Análisis
de la muy mala situación económica en España; El 55,1% de los recursos
financian la construcción, rehabilitación y adquisición de la vivienda, típico de
un estado feudal, rentista y parasitario muy alejado del espíritu burgués industrial,
al que destina solo 8,2% ¿cómo se
pagaran los créditos ante la actual crisis?
Más
de la mitad del crédito concedido en España va a financiar casas
El 55,1% de los recursos financian la
construcción, rehabilitación y adquisición de la vivienda
http://cincodias.com/cincodias/2016/02/25/economia/1456424925_971278.html
JOSÉ
ANTONIO VEGA
MADRID
29-02-2016 16:53
Evolución
del crédito en España
La
construcción de casas, su adquisición o rehabilitación y los servicios
inmobiliarios absorben ahora el 55,1%
del volumen de crédito concedido por la banca a las empresas y los particulares
en España. Una proporción que define lo sesgado que está el modelo productivo del país hacia el ladrillo,
puesto que el sistema financiero solo destina el 8,2%
del dinero a la industria y el 25,83% a los servicios, pese al trasvase
generado durante la crisis.
La
distribución de los recursos financieros de la banca a los sectores residentes
(empresas y particulares) ofrece una clarividente
descripción del modelo productivo por el que ha optado la economía española
y el sistema de incentivos establecidos por los administradores de las
políticas económicas.
Dado que las
economías tienen un limitado crecimiento
sin el uso de la financiación ajena, tal como demuestra que el volumen de
crédito concedido a los diferentes agentes (empresas, familias y
administraciones públicas) llegue a 2,5 veces el PIB
nacional, la evolución del crédito explicita cuáles han sido las
apuestas productivas de España en los últimos 25 años.
Reparto del crédito y modelo productivo
ALEJANDRO MERAVIGLIA
A fecha de
hoy, y pese a los cambios que ha provocado la larga crisis económica, que en la
estructura de la financiación no han sido muy relevantes más allá de la fuerte
contracción del crédito vivo, la
actividad relacionada con la vivienda (compra y rehabilitación, construcción y
servicios inmobiliarios de intermediación) se llevan la parte del león.
El
55,18% del stock de crédito se destina a tales actividades, y supone nada menos
que 738.956 millones de euros de un total de 1,339 billones de préstamos concedidos no amortizados. Lógicamente, una parte de este
crédito ha sido concedido en el pasado (hipotecas de muy largo plazo), pero
supone que más de la mitad del esfuerzo
financiero de los agentes económicos se hace (o se ha hecho) para sostener en
el mejor de los casos solo el 10% del PIB y el mismo porcentaje del empleo.
Esta potente presencia de la
financiación a la actividad inmobiliaria contrasta con la escasez de recursos
destinados a las actividades productivas (la construcción también lo es,
ciertamente). Es el caso de la industria, que únicamente absorbe el 8,2% del crédito,
o los servicios (excluyendo la actividad
inmobiliaria de intermediación), que solo acapara el
25,83% del total del crédito.
La
agricultura, por su parte, absorbe únicamente el 1,34% del total. La
industria, con una mayor consistencia productiva y mayor resistencia a
las grandes crisis crediticias, supone al menos un 17%
del PIB y del empleo, pese a disponer únicamente del 8,2% de la financiación agregada.
Pero esta
estructura de reparto de los recursos financieros ajenos destinados a la
actividad es relativamente reciente. De hecho, no es hasta finales de los ochenta cuando comienza el declive de la
financiación industrial y surge el vigor de la
financiación inmobiliaria. De acuerdo con la base estadística del Banco de España, que recoge datos detallados desde el
año 1992 (los últimos 25 años, prácticamente), la estructura del crédito ha experimentado un vuelco espectacular. En
el arranque de la última década del siglo pasado el préstamo destinado a
actividades productivas (se excluye la adquisición de casas y el crédito al
consumo básicamente) era el 65% del total, frente al 48,9% de ahora, con un
descenso protagonizado fundamentalmente por el avance de los préstamos a los
hogares para adquirir casas con garantía hipotecaria.
