El
gradualismo diluye ambición reformista en las estatales chinas
http://lat.wsj.com/articles/SB11066319627511824540204581577592339670116?tesla=y
Una planta
de Tonghua Iron & Steel Group Co. en Tonghua, provincia de Jilin province,
China. PHOTO: QILAI SHEN/BLOOMBERG NEWS
Por MARK MAGNIER
jueves,
3 de marzo de 2016 19:59
EDT
BEIJING—Hace
dos décadas, los líderes de China decidieron que una combinación de
reformas, privatizaciones y despidos era la receta indicada para reactivar la
economía y sacudir las industrias estatales que sufrían las consecuencias de su
endeudamiento, un exceso de capacidad y la caída de las ganancias. Se estima que unas 20 millones de personas perdieron su
empleo a fines de los años 90.
Las mismas patologías vuelven a
afligir hoy en día a la economía y se espera que la reestructuración de las empresas del país
domine el próximo plan quinquenal en momentos en que la Asamblea Popular
Nacional, como se conoce a la sesión legislativa anual, se apresta a comenzar
el sábado en Beijing. En esta ocasión, el gobierno está adoptando una
estrategia más mesurada para eliminar sus fábricas
“zombie” mientras hace frente a una rápida desaceleración del
crecimiento que ha desconcertado tanto a las autoridades como a los mercados
globales y ha generado temores de agitación social.
El gobierno
ha presentado planes para eliminar en los próximos
cinco años 1,8 millones de empleos en los sectores siderúrgico y carbonífero. Para
paliar el impacto social, inyectará unos 100.000 millones de yuanes (US$15.300
millones) en un fondo para financiar el pago de indemnizaciones, capacitación y
reubicación.
Los
economistas se preguntan si será suficiente. El
gobierno busca recortar 150 millones de toneladas de acero para 2020,
pero el superávit anual del sector ronda los 400
millones de toneladas, según la
Asociación China del Hierro y del Acero.
Un bosquejo
de las reformas que se avecinan se puede divisar en el
traumatizado cinturón industrial del noreste. En Jixi, una localidad
cubierta de polvo de carbón, el dinero del gobierno provincial ayuda a Heilongjiang LongMay Mining Holding Group Co. a
reducir su personal.
Entre
noviembre y enero, unos 20.000 trabajadores de
la compañía fueron transferidos a empleos agrícolas, forestales y de
recolección de basuras, señala Guo Shenming, un inspector de seguridad en la
mina Dongshan de la empresa en Jixi. Los trabajadores reciben 1.800 yuanes
(US$275) al mes durante tres años de la provincia y luego el nuevo empleador se
encargará de pagar los salarios, explica.
ENLARGE
“Es el ocaso
de la industria del carbón”, dice. “Es una buena oportunidad para los
trabajadores que se quieren ir”. Sin embargo, el repliegue carbonífero
y el cierre en 2014 de una acería ha golpeado con fuerza a la ciudad, cuenta
Guo, cuya familia administra un restaurante. “Para celebrar el Año Nuevo Lunar,
las familias solían comprar 10 o más patas de cerdo, pero este año sólo se
llevaron tres o cuatro”, señala.
LongMay, que durante su época dorada empleaba
a 250.000 personas, tiene hoy menos de 200.000
trabajadores. Pese al ajuste, registró una pérdida de 2.230 millones de yuanes
en el primer semestre de 2015, según China Bond Rating Co., que está afiliada
al banco central. El gobierno provincial
otorgó un préstamo de 3.800 millones de yuanes en noviembre para ayudar a la
empresa a pagar su deuda. La oficina de prensa de la compañía estatal no
pudo ser contactada para que comentara al respecto.
Si bien
China ha prometido cambiar el motor de su crecimiento
desde el sector industrial y las exportaciones al consumo y los servicios, también se prevé un aumento del estímulo fiscal y monetario, medidas
orientadas a priorizar el crecimiento que probablemente generarán dudas acerca
del compromiso de las autoridades con la restricción de la capacidad.
