen que ya no , ;que serán solo 5 % ) a última hora prohibieron tomar fotos de las actas electorales para que no quede
huella del fraude electoral que está en
proceso
Perú
se prepara para votar en medio de una gran frustración
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/09/america/1460218079_272173.html
Pese al crecimiento económico, el
país respira un gran malestar que explica el éxito de la candidata Keiko
Fujimori
CARLOS
E. CUÉ
Lima
9 ABR 2016 - 19:15 CEST
Trabajadores
de la Ofina Electoral de Perú prepararn el material para las elecciones. MARTIN
BERNETTI AFP
La imagen de Perú que tiene el mundo
es la de un país exitoso, de gran crecimiento económico en los últimos años. Pero en Lima se respira una enorme frustración con el sistema
político que puede llevar a los ciudadanos a elegir a Keiko Fujimori, la
hija del artífice del autogolpe de 1992, hoy en la cárcel. Ya es seguro que
ella entrará en la segunda vuelta del 5 de junio, todas las encuestas la
colocan primera con una distancia de 15 o 20 puntos
sobre el segundo. Pero no logrará ganar a la primera, según los sondeos.
Perú decide mañana quien pasará a segunda ronda e intentará impedir su
victoria, si el veterano Pedro Pablo Kuczynski
(Peruanos por el Kambio, centro derecha) o la gran novedad, la izquierdista Veronika Mendoza (Frente Amplio).
Perú
es un país imprevisible.
Después del hundimiento de los años 70 y 80, con Alberto Fujimori en 1990 llegó
una conmoción.
Destruyó
el sistema de partidos, reventó las bases de la democracia, ocupó todo el poder, y 25 años después el país y sobre
todo su política no se han recuperado. Para una parte de los peruanos, es una
historia oscura que no debe repetirse. Para otros, Fujimori fue el hombre
fuerte que viajaba a las zonas más pobres y apuntaba con una libreta las
necesidades de cada uno. Pocos días después llegaba la lavadora, los zapatos,
el material escolar, los arreglos de la calle, de la escuela. “Populismo de
derecha eficaz”, lo llama el politólogo Martín Tanaka.
“Perú en
1990 estaba hundido. Desde 1968 el PIB per cápita caía todos los años. Había un
60% de pobreza [hoy está en el 24%]. Además
estaba Sendero Luminoso. Desde 1990 el crecimiento fue sostenido.
El éxito del
fujimorismo se explica porque queda el recuerdo de esa mejora”, asegura el
economista Juan Mendoza. Desde que se logró sacar a Fujimori del poder y
meterlo en la cárcel por corrupción y atentados contra los derechos humanos, se
han sucedido cuatro presidentes democráticos. La economía crece, ahora más
ralentizada, pero los peruanos están muy insatisfechos. “El país viene de un empobrecimiento enorme,
eso explica el crecimiento. Pero falta mucho por resolver.
Hay
mucha corrupción.
Ha habido mucha impunidad. El Estado no es un proveedor eficaz
de servicios. Hay 10 millones de personas sin agua potable o alcantarillado en
Perú, la inseguridad
ciudadana crece. Esto explica la insatisfacción”, remata Mendoza.
Alberto
Fujimori destruyó el sistema de partidos, reventó las bases de la democracia,
ocupó todo el poder
Basta hacer
un recorrido por los alrededores de Lima para comprobar que ese crecimiento peruano del que habla el mundo no ha llegado
a todas partes. En cuanto uno se aleja de los barrios ricos, San Isidro,
Miraflores, Barranco, con sus vallas electrificadas en las casas para impedir
la entrada de ladrones, la dura realidad latinoamericana impacta: casas sin
acabar de chapa y ladrillo, chabolas, pequeños autobuses atestados en los que
viajan durante horas como ganado los trabajadores. “El peruano está más satisfecho como consumidor que como ciudadano. En
estos años ha logrado comprarse un televisor nuevo pero cuando preguntamos por la sanidad o la educación todo cambia”, explica Hernán Chaparro, director de GFK, una de las
principales encuestadoras del país. Para él, como para la mayoría de los
analistas, el problema real es que Perú “nunca tuvo una
sociedad civil madura”. “Hay mucha corrupción y desesperación. Los datos
indican que muchos de los que piden mano dura y apuestan por Fujimori en realidad lo que quieren es justicia, es una demanda
republicana frustrada”, explica Chaparro.
Perú parece
un país desconfiado, descontento, inacabado. “Hemos pasado todos estos años sin
escuchar la espada de Damocles de los golpes de Estado y parece que no nos la
creemos. Sigue la sospecha absoluta del otro”, asegura Max
Hernández, psicoanalista, uno de los intelectuales más respetados del
país. Hernández cree que Perú sigue marcado por sus dictaduras y de ahí viene
la frustración. “Cuando se ha vivido mucho tiempo sin democracia, la democracia
adquiere ribetes casi mágicos, pero simplemente permite que se tramiten los
conflictos por medios no violentos. Tenemos una larguísima historia de
desconfianza. El
país no ha logrado transformar lo que es aún vivido como el trauma de la
conquista que divide a la sociedad”, reflexiona.
“Hay una cultura democrática pobre en el Perú, con
atavismos.
Buscamos
el hombre fuerte.
Venimos
de ahí, desde los incas, los virreyes.
Hay
una inercia hacia el líder mesiánico que ordena las cosas en el país. Siempre fue así.
Por eso hay más caudillos que partidos
políticos”,
sentencia el escritor Jeremías Gamboa.
Un país
desconcertante, que llegó a tener 20 candidatos
presidenciales –quedan 10- que sacó de la carrera a uno que tenía el 21% de
proyección de voto, Julio Guzmán, y que vio cómo otro, Gregorio Santos,
en prisión preventiva por corrupción, salió de la cárcel para participar en el
debate presidencial de la semana pasada, con la policía esperándolo a la puerta
para llevarlo a dormir a su celda otra vez cuando terminó el cruce.
En ese magma
de sorpresas, unos miles de votos decidirán hoy quién pasa a la segunda vuelta
con Keiko Fujimori, la gran favorita. Si es Verónika Mendoza, de 35 años, una mujer de Cusco
que habla quechua y ha sido la gran revelación política, el debate será
derecha-izquierda y se centrará en el modelo económico. Si es Pedro Pablo Kuczynski, de 71 años, que fue ministro de
Economía con Alejandro Toledo y tiene estrechos vínculos con EEUU, donde pasó
buena parte de su vida, no se discutirá de economía sino de Fujimori. Las
últimas encuestas de esta semana señalan un empate técnico entre los dos segundos, alrededor del 20%, con Keiko en cabeza pero por debajo del 40% y
lejísimos del 50% que necesitaría para ganar a la primera. En cualquiera de los
dos casos, ella será la gran protagonista. Perú decide si le entrega de nuevo
el poder a su familia.
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