La
muy frágil recuperación de Europa y el débil
crecimiento de EEUU retrasando o terminando el aumento de las tasas de interés de
la FED hace que un poquito de dinero vuelva a los emergentes dándoles un
momentito de alivio en sus alicaídas economías, pero eso termino en Perú, no
tanto por la economía sino por la incertidumbre política.
Los
mercados emergentes disfrutan de un momento dulce, pero ¿durará?
http://lat.wsj.com/articles/SB11971805258026393649304581647882051499372?tesla=y
La
presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. PHOTO: ASSOCIATED PRESS
Por RICHARD BARLEY
jueves,
7 de abril de 2016 19:03
EDT
Los inversionistas de mercados
emergentes han tenido, finalmente, motivos para celebrar.
Las divisas, los bonos y las acciones
han repuntado y el dinero ha estado llegando.
El problema es que los fundamentos
para justificar el optimismo son débiles.
Los respiros
de alivio de los gestores de fondos son entendibles.
El pesimismo sobre estos activos
resultó exagerado y los mercados emergentes se han
recuperado, al menos en parte.
El
índice MSCI Emerging Markets acumula un alza de 1,9% este año, en
comparación con una caída de 2,5% del índice mundial de mercados desarrollados.
Las
monedas han repuntado. El real, por ejemplo, ha subido 7,4% frente
al dólar, el rublo ruso 5,8% y la lira turca 1,9%. El desempeño de los
bonos de economías emergentes denominados en dólares y en moneda local también
ha mejorado.
El dinero
que ingresa a los fondos dedicados a los mercados
emergentes alcanzó en marzo US$36.800 millones, su mayor nivel en 21
meses, según los cálculos del Instituto de Finanzas Internacionales. El banco
estadounidense J.P. Morgan señala que los inversionistas han sumado la mayor
cantidad de posiciones en bonos en moneda local y divisas de países emergentes
desde que empezó a encuestarlos en 2001.
No obstante,
una buena parte del repunte tiene que ver con las
decisiones de los bancos centrales de los países desarrollados y, en
particular, la aparente renuencia de la Reserva
Federal de Estados Unidos a subir las tasas de interés todo lo que se
preveía.
El debilitamiento del dólar ha provisto un
respiro. Una política más expansiva de la Fed, relativa a las expectativas, les
otorga a los bancos centrales de las economías emergentes un mayor margen de
maniobra a medida que se alivia la presión a la baja sobre sus monedas.
Esta especie
de tregua monetaria también ha allanado el camino de los mercados y alentado el
apetito por el riesgo. El índice VIX de volatilidad accionaria alcanzó la
semana pasada su menor nivel desde mediados de 2015, antes de que un mal
ejecutado cambio en la política cambiaria china hiciera cundir el pánico en los
mercados. No obstante, en la medida que la política monetaria está volviendo a
suprimir la volatilidad, no hace más que aplazar el momento de la verdad.
Los mercados
emergentes no dependen solamente de la generosidad de los bancos centrales de
las economías desarrolladas. Los temores a una devaluación del yuan han
disminuido y las autoridades del país han mejorado sus comunicaciones.
Los inversionistas
también aguardan cambios políticos en Brasil, donde el gobierno de la
presidenta Dilma Rousseff lucha por su supervivencia.
Aunque Rusia ha sido víctima de la
inestabilidad geopolítica, su manejo del derrumbe del precio del petróleo la ha
hecho recobrar la confianza de los inversionistas.
Igualmente,
en los próximos meses la atención de los mercados se volverá a trasladar a
Europa, donde la situación de Grecia y la votación en
el Reino Unido sobre su permanencia en la Unión
Europea están generando inquietud. Los
mercados emergentes se pueden beneficiar de no encabezar la lista de
preocupaciones de los inversionistas.
De todos
modos, para que se produzca una verdadera recuperación, los inversionistas
tienen que ver indicios de reformas y crecimiento sostenible. Si las recientes
alzas son producto principalmente de los ajustes de los tipos de cambio y las
expectativas de tasas de interés en EE.UU., los mercados emergentes son
vulnerables a que la tendencia se revierta. Incluso una aceleración del
crecimiento estadounidense se puede transformar en un gran problema, puesto que
probablemente conducirá a un endurecimiento de las condiciones de crédito en el
mundo de cara a un sesgo más restrictivo de parte de la Fed.
Un mundo en
el que una recuperación más dinámica de la economía estadounidense constituye
una preocupación es un mundo que no inspira ninguna confianza duradera de que
los mercados emergentes ya salieron del atolladero. El
momento dulce no puede durar para siempre.
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