jueves, 17 de septiembre de 2015

Una avalancha humana de turistas norteamericanos prefiere a Cuba un destino turístico cercano, un pueblo culto y un país seguro a diferencia de Egipto y Medio Oriente lejano e inseguro y muchas veces mortal.// Por RYAN DUBE del WSJ

Una avalancha humana de turistas norteamericanos prefiere a Cuba un destino turístico cercano, un pueblo culto y un país  seguro a diferencia de Egipto  y Medio Oriente lejano  e inseguro y muchas veces mortal.

 Lo malo es que los hoteles centrales están desbordados y escasean víveres en cantidades no usuales y tampoco hay internet masivo y las tarjetas de crédito estadounidenses todavía no funcionan en la isla. (Todo esto que falta es una oportunidad de negocio).

El sector turístico de Cuba no da abasto ante la ola de visitantes

http://lat.wsj.com/articles/SB12177959380318133490704581239360522960884?tesla=y

 Un grupo de turistas se movilizan en un auto antiguo en La Habana, algo común por estos días en la capital cubana.


Un grupo de turistas se movilizan en un auto antiguo en La Habana, algo común por estos días en la capital cubana. PHOTO: ALEJANDRO ERNESTO/EUROPEAN PRESSPHOTO AGENCY


Por RYAN DUBE

Viernes, 18 de Septiembre de 2015 0:03 EDT

LA HABANA—La mayoría de los días, el pequeño restaurante que Julio César Imperatori opera en La Habana Vieja está repleto de turistas que empezaron a llegar en grandes cantidades a la capital cubana desde que el gobierno del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, puso fin a medio siglo de enemistad e inició la normalización de las relaciones diplomáticas con la isla comunista.

Pero a medida que su negocio prospera —sobre todo con la llegada del papa Francisco a La Habana este sábado—, a Imperatori le cuesta cada vez más trabajo encontrar productos para satisfacer la creciente demanda. Dado que no existe un mercado mayorista al que pueda acceder, el emprendedor gastronómico tiene que hacer sus compras en tiendas minoristas, competiendo con familias en busca de todo tipo de artículos, desde café hasta aceite de oliva.

“Bebidas, cervezas, mantequilla, aceite. La gente puede molestarse, por la mantequilla sobre todo”, dice Imperatori, señalando cómo otros compradores se enojan a veces con él por comprar gran cantidad de estos bienes limitados. “Con la llegada de Papa van a venir más [turistas]. Los productos se van a acabar más rápido”.

El gobierno espera que enormes multitudes, principalmente de cubanos, se movilicen durante los cuatro días de visita del papa Francisco al país. Esto aumentará la demanda de restaurantes, hoteles y otros negocios de La Habana que ya están bajo fuerte presión turística.


Los viajeros se enfrentan a desafíos propios. Eduardo Fagioli, un brasileño de 42 años, dijo que tuvo dificultad para confirmar su reserva en una casa privada debido a la falta de Internet. Rose Lavarias, una joven española de 26 años, indicó que su habitación de hotel tenía un baño sucio. Saranda Belica, una funcionaria de Connecticut, canceló sus planes para alquilar un auto y conducir a la ciudad colonial de Trinidad después de enterarse de que las tarjetas de crédito estadounidenses todavía no funcionan en la isla. Belica también dijo que tenía problemas para encontrar agua embotellada.

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“En realidad no había manera de que Cuba pudiera prepararse plenamente para esto, para este tipo de flujo [de turistas]”, dijo Tom Popper, presidente de Insight Cuba, una agencia de viajes con sede en Nueva York. Desde enero, la agencia ha duplicado sus reservas de viajes a la isla. “Ha sido extraordinario”.

Hasta julio, unos 2,2 millones de viajeros internacionales visitaron Cuba, 17% más respecto al mismo periodo de 2014, según la oficina de estadísticas del gobierno. El país caribeño está camino a superar su récord anual de 3 millones de visitantes, establecido el año pasado.

El número de visitantes estadounidenses también está subiendo debido a que Washington ha aliviado las restricciones de viaje de sus ciudadanos. El año pasado, cerca de 90.000 estadounidenses —sin contar a quienes tienen familiares cubanos— visitaron la isla. El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, dijo en agosto que los viajes del país norteamericano a Cuba aumentaron 35% desde enero, poco después de que el presidente Obama anunciara el deshielo.

Manuel Almenárez invierte buena parte de su día en la búsqueda de alimentos e ingredientes para el restaurante en el que trabaja en La Habana Vieja, el cual ha registrado un aumento de clientes. PHOTO: RYAN DUBE/THE WALL STREET JOURNAL
“Los estadounidenses están llegando, así que queríamos ver esto antes de que cambie”, dijo Gerry Prendergast, un turista irlandés de 55 años, después de tomar fotos de los autos estadounidenses de la década de los 50, tan comunes todavía hoy en Cuba.

Muchos cubanos le dan la bienvenida a la afluencia de dólares de los turistas. Rolando Díaz ha registrado un alza en su negocio: pasear extranjeros por la ciudad a bordo de su Mercury 1953 blanco. “Todos quieren estar con esos coches”, dijo mientras dejaba a unos turistas en un bar alguna vez frecuentado por Ernest Hemingway. “Para ellos, es un sueño”.

A pocas cuadras, Héctor Higuera abrió recientemente un nuevo y elegante restaurante. Sus clientes son turistas que recorren las muy transitadas calles habaneras para comprar puros y camisetas con los rostros de los revolucionarios cubanos. Higuera dijo que uno de sus mayores desafíos es encontrar empleados que sepan cómo servir a los clientes. “Deberían tener más escuelas de servicio para enseñar a los jóvenes cómo moverse en el mundo real”, dijo.

Los pequeños empresarios no son los únicos con problemas. En el popular hotel Habana Libre —el antiguo Hotel Hilton, que sirvió brevemente como sede de gobierno para los hermanos Castro cuando tomaron el poder en 1959— la mitad de los ascensores estaba hace unos días fuera de servicio, lo que produjo largas filas de huéspedes para subir apretujados a los otros ascensores que servían.

Algunas empresas estadounidenses han entrado en un mercado turístico dominado desde hace años por empresas europeas y canadienses. Estas fueron invitadas en la década de los 90, cuando Fidel Castro permitió por primera vez la inversión extranjera, después de la caída de la Unión Soviética.

Airbnb, la plataforma web de reservas de hospedaje con sede en San Francisco, comenzó a recibir listados de Cuba a principios de este año, luego de haber contactado las redes de casas de huéspedes privadas del país. El próximo año, Carnival Corp. planea ofrecer cruceros culturales a Cuba con embarcaciones de hasta 710 pasajeros. Y American Airlines anunció recientemente que comenzará a ofrecer vuelos chárter desde Los Ángeles a La Habana.

Marriott International dijo que anticipa que la isla reciba 1,5 millones de visitantes estadounidenses al año si se eliminan las restricciones de viaje.

A Cecilia Utne, presidenta de Cross Cultural Journeys, una agencia de viajes con sede en el estado de Washington, al noroeste estadounidense, que ofrece excursiones culturales a Cuba, le está resultando difícil conseguir habitaciones de hotel para los próximos viajes, sobre todo en La Habana.

“Si tiene grandes grupos debe casi que dirigirlos fuera de La Habana, y si usted desea permanecer en La Habana tienen que quedarse en la periferia”, dijo después de un reciente viaje con un grupo de estudiantes de negocios estadounidenses.

María Castro, de 59 años, quien vive en La Habana, está aprovechando la escasez de espacio hotelero para alquilar habitaciones en su casa. Pero sin acceso constante a Internet, Castro debe depender de su hijo en Nicaragua para confirmar las reservas de extranjeros por e-mail.


“Si tuviera la posibilidad de alquilar a turismo constante, yo lo haría, porque sueño un día tener un coche y es la única posibilidad”, dijo.

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