Pemex
está al borde del colapso financiero, sufre la mayor pérdida de su historia:
30.000 millones de dólares en 2015; tiene una deuda de 87.000 millones de
dólares y un pasivo de 190.000 millones, la mitad de origen laboral y tiene unos 150,000 empleados y 100,000 pensionistas,
Por lo que se vienen despidos masivos
Pemex
sufre la mayor pérdida de su historia: 30.000 millones de dólares en 2015
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/02/29/mexico/1456764473_200116.html
La compañía
petrolera mexicana trata de evitar su colapso con un
recorte de 5.500 millones de dólares
JAN
MARTÍNEZ AHRENS
México
1 MAR 2016 - 04:00 CET
VÍDEO: El director general
de Pemex, José Antonio González, habla sobre los recortes de la empresa. EFE
México tiene
un problema. Petróleos Mexicanos (Pemex), la mayor compañía del país, ha
entrado en barrena. Tras encadenar 13 trimestres
negativos, la empresa estatal ha alcanzado sus mayores
pérdidas en la historia: casi 30.000 millones de dólares en 2015 (más de 27.900
millones de euros). Un agujero negro insostenible, efecto tanto de su
anquilosada estructura (150.000 empleados y 100.000
pensionistas) como del impacto de la caída del precio del crudo, el
descenso de la producción y la depreciación del peso. Tres factores que la
empresa, estrangulada por la falta de liquidez y una
sobrecarga de deuda, trata ahora de compensar con un recorte de 100.000 millones de pesos (5.500 millones de dólares).
Pemex
necesita ayuda. La compañía que un día fuera el orgullo de la economía
mexicana, está al
borde del colapso financiero. A sus pérdidas, se suman una deuda de 87.000 millones de dólares y un pasivo de 190.000
millones, la mitad de origen laboral. Esta combinación ha generado un
grave problema de liquidez. La compañía apenas tiene
capacidad para pagar a sus proveedores (les llegó a adeudar 8.000 millones de
dólares) y en el horizonte no se advierte ningún remedio fácil; la
crisis del petróleo ha venido para quedarse y los costes de producción no han
hecho sino aumentar.
En este
laberinto, el Gobierno ha tomado la línea recta como salida. Defenestró hace
dos semanas al director general de Pemex, un supuesto mago de la finanzas que había
quedado atrapado en las tripas del mastodonte, y dio el mando José Antonio González Anaya, un economista de alta
cualificación, cuyo principal blasón es haber reducido en un tercio el déficit
de la Seguridad Social.
Hombre
cercano al todopoderoso secretario de Hacienda, Luis Videgaray, el nuevo
directivo se ha estrenado con un fuerte recorte estructural. Su objetivo es
poner orden en una compañía que tiene siete veces más
personal que petrolera pública noruega Statoil. El motivo alegado para
el ajuste es un sonoro fallo en las previsiones presupuestarias, que tomaron
como referencia un precio del barril de 50 dólares para este año, cuando la
realidad es que se situará en torno a los 25 dólares. “Tenemos un problema de liquidez,
no de solvencia, y nos tenemos que adaptar a un entorno de precios más bajos de
lo previsto. Para ello, hemos puesto en marcha tres líneas acción:
Aumentar
la eficiencia,
Diferir inversiones no rentables y
Ajustar
el gasto a operaciones que sean rentables con un barril a 25 dólares”, explicó González Anaya.
Los dos
mayores tijeretazos recaerán en la divisiones de exploración
y producción (46.800 millones de pesos) y de transformación
(36.200 millones). Aunque la dirección de la empresa no se refirió a
ello, esta reducción implicará despidos masivos, calculados por el propio
Gobierno en al menos 10.000 puestos de trabajo.
“Las medidas se irán tomando paso a paso, ahora mismo no tenemos cifra
cerrada”, señaló González Anaya.
La respuesta
sindical está asegurada, pero la cúpula de Pemex cuenta con el apoyo absoluto
del Gobierno y, sobre todo, de un plan de salvamento que tratará de
recapitalizar la compañía. “El programa de ajuste presentado es responsable y
contribuye a resolver los problemas de liquidez, es una base sobre la que
podemos dar apoyo de capital federal”, afirmó el subsecretario
de Hacienda, Miguel Messmacher.
El golpe a
Pemex es una señal que trasciende el ámbito de la petrolera. El deterioro de la
compañía llega en un momento especialmente delicado, cuando la reforma
energética ya había culminado su tramo legislativo y desde el Ejecutivo se
esperaba cosechar inversiones multimillonarias y dinamizar un sector
esclerotizado después de décadas de monopolio. Pero el resultado ha quedado muy
lejos de las expectativas. La crisis del crudo ha enfriado los apetitos
inversores y la caída del barril ha tenido un efecto directo sobre las arcas
del Estado. Si en 2014 el 30% de los ingresos públicos llegaron por esta vía,
en 2015 se redujeron al 20%. Ante este súbito desplome, el Gobierno ha ordenado
por segundo año consecutivo recortes generales y ha puesto en marcha toda su
maquinaria política para salvar a Pemex. Pero nadie en México cree en una
mejora clara a corto plazo. Los grandes pozos petrolíferos están llegando a su
fin y muy poco confían en que la apertura del mercado permita una pronta
recuperación. El invierno no ha hecho más que empezar.
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