Dimite
el ministro de Economía de Brasil (La bolsa cayó un 2,14% y el dólar escaló
hasta situarse a un paso de venderse a cuatro reales.) el ministro quería apartar
un dinerito para pagar deudas y la presidenta quería que se siga regalando
dinero a los pobres para que la ayuden a protestar para que no vaya a la cárcel
en los juicios que se le siguen
Dimite
el ministro de Economía de Brasil por divergencias con Rousseff
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/12/18/actualidad/1450456221_794448.html
ANTONIO
JIMÉNEZ BARCA
São Paulo
18 DIC 2015 –
El ministro
de Economía de Brasil, Joaquim Levy, y la presidenta, Dilma Rousseff, el pasado
mayo en Brasilia. / UESLEI MARCELINO (REUTERS)
Tras un
progresivo alejamiento de la presidenta, Dilma Rousseff, el ministro de
Economía, Joaquim Levy, dimitió este viernes, en una jornada en la que los
rumores y la incerteza generaron más turbulencias en la ya zarandeada economía
brasileña. La bolsa cayó un 2,14% y el dólar escaló hasta situarse a un paso de venderse a cuatro
reales. Su sustituto será el previsto, un hombre cercano a Rousseff y a
Lula, el hasta ahora ministro de Planeamiento, Nelson Barbosa. La dimisión de
Levy, elegido hace casi un año para contentar a los mercados y contener el
gasto era un secreto a voces.
Levy admitió
en un encuentro que tuvo con periodistas, que había hablado con la presidenta
sobre su más que posible salida. Pero sin especificar más. Un día antes, el
jueves, en una sesión del Consejo Nacional Monetario, había confesado, según
testigos de esa reunión, que él no asistiría a la sesión de enero.
El último y
definitivo desencuentro entre la presidenta y el ministro de Economía ocurrió
el jueves, con la aprobación del presupuesto. Él era
partidario de que se reservara el 0,7% del PIB brasileño, esto es,
42.800 millones de reales (11.900 millones de dólares)
para enjugar deudas; el Congreso, con la anuencia del resto del Gobierno,
aprobó sólo reservar el 0,5%, es decir, 30.580 millones de reales (8.308 millones de dólares).
La
diferencia, según miembros del Ejecutivo y destacados dirigentes del Partido de
los Trabajadores (PT, formación de centroizquierda a la que pertenecen Rousseff
y el expresidente Lula da Silva),
estribaba entre recortar o no recortar uno de los programas sociales más
populares del Gobierno de Rousseff (y anteriormente de Lula), el denominado
Bolsa Familia,
destinado a los hijos de familias pobres en edad
escolar.
Al final,
Rousseff decidió que el programa Bolsa Familia,
a pesar de la crisis económica, era intocable. Y Levy sintió, a tenor de los
insistentes rumores de su salida, que su sitio, su poder y su sentido en el
Gobierno habían llegado a su fin. Su sucesor, Nelson
Barbosa, de 46 años, es un hombre cercano a Rousseff y a Lula, aunque no
está afiliado al PT y ejerció como secretario ejecutivo del Ministerio de
Hacienda entre 2011 y 2013. Además, fue uno de los responsables del Programa de
Aceleración del Crecimiento y de Minha casa, minha vida.
A juicio de
varios analistas, Rousseff actúa con las manos atadas: enfrentada a un proceso
de destitución parlamentaria que puede apearla del cargo, debe asegurar —antes
que nada— los votos favorables de todos los diputados de su partido, el PT, y
sus aliados de izquierda. Es un ejemplo de cómo la política interfiere y
retuerce la crisis económica brasileña, con cifras cada vez más alarmantes: la previsión de inflación ya se apunta hacia un 10%,
algo que era impensable un año antes. El mismo Levy achacó a las “incertezas
políticas” buena parte de la culpa de la crisis económica y de la falta de de
consumo de los brasileños.
La noticia de
que el Congreso brasileño —y el Gobierno— eran partidarios de no hacer caso a
Levy en el presupuesto, hecha pública antes de la aprobación efectiva de las
cuentas públicas, sirvió de detonante para que la agencia
Fitch rebajara el pasado jueves la nota sobre la deuda brasileña,
rebajándola a bono basura. Los mercados
respondían así a la desautorización sufrida por el que ha sido hasta ahora su
aliado en el Gobierno de Rousseff.
Tira
y afloja
El tira y
afloja entre las tesis restrictivas de Levy y las más expansivas de los líderes
del PT y del ala más a la izquierda del Gobierno han sido el día a día de la
acción política del Ejecutivo brasileño. Hasta el punto de que los rumores
sobre la salida del ministro de Economía brasileño, formado en la ultraliberal
escuela de Chicago, se convirtieron en un género propio de la moderna crónica
parlamentaria brasileña.
En
septiembre, en vísperas de un viaje a Turquía para una reunión del G20, Levy
desmintió —tras dialogar con la presidenta— que fuera a dimitir. Y siguió en el
cargo. Ayer, con el presupuesto aprobado, el año legislativo terminado y
desautorizado delante del país y del Congreso, Levy decidió marcharse.
Dilma
gana la primera batalla del ‘impeachment’
Mientras,
Dilma Rousseff ha recibido una buena noticia: el Tribunal Superior de Brasil,
que se pronunció el pasado jueves sobre las etapas y el procedimiento de la
destitución parlamentaria (impeachment) decidió que el Senado tendrá potestad soberana para paralizar el proceso aunque haya
sido aprobado por el Congreso. Esta decisión es importante, ya que en el
Senado la presidenta cuenta con más diputados afines. Con todo, la red de
alianzas y contra alianzas de los diputados y senadores brasileños muda y
metamorfosea continuamente, con lo que no se puede asegurar con rotundidad que
la presidenta haya conjurado la amenaza.
El proceso
del impeachment se prorrogará al menos hasta abril. Será necesario componer
otra vez la comisión de destitución, realizar 10 sesiones para la defensa de la
presidenta y otras cinco para redactar un relatorio que será votado en la
Cámara.
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