Los
indicadores económicos ya muestran una recesión industrial en EEUU, los descensos del precio del petróleo son en
realidad un síntoma de defectos más arraigados de la economía global, es el manifiesto
de fuerzas deflacionarias más amplias, lo que viene es bancarrotas relacionadas
con la energía y la morosidad, y cesaciones de pagos
El
derrumbe del petróleo abre un ciclo vicioso para la economía de EE.UU.
http://lat.wsj.com/articles/SB12335994722113753961804581521283136816392?tesla=y
Un cartel en
Texas muestra el precio de un galón de gasolina.
PHOTO: SPENCER
PLATT/GETTY IMAGES
Por NICK TIMIRAOS
Actualizado
viernes, 5 de febrero de 2016 0:08 EDT
Con el crudo
oscilando en torno a US$30 el barril y la gasolina por debajo de US$2 por galón
en Estados Unidos, el placer de los precios más bajos del combustible se está
tornando doloroso para la mayor economía del mundo.
El problema
no son sólo los despidos y los recortes de inversión en la industria petrolera,
dos efectos previsibles desde que el precio del crudo comenzó a deslizarse en
2014. Las preocupaciones sobre bancarrotas relacionadas
con la energía y la morosidad también están ayudando a endurecer las
condiciones financieras, lo cual pesa en una franja cada vez más amplia de la
economía.
¿Puede
EE.UU. tener demasiado de algo bueno? Pocos economistas esperan que la caída
del crudo lleve a la economía a una recesión. Pero las crecientes dificultades
generadas por ese derrumbe podrían volverse más difíciles de contener si los descensos del precio del petróleo son en realidad un
síntoma de defectos más arraigados de la economía global, incluyendo la debilidad de la demanda y la sobreoferta de
materias primas, capacidad productiva y mano de obra.
El petróleo barato refleja un
fortalecimiento del dólar, que ya ha complicado las exportaciones estadounidenses. Y la confianza
del consumidor podría salir lastimada si las pérdidas bursátiles del último año
se consolidan.
Si bien el
combustible barato beneficia a los consumidores, las fuerzas detrás de esa
caída de precios podrían ser más corrosivas de lo que se pensó inicialmente. La
baja del crudo durante el mes pasado “es menos una señal de que las cosas van a mejorar y más una
señal de que las cosas están en peligro de volverse mucho peores”,
dice Stephen King, economista sénior de HSBC.
En general,
los mercados consideran el alza de precios de la energía como un alza de
impuestos y la baja como recortes de impuestos. De hecho, la gasolina barata ha
sido una gran ayuda para las familias estadounidenses, que el año pasado
ahorraron por este concepto unos US$140.000 millones, más o menos el doble que
en 2014. En promedio, el galón (3,78 litros) de
combustible costaba US$1,82 la semana pasada, frente a US$3,68 en junio
de 2014.
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La caída del
precio del combustible aportó alrededor de 0,5 puntos porcentuales al
crecimiento del consumo el año pasado, según Jason Thomas, director de
investigación de la firma de private equity Carlyle Group.
No obstante,
el crecimiento global fue más débil de lo previsto, lo que sugiere altos
niveles de deuda familiar y un aumento de los costos de vivienda, salud y
educación universitaria, que en conjunto hacen que los consumidores
estadounidenses se abstengan de gastar más.
Los recortes
del sector petrolero han compensado “cualquier beneficio que usted haya tenido
del lado del consumo”, dice Lewis Alexander, economista jefe para EE.UU. de
Nomura Securities.
Algunos
economistas dicen que no se justifica hablar de recesión. La economía
estadounidense sigue creando empleos, las finanzas de los hogares están
mejorando y el mercado inmobiliario se ha mantenido estable. El aumento de
kilómetros recorridos en EE.UU. durante el año pasado es el mayor desde 1997.
“Las
probabilidades de una recesión en EE.UU. en el próximo año están para mí tan
cerca de cero como cualquier otra cosa pudiera estar cerca de cero”, dice David Rosenberg, economista jefe de la firma de
gestión de dinero Gluskin Sheffield & Associates.
Desde los
años 70, cada recesión en EE.UU. ha sido precedida por un aumento, no una
caída, de los precios del petróleo. “Esta es la primera vez que escucho a la
intelligentsia económica decir que un descenso en los precios del petróleo va a
desencadenar una recesión en EE.UU.”, agrega Rosenberg.”
Una
preocupación que persiste, sin embargo, es que la desaceleración industrial podría aumentar las cesaciones de pagos y,
por lo tanto, restringir las condiciones financieras.
El mercado
de bonos de alto rendimiento es particularmente vulnerable porque las compañías
de energía representan gran parte de su crecimiento desde la última recesión. En los cinco años que terminaron en 2013, el valor nominal de
los bonos de alto rendimiento en el sector energético creció 181%, en
comparación con 69% para el resto del mercado, según Guggenheim Partners.
Los bancos
también aumentaron los préstamos a empresas a lo largo del ciclo expansivo, al
tiempo que dejaban de lado mercados más tradicionales, como el de las
hipotecas. Los préstamos comerciales e industriales y
los leases en poder de bancos de EE.UU. aumentaron 58% en el período de
cinco años que terminó en septiembre pasado, en comparación con un alza de 21%
para el conjunto de los préstamos y una disminución de 2% en hipotecas
residenciales.
El mes
pasado, el aumento de los costos de la deuda para las energéticas elevó la tasa
de deuda de empresas en problemas de Standard & Poor’s a su nivel más alto
desde julio de 2009, al final de la recesión.
Si una
desaceleración del crédito “se extendiera más allá (de los sectores de)
la energía y la minería, eso sería un problema”, dice Rosenberg.
Algunos
inversionistas también divisan riesgos subestimados en los
mercados emergentes, donde la disminución de la demanda de petróleo pone
de manifiesto
fuerzas deflacionarias más amplias. Los precios del maíz y la soya
han caído por debajo de su costo de producción, y los precios del acero se han
reducido 30% respecto al año pasado.
Al
principio, muchos consideraban que estas tendencias eran transitorias, pero la debilidad de la demanda global aumenta el riesgo de que EE.UU.
no pueda seguir escapándose de estas
amenazas. El principal culpable es un exceso de oferta de mano de obra y
capital en los mercados emergentes, que durante los últimos cinco años acumularon
grandes deudas para construir nuevas instalaciones productivas.
Este exceso
de oferta en los países emergentes ayuda a explicar por qué el crecimiento de
los salarios en EE.UU. ha sido tan débil a pesar de que el desempleo cayó a 5%,
dice Daniel Alpert, director gerente de Westwood Capital, una firma de banca de
inversión. Los salarios más altos en EE.UU. sencillamente hacen que los
trabajos se trasladen a países con menores costos que tienen un exceso de mano
de obra.
Los
indicadores económicos ya muestran una recesión industrial. La Reserva Federal informó este mes
que su índice de producción industrial cayó 1,8% en el
año terminado en diciembre. A partir de la década de 1970, la caída de
este indicador ha estado siempre acompañada por una recesión.
A pesar de
que la economía de EE.UU. está mucho más centrada en los servicios que en la
producción de bienes, también está más expuesta a la disminución de los precios
de las materias primas, ya que “una gran cantidad de los servicios en
nuestra economía se lleva a cabo en apoyo a los materiales producidos”,
dice Alpert. En última instancia, una deflación en el sector de bienes podría
perjudicar también a esos proveedores de servicios.
Los
analistas han restado importancia a las preocupaciones sobre la contracción del
sector manufacturero o a una desaceleración del comercio porque ambos
representan una parte relativamente pequeña del crecimiento de la economía
estadounidense. En el pasado, esto permitió a EE.UU. superar similares
depresiones.
Sin embargo,
a otros les preocupa que los cambios en la economía mundial hayan reducido el
aislamiento de EE.UU., lo que significa que los modelos de la Fed y otras
entidades pueden exagerar los efectos de la actividad doméstica y evaluar
inadecuadamente los efectos transfronterizos.
Desde que la
recesión terminó en 2009, las exportaciones han
contribuido 15% al crecimiento de EE.UU., comparado con un promedio de 9% en las siete expansiones económicas
anteriores, de acuerdo con Ruchir Sharma, de Morgan
Stanley.
Mientras que
el sector manufacturero representa una octava parte de la producción de EE.UU.,
la empresa promedio de S&P 500
obtiene más o menos un tercio de sus ingresos en el extranjero.
El exceso de
oferta de China y otros mercados emergentes ha desafiado a los fabricantes
nacionales durante años. Los productores no pueden permitirse el lujo de
reducir su capacidad o creen que son el productor de menor costo que puede
sobrevivir a la próxima sacudida.
“Lo que
todos hemos aprendido y (que yo) he comprobado de primera mano es que los
productores, por razones válidas–tienen enormes costos fijos—son muy, muy
reacios a cerrar capacidad”, dice Bill Hutton, presidente de Titan Steel, una
distribuidora de acero en Baltimore.
La reciente
volatilidad de los mercados sugiere que cada vez más inversionistas “han
descubierto finalmente esto”, señala Hutton.
La velocidad
con la que los precios se han corregido (el petróleo cayó 75% en tan sólo 18
meses), ha exacerbado el golpe.
“En un mundo
perfecto, a uno le gustaría ver que ocurriera en un período de tres a cinco
años”, dice. Si el período fuera de cinco años, el productor podría ajustar sus
expectativas; en el otro caso, estamos frente a “una receta para verdaderos
trastornos”.
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