El cierre de las fronteras debilita al gobierno colombiano y fortalece a las FARC - El incompetente gobierno venezolano subsidia con decenas de millones de dólares a sus enemigos, los colombianos partidarios de Uribe.
Cúcuta
sufre el ‘efecto frontera’
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/30/actualidad/1440944714_460530.html
La gasolina
se cotiza en el lado colombiano por cuatro veces de su valor habitual y Maduro
culpa a Bogotá de "atacar" al bolívar
CATALINA
LOBO-GUERRERO
Cúcuta
30
AGO 2015
Cierre
frontera Colombia Venezuela
Niños
colombianos en refugios en la frontera con Venezuela. / M. H. (EFE)
El Gobierno
venezolano celebra que en sus ciudades fronterizas estén apareciendo de nuevo
los productos que normalmente escasean y que no haya filas para echar gasolina
en las estaciones de servicio, mientras que al otro lado del río, en Colombia,
ya hay letreros de "No Hay". La
revolución bolivariana lo considera como una victoria del presidente Nicolás
Maduro, después de ordenar el cierre de la frontera el pasado miércoles 19 de agosto y de haber decretado el estado de excepción en
seis municipios. La medida, según el Gobierno, ha sido tan exitosa que
el viernes la amplió a cuatro más.
Del lado colombiano, la ciudad de Cúcuta vive una calamidad.
No sólo han
llegado miles de deportados y retornados colombianos —a quienes el Gobierno
venezolano señala como contrabandistas y paramilitares—
sino que ya se empieza a sentir el impacto económico del cierre de la frontera.
La
mayoría de los cucuteños compra gasolina venezolana, que normalmente se vende por
pimpinas (bidones) y no en las pocas estaciones que hay en la zona
metropolitana. Desde hace una semana, no hay pimpinas a la vista, y las que
hay, se están vendiendo a 70.000 pesos (algo más de 20
dólares), cuando normalmente cuestan 17.000 (cinco
dólares). Casi todas son de un líquido amarillo, lo que indica que es
combustible colombiano revendido. "La gente está viniendo a las bombas a
retanquear, es el mismo problema de Venezuela que ahora se vino para este
lado," dice el taxista Johnny Sanabria, mientras espera más de seis horas
en una fila de coches de un kilómetro de largo.
Según el
Gobierno venezolano, el contrabando de gasolina le causó pérdidas el año pasado
por 3.600 millones de dólares y más de 6.000 toneladas
de alimentos se fugaron por la frontera. Las cifras de la policía colombiana,
sin contar el combustible, indican que tan solo en los primeros siete meses de
este año, la mercancía que se incautaron está valuada
en 25.000 millones de pesos. Los
decomisos pueden ser apenas una pizca de lo que se presume entra a diario por
la frontera y basta entrar a La Parada, justo se cruza el puente, para
encontrar todos los productos y marcas que hoy escasean en Caracas.
Los conductores
en Colombia esperan hasta seis horas en largas filas para conseguir gasolina
Detrás del
negocio están tanto colombianos como venezolanos.
Algunos son pequeños comerciantes informales,
conocidos como bachaqueros. Dicen los habitantes de La Parada que el bachaqueo
se volvió el empleo secundario, o el primero en muchos casos, de la gente de la
región. Los que mueven grandes volúmenes, sin embargo, son
las grandes mafias del crimen organizado, que tienen como pagar sobornos
para que dejen pasar camiones enteros y actúan
con complicidad de las autoridades en ambos países.
Ambos países
habían elegido abordar el asunto hasta el momento como un problema de
seguridad, porque atacar el problema de raíz es meterse con el modelo
económico-ideológico que cada cual defiende y que diplomáticamente habían
acordado respetar para mantener una convivencia de vecinos. Pero esa
convivencia parece haberse roto.
Además de la
oleada masiva de deportaciones de colombianos que estaban en territorio
venezolano, ahora distintos portavoces del Gobierno están afirmando que la
legislación interna colombiana fomenta el contrabando y que desde Cúcuta se
atenta contra el bolívar para que siga perdiendo su valor.
Es decir, Colombia ya no es sólo señalada por exportar a
supuestos paramilitares y contrabandistas a su país, sino que es la culpable de la devaluación del bolívar y la
especulación en el mercado paralelo de divisas, según Caracas. "Hasta
que no se acabe el ataque a la moneda venezolana no abriré la frontera hacia el
Norte de Santander," dijo Maduro.
Según el
Gobierno venezolano, Colombia es la culpable de la devaluación del bolívar
En Venezuela
existe desde hace años el control cambiario. Actualmente hay tres tipos de
cambio oficial, el de 6,30 bolívares por dólar para
compras prioritarias como medicinas y alimentos, otro de 12 bolívares y
un tercero que fluctúa pero no supera los 200 bolívares por dólar. Como la demanda
de divisas es superior a la oferta oficial, su valor en el mercado negro se ha trepado hasta 700 bolívares por dólar.
Según Juan
Fernando González, presidente de Asocambios en Cúcuta, que agrupa a las casas
de cambio en la ciudad, las páginas web como DolarToday —que funcionan también
a través de cuentas de twitter ante los intentos de bloqueo del gobierno
venezolano— son las que marcan el valor del paralelo en Venezuela, y la
referencia que utilizan para determinarlo, es la del bolívar respecto al peso
en Cúcuta y el valor del peso respecto al dólar. "Macroeconómicamente no
tiene sentido que esta ciudad le ponga el precio del dólar a Venezuela. Esto ha
generado una distorsión", dice González, pero afirma que es
absurdo pensar que los cucuteños estén detrás de una conspiración en alianza
con las páginas como DolarToday, que ante el cierre de la frontera, anunció un
nuevo tipo de marcador, teniendo en cuenta los valores en las casas de cambio
de Bogotá y de Manaos. "En Venezuela, el precio del bolívar respecto al
dólar lo coloca el gobierno bajo unas reglas que solo entienden ellos. Acá
en Colombia hay libre mercado y el valor depende de la oferta y la demanda, y
desde 2010, la oferta de bolívares ha sido mayor que la demanda," añade.
Con el
cierre indefinido de la frontera, la demanda de bolívares probablemente seguirá
bajando, por estos días los maneros que se paran al borde de la carretera,
ofreciendo la faja de billetes, están ausentes y en las casas de cambio no hay
clientes. Detrás del vidrio de su pequeña empresa, Gabriela, quien trabajó como
manera en la calle, pasa las horas pensando que si la situación va para largo,
tendrá que entregar el local que arrienda en La Parada y buscarse otro empleo.
Sus padres, ya mayores, viven del lado venezolano y dependen económicamente de
ella. “No sé como ese señor Maduro habla de socialismo humanista, ” dice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario