Candidatos a presidente del Perú y autoridades, temblando que confiese Marcelo Odebrecht y todos vayan a la cárcel ; los corruptos gobernantes brasileños han llevado su país a un 4,5% de recesión,.(tome nota para no hacer una alianza presidencial con un candidato que es probable que va a la cárcel)
La
recesión de Brasil se agrava y ahonda la crisis de Dilma Rousseff (cuando confiese
Marcelo Odebrecht se van a la cárcel los 4 principales candidatos a presidente
del Perú)
Casi todo los gobiernos le han dado
obras por X dólares y al final salió siendo 3X dólares como la carretera interoceánica
o el Gasoducto del Sur del Perú US$ 8000 millones y como único postor en la licitación,
las líneas de ferrocarril metropolitano etc.
Incluso se propuso una ley para que
el que divulgue los casos de corrupción en Perú relacionados a Brasil se vaya a la cárcel 8 años .
Acá en Perú la ley protege al congresista
ladrón y presidente ;no lo puedes arrestar como en Brasil pues hay impunidad, denominada
inmunidad congresal
Brasil esta en peor situación económica que Rusia que está en casi guerra en Ucrania y en medio Oriente en Siria y sufre las sanciones económicas d e la OTAN y el desplome del precio del petróleo
La
recesión de Brasil se agrava y ahonda la crisis de Dilma Rousseff
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/12/01/actualidad/1448994684_803887.html
Nuevos datos apuntan a un ritmo de
contracción interanual del PIB del 4,5%
ANTONIO
JIMÉNEZ BARCA
São Paulo
2 DIC 2015 –
Dilma
Rousseff
La
presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a su llegada a la sesión plenaria de la
cumbre sobre cambio climático COP21 en París, el martes. / ERIC FEFERBERG (EFE)
Brasil se
hunde cada día más en una recesión que parece no tener un fin. En un año, el
país, que hace una década asombraba al mundo con cifras estratosféricas, se ha desplomado un 4,5%, sin ninguna esperanza de que mejore.
Es la recaída más violenta de los últimos 20 años.
Algunos analistas
apuntan que va camino de ser la peor recesión en 80 años.
Nada
se escapa al hundimiento: el consumo familiar –uno de los motores de los
venturosos años del expresidente Lula- retrocede un 4,5%.
Nadie
se fía, nadie compra y
nadie vende. Sobre todo porque el desempleo –otro
fantasma en alza- llega ya al 8% y nada augura que no siga subiendo.
La agricultura, que por lo general constituía un mercado paralelo
indestructible también se resiente, sobre todo debido a la menor demanda de soja de China. Ni siquiera las exportaciones
-en teoría beneficiadas por la devaluación del real de los últimos meses-
consiguen remontar.
La construcción de infraestructuras se desploma con un 6,3%
menos de actividad.
Esto último
se explica no sólo por el sombrío ambiente económico sino por un fenómeno
inusual y puramente brasileño que tiene a la sociedad estupefacta: los dueños de las mayores empresas de construcción del país
se encuentran en la cárcel, acusados de sobornar a empleados de la
petrolera Petrobras.
El viernes,
el presidente de la constructora Andrade Gutiérrez,
Otávio Marques de Azevedo, llegó a un acuerdo
con la Fiscalía brasileña: pagará 1.000 millones de
reales ( 250 millones de euros) de multa –la mayor multa de la historia
de Brasil- tras reconocer que ha pagado sobornos millonarios
a cambio de lograr contratos para levantar tres estadios de fútbol del Mundial
de Brasil, líneas férreas y refinerías, entre otras cosas.
También se
compromete a denunciar a otros implicados (en la prensa brasileña se especula
que señalará a dos senadores próximamente). Todo a cambio de la libertad
condicional atado a una pulsera electrónica para estar localizable y a que su
empresa pueda volver a optar a concursos públicos, dado que la parálisis la
estaba llevando a pique.
No es el
primer gran empresario (equivalente a Florentino Pérez
en España) que da este paso. Hace unos meses lo hicieron los directivos
de la empresa Camargo y Correa, después de pagar
una multa de 800 millones de reales (200 millones de
euros). En prisión, desde junio, aún se encuentra, con todo, Marcelo
Odebrecht, el propietario de la mayor empresa constructora del
país. Muchos se preguntan cuánto tardará en acogerse a la misma opción que sus
competidores.
La semana pasada, fue detenido también uno de
los hombres más ricos del país, el banquero André
Esteves, también involucrado en el Caso
Petrobras, acusado de tratar de entorpecer la labor de la justicia. El
domingo, la Fiscalía decidió, a la vista de las pruebas, no otorgarle la
libertad condicional. Tanto Esteves como Marques de Azevedo constituían
ejemplos de empresarios exitosos brasileños, habituales de las portadas de
revistas prestigiosas de economía y negocios. De ahí que el descrédito de la élite brasileña (políticos, empresarios,
altos cargos) sea total, y esto incida en el clima funesto que se cierne
sobre el país. Nadie es capaz de vislumbrar dónde puede acabar el pozo de
corrupción de Petrobras, que incide en la economía directamente.
De hecho, el
círculo vicioso de revelaciones de corrupción que conducen a una crisis
política que alimenta su vez una crisis económica no se ha deshecho en lo que
va de año. El debilitado Gobierno de Dilma Rousseff, mientras, trata –sin éxito
hasta ahora- de que un Congreso hostil apruebe las medidas necesarias de ajuste
que, según el ministro de Economía, Joaquim Levy, servirán para dar
credibilidad a las finanzas brasileñas de cara al exterior y relanzar la
gripada economía.
Dada la mala
situación de las cuentas públicas, Rosseff decidió, el viernes, congelar de golpe el gasto del Estado bloqueando 10.000 millones de
reales (2.500 millones de euros).
El domingo,
una sintomática encuesta publicada por el periódico Folha
de S. Paulo reveló que por primera vez en su historia, el principal
problema que atosiga a los brasileños no es ni la sanidad, ni la educación, ni
la inseguridad ni la marcha calamitosa de la economía. Es, simplemente, la
corrupción. En la misma encuesta se daba constancia de la escasa aceptación de
Dilma Rousseff, que lleva meses arrastrándose alrededor de un 10% de aprobación.
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