La
industria, la gran víctima
Pero un
análisis del crédito productivo por su destino concreto permite observar que la industria absorbía nada menos que el 23% del total,
casi uno de cada cuatro de los 261.000 millones de euros que los acreedores
nacionales tenían con la banca. Fue perdiendo pujanza a medida que ganaba
terreno la inversión inmobiliaria alentada por un
modelo de incentivos fiscales indiscriminado primero y por unos tipos de interés nominales muy bajos
tras la entrada de España en el euro. Así, ya en el año 2000 la industria solo disponía de un 14% del crédito
vivo concedido a los agentes económicos. Y en la
actualidad solo el citado 8,2% del dinero se destina a la industria, una cantidad muy escasa para un país que se
cataloga entre los desarrollados e industrializados.
Los
servicios, por su parte,
se mantuvieron estables en el entorno del 30% del total
del crédito, pero únicamente por la irrupción muy fuerte del crédito a
la actividad promotora (servicios inmobiliarios)
que llegaron a suponer prácticamente la mitad de la inversión
crediticia en servicios en los momentos más álgidos de euforia
inmobiliaria.
En
concreto, la actividad inmobiliaria absorbía el 48% de los préstamos para
servicios en 2006,
mientras que en 1992 representaba solo el 14%, y
ahora, a finales de 2015, supone el 30%, tras el
reventón de la burbuja inmobiliaria. En números absolutos, entre 2006 y 2010 superaron los 300.000 millones de euros (más del
30% del PIB), y ahora solo suma 135.000
millones, un 13% del PIB.
Hasta aquí,
las víctimas. Víctimas de una avalancha de demanda y de concesión de crédito
para la actividad constructora,
promotora y de compra de casas que acumuló una burbuja desconocida y que
terminó estallando en 2008 generando la mayor crisis económica que recuerda el
país. Hasta el punto de que el PIB está estancado desde
entonces, pues en 2015 cierra a un nivel real aún inferior al logrado en 2008, y
el crédito vivo a la economía ha descendido desde el
récord de los 1,869 billones de euros de diciembre de 2008, hasta el nivel
actual de 1,339 billones. En 1992 estaba únicamente en 261.000 millones
de euros.
Cuando
el crédito crecía al 27% anual
El
protagonista del fortísimo tirón del crédito y posterior hundimiento ha sido la
actividad inmobiliaria. En los primeros noventa el
crédito se incrementaba al 1,1% anual, cerró la década creciendo al 17%, y en 2005,
acercándose ya a la cumbre, avanzaba a tasas de nada menos que el 27%.
El volumen
de dinero prestado para las tres actividades inmobiliarias puras (construcción, promoción y venta y adquisición de casas) pasó
de los 85.480 millones en 1992, a los 252.838 en el año 2.000, y nada menos que
a 1,125 billones en 2008, donde marca récord, para descender después
lentamente hasta los 738.000 millones de euros actuales, tras un intenso
desapalancamiento, especialmente por parte de las empresas promotoras, que han
depositado sus carteras fallidas en buena parte en la Sareb
(banco malo). Si en 1992 se destinaba solo un
32% del crédito a tales menesteres, aproximadamente uno de cada tres
euros, ahora se concede el 55,18%, más de la mitad de
los recursos. Pero en diciembre de 2007,
cuando toca techo, absorbe el 62% del total,
nada menos que dos euros de cada tres.
Lógicamente
es la adquisición de casas por parte de los particulares la que dispara el
crédito destinado a vivienda y desequilibra tanto el reparto de la financiación
dentro de la asignación de recursos en la economía española. Dado que la capacidad de reducción de este tipo de
deuda es muy lenta, puesto que depende de la capacidad limitada que de
amortización tienen los hogares, a medida que el crédito total se ha reducido
(un 28% desde máximos) ha ganado peso relativo la compra de casas, aunque la
partida concreta destinada a tales fines se haya contraído también.
En términos
absolutos marca máximos en diciembre de 2010, con
662.000 millones, un 35,9% del total del crédito vivo. Cinco años
después, esta cantidad ha descendido hasta los 557.000 millones de euros, según
los datos del Banco de España, pero supone un 42,46% del total de los préstamos
tomados por los agentes económicos españoles de la banca.
Exuberancia
en la construcción
La
construcción es el capítulo que menos recursos ha absorbido dentro de las
actividades de carácter inmobiliario, pero ha tenido una importancia nada
despreciable. Incluso en muchos casos ha superado el peso de la propia
industria, lo que da una idea tanto de la sobrevaloración de la construcción,
como del desprecio hacia las actividades
manufactureras.
La cima de
inversión en la actividad constructora se alcanzó en el año 2007, con 153.000 millones de euros, un 8,69%,
mientras que en ese mismo año la industria solo absorbía el 8,04% del crédito
total, unos 141.000 millones de euros. Prueba de la irracional exuberancia de
la actividad constructora es que desde 2007 ha descendido a un volumen de
préstamos de 45.445 millones de euros, solo un 3,3% del total.
……………………………………………….
Cuando el
dinero privado va al sector público
El
desapalancamiento de una economía no cambia de un día para otro, no hay
milagros que hagan desaparecer pasivos en un santiamén. Es un proceso lento que
solo puede acelerarse con operaciones de cirugía como las quitas generalizadas,
que suponen una renuncia de los acreedores, o el trasvase de las deudas de
repago imposible a instrumentos como los bancos malos. En
España, desde que comenzó la
crisis se ha producido un trasvase muy intenso de deuda del sector privado al
público, en un ejercicio muy común de socialización
de pérdidas, y cuyo mejor ejemplo es la crisis bancaria. El Estado ha
pagado el rescate de las cajas de ahorro y ha absorbido los activos podridos de
banca y promotoras en la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la
Reestructuración Bancaria o banco malo.
En términos
absolutos, el crédito vivo de los agentes económicos ha pasado del récord de 1,869 billones de euros de 2008 a 1,339 billones actuales,
lo que supone un descenso de 530.743 millones, nada menos que un 28,38%. Pero
en el mismo periodo la deuda pública ha pasado de los
439.771 millones a 1,069 billones, nada menos que 630.000 millones más,
un avance del 143,5%. Este incremento de la
deuda pública y su financiación presiona sobre los tipos al alza, y absorbe los recursos privados que deberían
ir a la financiación de la economía productiva. Es el efecto expulsión, el
crawding out effect, que limita la inversión, porque financiar al Estado es más
seguro, y a veces muy rentable.
…………………………………………..
El
desapalancamiento empieza a tocar fondo
La purga de
los excesos del crédito, el proceso de desapalancamiento financiero, está a
punto de finalizar. En los primeros años de la crisis era un proceso más
acelerado, porque la lentitud de la reducción de crédito hipotecario de los
particulares se compensaba con una paralización en la concesión de préstamos
nuevos. Pero ya en los dos últimos años las entidades financieras han comenzado
a conceder crédito por la mejora de la solvencia de la demanda y la necesidad
de renovar la cartera de crédito que se encaminaba a una peligrosa
jibarización.
Todavía
ahora es más fuerte la tendencia de amortización de crédito viejo que el avance
del nuevo, y por ello el crédito total sigue cayendo. Pero este proceso está
próximo a culminar, a juzgar por los ritmos de descenso de los últimos años. En la cartera total de crédito el descenso
era de unos cien mil millones de euros al año (salvo el salto cuantitativo
de la creación del banco malo), mientras que ahora el descenso interanual
absoluto no supera los 40.000 millones de euros. En algunos destinos
productivos, como la industria, ya se ha estabilizado.
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