La
fiscalía Mexicana encubrió a la policía federal de México dependiente del gobierno central que fue la que cometió
el secuestro y posterior asesinato de los 43 estudiantes de Iguala en México,
con la complicidad del ejercito .
CASO
AYOTZINAPA
Un
testigo protegido da un giro al caso Iguala e implica a la Policía Federal
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/15/mexico/1460684620_879683.html
La Comisión
Nacional de Derechos Humanos ofrece nuevos escenarios para la desaparición y
exige ampliar la investigación sobre el papel del Ejército
JAN
MARTÍNEZ AHRENS
México
15 ABR 2016 - 04:02 CEST
Protesta por
la desaparición de los estudiantes en Ciudad de México. YURI CORTEZ AFP
La hoguera
en la que México arde desde la noche del 26 de septiembre de 2014 está
destinada a no apagarse nunca. La reconstrucción del secuestro y muerte de los
43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa aún ofrece zonas ciegas
y continuamente tropieza con sorprendentes bifurcaciones. La última puerta la
abrió, gracias a un testigo protegido, la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). En una inesperada vuelta de
tuerca, el presidente de este organismo público reveló una línea de
investigación que implica en la matanza a la Policía Federal, pide revisar el
papel del Ejército, ofrece nuevas escenarios para las desapariciones y aporta
un tenebroso e inédito personaje a la trama: un líder
criminal llamado El Patrón.
El caso
Iguala se ha vuelto un inagotable frente de desgaste para el Gobierno de
Enrique Peña Nieto. Hasta ahora, la investigación sobre la hoguera del basurero de Cocula en que supuestamente ardieron los
normalistas había consumido gran parte de este esfuerzo. Las dudas llevaron a un estruendoso choque entre el Ejecutivo y los expertos de la
Organización de Estados Americanos enviados para ayudar en las
pesquisas. Pero mientras todas las miradas han estado concentradas en este
enfrentamiento, que finalmente parece haberse decantado a favor de las tesis
gubernamentales, la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha avanzado por otros
derroteros.
Sus
investigaciones parten de un testigo presencial que no participó en los hechos.
Su relato, según la comisión, ha sido corroborado por “diversas pruebas” y se
limita a uno de los tres autobuses implicados en la tragedia: el Estrella de Oro 1531.
Un
transporte que la Policía Municipal de Iguala, embarcada aquella noche en una
feroz persecución de los normalistas, obligó a detenerse junto al Puente del Chipote. Dentro iban de 15 a 20
estudiantes, entre ellos Alexander Venancio Mora,
la única víctima cuyos restos han sido identificados hasta la fecha.
Conocedores de su violencia, los normalistas evitaron bajar. Pero la fuerza
pudo más. A golpes y con gases lacrimógenos fueron sometidos.
Hasta ahí,
el relato ofrece pocas variaciones sobre lo ya sabido. Pero el testigo sostiene
que los policías pidieron entonces apoyo a los agentes de la localidad de Huitzuco (16.000 habitantes).
Vinieron
tres patrullas. Y cuando
estaban metiendo a los normalistas en los coches, llegaron dos más de la Policía Federal, una fuerza que depende del Gobierno central.
Se inició
entonces una macabra discusión. ¿Qué hacer con los
estudiantes? “Por consenso”, según el relato de la comisión, decidieron
llevarles hasta Huitzuco ante un extraño personaje
llamado El Patrón, posiblemente un cabecilla del sanguinario cártel de Guerreros Unidos. Él tenía que decidir sobre su
destino. Luego, les subieron a las patrullas. Fue la última vez que se les vio
con vida.
Esta versión
ofrece un ángulo inédito de la noche de Iguala. Y por ello mismo viene cargada
de dinamita.
¿Cómo es posible que hasta la fecha
no se hayan conocido estos detalles?
¿Ni que Huitzuco haya sido mencionada en
ninguna reconstrucción?
La misma
CNDH sostiene que sus pesquisas han sido obstaculizadas y que las empresas que
deberían haber informado ocultaron los hechos a la fiscalía y encubrieron a los
criminales.
Pero la onda
expansiva va mucho más allá de una nueva fisura en la “verdad histórica” como
denominó a su versión el anterior procurador general.
Las implicaciones de esta reconstrucción, aunque no sean incompatibles con la
hipótesis oficial del asesinato y quema en el basurero de Cocula, amenazan con
abrir una nueva crisis de confianza. La presunta participación de la Policía Federal no
sólo pone en entredicho a este cuerpo, sino a sus superiores políticos. Tras un
año y medio de investigaciones, es difícil entender cómo no se llegó antes a
determinar la participación de dos simples agentes. Y en el mismo brete queda el Ejército. Cómo recuerda la Comisión Nacional
de Derechos Humanos, está demostrado que al menos un militar acudió esa noche
al Puente del Chipote, presenció el enfrentamiento con los agentes y tomó
cuatro fotografías. ¿Por qué no hicieron
nada?
Con la
policía federal y el ejercito involucrados, la hoguera ha vuelto a prender. La Procuraduría General de la República se apresuró a
asegurar que investigará hasta el último detalle y que el testigo está
protegido. Pero, como ya es una constante con el caso Iguala, la combinación de corrupción y muerte ha vuelto a
despertar el escepticismo y ha confrontar a México con sus peores espectros.
“Lo sucedido a los estudiantes normalistas de Ayotzinapa constituye la más cruda
expresión del horror y del enorme poder corruptor que pueden lograr las
organizaciones criminales en nuestro país”, afirmó el presidente de la CNDH,
Luis Raúl González Pérez. La hoguera, hasta nuevo aviso, sigue ardiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario