jueves, 13 de agosto de 2015

Opinión: China dispara primero en una guerra de divisas.// por Greg Ip encontrado en el WSJ

Opinión: China dispara primero en una guerra de divisas

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Pese a sus declaraciones, las autoridades chinas no han dejado que el mercado determina el valor de su moneda.



Pese a sus declaraciones, las autoridades chinas no han dejado que el mercado determina el valor de su moneda. PHOTO: STR/AFP/GETTY IMAGES

Por GREG IP

Viernes, 14 de Agosto de 2015 0:04 EDT

En los últimos años, Japón, Estados Unidos y Europa han sido acusados de fomentar la guerra de divisas mediante el uso de políticas de estímulo monetario que depreciaban sus monedas.


Estas acusaciones no tenían sustento: todo el mundo, incluyendo a sus socios comerciales, se benefició del aumento del gasto interno con una política monetaria más flexible.


Pero la decisión de China de devaluar el yuan es una excepción. Como esta acción no es parte de un impulso monetario más amplio, su efecto será el desvío de la demanda de sus socios comerciales sin dar nada a cambio. Se trata de un juego de suma cero y por lo tanto, el primer disparo en una guerra de divisas.


Cuando la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo flexibilizan sus políticas monetarias a través del recorte de las tasas de interés o la compra de bonos, animan a los inversionistas a llevar su dinero a otros lugares en busca de mejores retornos. Normalmente, eso lleva a la depreciación del dólar o el euro. La Fed y el BCE, sin embargo, no tienen mucho que decir sobre cuánto caerán sus divisas. Sólo saben que el impulso a sus economías vendrá a través del efecto combinado de menores tasas de interés y una moneda de menor valor. Si bien esto último puede perjudicar a sus socios comerciales, las menores tasas de interés ayudarán a una mayor demanda interna que por lo general conduce a más importaciones.


En contraste, China tiene un sistema financiero cerrado y rutinariamente ajusta tasas de interés y tipos de cambio de forma independiente el uno del otro.

La devaluación de esta semana no se produjo debido a un recorte de tasas de interés, sino en lugar de ese recorte. Al tratar de estimular la economía, las autoridades chinas parecen apuntar a las exportaciones antes que correr el riesgo de que tasas más bajas puedan elevar los precios de los activos y la deuda.



EE.UU. y el Fondo Monetario Internacional han pedido desde hace tiempo a China que deje que las fuerzas del mercado determinen el valor del yuan en vez de que el gobierno lo dicte. Esto es lo que China dice estar haciendo. Las fuerzas del mercado han estado presionando al yuan hacia la parte inferior de su banda cambiaria permitida, y en lo sucesivo, esa banda de negociación se ajustará en función del nivel al que las fuerzas del mercado empujen la moneda.



Pero esto está muy lejos de dar al yuan el valor que determine el mercado. El hecho de que el Banco Popular de China mantenga cualquier tipo de banda cambiaria, que la fórmula detrás de ésta siga siendo una caja negra, y que el cambio (al menos en las transacciones internas) no pueda hacerse fuera de esa banda, va en contra de lo que sería la real determinación del valor por el mercado.

¿En qué se diferencia eso, podría uno preguntarse, de la vinculación de la corona danesa al euro? La diferencia es que Dinamarca ajusta sus instrumentos monetarios —tasas de interés y el volumen de coronas que imprime— para garantizar que el mercado acepte el tipo de cambio fijado.

Si el mercado empuja la corona por encima de ese nivel, Dinamarca tiene que bajar las tasas de interés, imprimir coronas y comprar euros. Por lo tanto, el vínculo de la corona al euro y su valor fundamental de mercado son los mismos.

Para China, el equivalente sería permitir compras y ventas ilimitadas de yuanes por parte de extranjeros y residentes, y luego utilizar tanto la intervención como las tasas de interés para llevar al yuan a su nivel deseado. Pero a pesar de sus declaraciones sobre las reformas de mercado, las autoridades chinas siguen profundamente apegadas al uso de tantas palancas macroeconómicas como sea posible; convertir el tipo de cambio en un apéndice de la política monetaria, como ocurre en la mayoría de los países, sería renunciar a una de esas palancas.

Aunque en la superficie China se ha movido hacia la idea de que el mercado determine el valor de su moneda, seguramente no es una coincidencia que esto se haya producido cuando los mercados empujaban el yuan en la dirección que las autoridades consideran esencial para el estímulo económico.

 Esto tiene el beneficio colateral de callar al gobierno del presidente Barack Obama.
Dado que en principio EE.UU. sólo quiere que el yuan sea determinado por el mercado, Washington no puede quejarse si el resultado es que, en lugar de apreciarse, el yuan se deprecia.

Pero la verdadera prueba de si China está verdaderamente comprometida a que el precio de su divisa lo determine el mercado se producirá cuando las fuerzas del mercado lo empujen en la dirección opuesta a la que prefieren las autoridades. Tal vez China hable en serio, y se mantenga al margen cuando eso suceda.


Por otra parte, hemos visto cómo su compromiso para que el mercado determine el precio de las acciones duró sólo mientras esos precios iban en alza, pero se diluyó cuando las bolsas empezaron a hundirse.

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