Un
trasplante de heces contra el cáncer (otro estudio dice que las bifidobacterias
en nuestro cuerpo transforman por fermentación el chocolate en un agente
anticancerigeno)
http://elpais.com/elpais/2015/11/05/ciencia/1446746076_184151.html
Las bacterias intestinales pueden
potenciar la eficacia de nuevos tratamientos oncológicos
La ciencia
quiere tus heces
NUÑO
DOMÍNGUEZ
6 NOV 2015 –
Una
investigadora maneja una muestra de heces. / OPEN BIOME
La
idea es que en unos años los pacientes de cáncer se curen a sí mismos.
Dicho así parece una locura, pero ese es el
mecanismo detrás de la inmunoterapia, un nuevo
tipo de tratamientos que enseñan al sistema inmune a
reconocer y eliminar las células tumorales. Ya hay
fármacos de este tipo en uso contra el melanoma y pronto pueden llegar a
tumores más comunes como el de pulmón. Se espera
que este tipo de tratamientos sean primero un complemento de la quimioterapia y
después un reemplazo más efectivo y menos nocivo. El
gran problema es que solo funciona en algunos pacientes. Y aún no está
claro por qué.
Dos estudios
publicados hoy en
Science muestran que parte de la respuesta está en el microbioma, ese planeta con unos 100 billones de bacterias que todos llevamos dentro.
Los microbios con los que compartimos cuerpo parecen modular la actividad de
nuestro sistema inmune y, por tanto, podrían contribuir a que la inmunoterapia
funcione o no.
El primero
de los estudios apunta que un tipo de bacterias de nuestro tracto digestivo
conocidas como bacteroidales son claves para que
la inmunoterapia funcione, tanto en ratones como en humanos.
Los
investigadores han demostrado que el tratamiento con
anticuerpos contra CTLA-4, un tipo de inmunoterapia, reduce las
poblaciones de estas bacterias, y esto a su vez hace que el fármaco deje de
funcionar.
Los
antibióticos también tienen el mismo efecto negativo.
Cuando
los ratones reciben trasplantes de heces de pacientes humanos con melanoma que
han recibido el mismo fármaco, pero que aún tienen estas bacterias en sus
intestinos, el tratamiento vuelve a funcionar. El estudio, liderado por
investigadores franceses de varios centros de referencia en investigación del
cáncer públicos y privados, concluyen que estas
bacterias parecen potenciar justo el tipo de respuesta inmune que activan los
anticuerpos.
Un tipo de bacterias intestinales
potencia la actividad del sistema inmune ante el melanoma y posiblemente muchos
otros tumores
El
segundo trabajo explora
por qué unos pacientes responden a estos fármacos y otros no. Los autores de
este estudio se centran en los anticuerpos contra PD-L1,
el otro gran tipo de fármacos de
inmunoterapia que se esperan aplicar al melanoma metastásico, el cáncer de pulmón y, más adelante, otros tumores. La
tasa de éxito de los diferentes fármacos de inmunoterapia ha ido mejorando con
los años desde el 5% inicial hasta el 40% que consiguen
algunos PD-L1 que podrían ser aprobados en 2016 en España.
El estudio ha
comparado dos tipos de ratones de laboratorio, cada uno con un microbioma
característico. Al igual que se ve en los hospitales, en unos ratones el
fármaco provocaba una fuerte respuesta inmune contra el cáncer y en los otros,
apenas la había. Cuando les pusieron a vivir juntos en la misma jaula, los
efectos beneficiosos del fármaco se universalizaron, en parte porque los
ratones se olisquean constantemente y acaban ingiriendo heces de los otros.
Posteriormente, los investigadores demostraron que un trasplante de materia
fecal de los ratones del primer grupo a los del segundo es igual de efectivo
que el fármaco de inmunoterapia. Cuando se administran
ambos, el crecimiento de los tumores se frena casi en seco.
Guerra
inmunológica
Visto esto,
los investigadores se pusieron a rebuscar, casi literalmente, en la mierda. En
concreto secuenciaron a gran escala el ADN en las heces de los ratones para
identificar qué tipo de bacterias son las responsables de que la inmunoterapia
funcione mejor. Hallaron 254 familias diferentes
de microbios y entre ellas señalan a las culpables: las
bifidobacterias. Al inyectar solo este tipo de microbios en los ratones
se obtienen los mismos efectos positivos que con el trasplante de heces
completo.
“Nuestros resultados
demuestran un papel relevante, aunque inesperado, de un tipo de bacterias
intestinales que potencian la actividad del sistema inmune ante el melanoma y
posiblemente muchos otros tipos de tumores”, ha explicado Thomas Gajewski,
profesor de patología y medicina de la Universidad de Chicago y coautor de este
segundo estudio.
El
razonamiento en este caso es similar al de los franceses. Las bifidobacterias interactúan con células dendríticas, que son
parte de nuestro sistema inmune. Estas se encargan de patrullar el
cuerpo, identificar amenazas, engullirlas y presentárselas a los linfocitos T, el cuerpo de élite encargado de matar si
es necesario a los patógenos peligrosos. En condiciones normales, un tumor ha
disfrazado a sus células, lo que impide que estos linfocitos las reconozcan. Y
lo que hacen los anticuerpos de inmunoterapia es
permitir que los linfocitos se unan a las células del tumor y las aniquilen.
Al interactuar con las dendritas, las bifidobacterias estarían potenciando para
bien esta guerra inmunológica. Los responsables del trabajo creen que hay otros
tipos de bacterias en el microbioma que intervienen en estos procesos para bien
o para mal y quieren identificarlas.
“Estos resultados recuerdan
a estudios de 2013 que vieron que la conexión entre la flora bacteriana y el
sistema inmune puede predecir o mejorar los resultados de la quimioterapia”, explica Alfonso
Berrocal, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica y
facultativo del Consorcio Hospital General Universitario de Valencia. Los
nuevos trabajos “son aún muy preliminares, pero muy interesantes desde el punto de vista
de la oncología”, opina.
El siguiente paso es comenzar ensayos clínicos
para saber si un trasplante de heces o de bacterias específicas puede aumentar
las tasas de éxito de la inmunoterapia, señala. “Hasta entonces hay que decirle
a la gente que consumir probióticos o lactobacilos no tiene nada que ver con
esto y que cualquier intervención de este tipo debe hacerse en un entorno de
investigación clínica”, añade.
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