Se espera que
la economía promedie una expansión de 6,5% al año hasta
2020, según el gobierno. Al hablar ante un grupo de periodistas el
jueves, Li Daokui, ex asesor del banco central, manifestó que es probable que
el crecimiento ascienda a 6,7% este año.
Economistas
de Nomura Holdings Inc., Banco Bilbao Vizcaya
Argentaria SA y Goldman Sachs Group Inc., entre otros, consideran que estas metas son muy optimistas si no van
precedidas de una reestructuración temprana y enérgica. Los bancos estiman
que en algunas industrias el exceso de capacidad llega
a 35%, lo que ha disparado la deuda.
Esta semana,
Moody’s Investors Service rebajó la calificación de 25 entidades financieras,
38 compañías estatales y subsidiarias y cambió la perspectiva de la deuda del
gobierno de estable a negativa, aludiendo a las preocupaciones en torno a las
finanzas y las reformas. Xinhua News Agency,
la agencia estatal de noticias, calificó la decisión de Moody’s de miope y un
portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores aseveró que China sigue
adelante con los planes de reforma y que los fundamentos de la economía siguen
siendo sólidos.
A medida que
China exporta su exceso de acero, las acusaciones de dumping se han
multiplicado en Europa y Estados Unidos. En 2015, el consumo
de acero cayó 5% interanual en China, según Moody’s, mientras que las exportaciones netas de acero crecieron 25,5%.
Mientras tanto, el carbón se ha visto afectado por un descenso de la demanda y
normas medioambientales más estrictas. Los ingresos del sector han bajado 27% y
las ganancias netas 90% desde su máximo de 2012, según la consultora Gavekal Dragonomics.
Los
esfuerzos del gobierno por reestructurar sus 150.000 compañías estatales marchan más lento que en los años
90 por varias razones. Es más difícil
que los trabajadores despedidos del sector industrial encuentren empleo en una
economía más especializada. Las nuevas fuentes de demanda y productividad
son más limitadas que en 2000, cuando China se disponía a ingresar a la
Organización Mundial del Comercio y la economía se industrializaba a toda
velocidad trasladando a millones de personas del campo a la ciudad.
Otro
problema es la ejecución.
China tiene antecedentes de anunciar
reformas que posteriormente son diluidas por las autoridades locales, que están
más interesadas en aumentar el empleo y en recaudar impuestos. Cuando
explotó la crisis financiera de 2008, el gobierno trató de cerrar las
fundiciones más pequeñas para elevar la eficiencia del sector siderúrgico. La
consecuencia imprevista, no obstante, fue un gran aumento de la capacidad luego
de que las acereras y los gobiernos locales incrementaron el tamaño de las
fundiciones para eludir las restricciones.
El temor a
la agitación social y a la irritación contra el Partido Comunista también juega
un papel importante. El año pasado, la cantidad de manifestaciones laborales se
duplicó respecto de 2014, según China Labour Bulletin, un grupo cívico de Hong
Kong.
En todo
caso, China parece contar con mejores herramientas para afrontar despidos
masivos que en los años 90. Su red de seguridad social es más extendida y se
han implementado mejores protecciones para los desempleados.
En última
instancia, la velocidad de las reformas depende de los máximos líderes del
país.
Yukon
Huang, quien encabezó la
oficina del Banco Mundial en China entre 1997 y 2004, atribuye gran parte de la
enérgica respuesta en los 90 a la determinación del entonces primer ministro,
Zhu Rongji. “No tenía miedo de asumir un riesgo y confiaba en que las fuerzas
competitivas arreglarían la situación”, señala.
Mientras el
presidente Xi Jinping se dispone a presentar su plan quinquenal ante la
Asamblea Popular Nacional, después de un año de turbulencias para la economía y
los mercados, Huang cree que el
mandatario parece menos convencido de los beneficios de las reformas de las
compañías estatales. “No está asumiendo riesgos”, advierte.
—Chuin-Wei Yap y Josh Chin contribuyeron a este
artículo
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