martes, 24 de febrero de 2015

Los tres principales productores lácteos de China ahora fabrican en Nueva Zelanda y aportan 70% de las importaciones de lácteos de China. // por Andrew Browne del WSJ

Los tres principales productores lácteos de China ahora fabrican en Nueva Zelanda y aportan 70% de las importaciones de lácteos de China.



Los gigantes chinos cambian el paisaje lechero de Nueva Zelanda

http://lat.wsj.com/articles/SB10344423471672714837704580480422290357484?tesla=y



Por Andrew Browne


lunes, 23 de febrero de 2015 19:22 EDT




Ken y Patricia Graham en su viñedo en Pokeno, Nueva Zelanda. Patricia Graham

POKENO, Nueva Zelanda—Ken y Patricia Graham tienen un nuevo vecino poco grato en la granja donde se retiraron a criar ovejas y vacas y ocuparse de un viñedo: una gigantesca fábrica de leche maternizada de propiedad china.

La planta de US$165 millones que lleva el nombre de la empresa, Yashili, en caracteres chinos, invade la vista desde su terraza de madera.

Su tamaño es desproporcionado respecto de la aldea de Pokeno, que tiene una población de alrededor de 400 personas y se encuentra en el corazón de la industria láctea de Nueva Zelanda. Antes de erigirse el año pasado, la estructura más grande en la zona era un motel de 14 habitaciones.

¿Cómo se sienten? “En realidad, puaj”, dice Patricia Graham. “Nos gusta vivir en un buen lugar rural”. Su esposo es más duro con el amplio desarrollo industrial en el área encabezado por Yashili. “Es una absoluta abominación”, dice.

La destrucción del idilio rural de los Graham refleja la perturbadora fuerza de China que ahora se propaga en Nueva Zelanda. El creciente pero imprevisible apetito chino por la leche y otros productos lácteos, combinado con un repentino aumento de la inversión china en plantas lácteas, terrenos rurales y bienes raíces, está sacudiendo la forma de vida tradicionalmente plácida de esta región.

Otros pequeños países de Asia-Pacífico también podrían sentir los perturbadores efectos de su desigualdad de tamaño con China. No obstante, una combinación única de factores demográficos y geográficos magnifica el impacto sobre Nueva Zelanda.

La mayoría de los países produce suficiente productos lácteos para satisfacer sus necesidades y exportar un pequeño excedente.

Nueva Zelanda, en cambio, tiene apenas en torno a 4,5 millones de habitantes y un enorme sector lácteo sostenido por sus abundantes pastizales.

 Exporta 95% de su producción, lo que lo convierte en el mayor exportador de lácteos del mundo.

La urbanización de China ha sido una bonanza para Nueva Zelanda. Cuando los agricultores chinos migran a las ciudades, compran refrigeradores y almacenan leche. No obstante, por años la producción láctea de China ha tenido problemas para cubrir la demanda. China tenía limitados terrenos agropecuarios disponibles, a lo que luego se sumaron los temores sobre la seguridad alimentaria tras un escándalo en 2008 en el que leche de fórmula contaminada con melamina enfermó a miles de bebés.

Aunque la demanda interna dio lugar a un auge en la producción local, las inmaculadas granjas de Nueva Zelanda aportan 70% de las importaciones de lácteos de China.

El comercio ha dejado a Nueva Zelanda expuesta a las bruscas fluctuaciones del mercado.

 Un frenesí de compras especulativas de leche en polvo por parte de los chinos en 2013 ha dado lugar a un colapso y los precios han caído casi a la mitad conforme otros países han aumentado su producción de leche para venderle al gigante asiático. Los productores que añadieron cabezas de ganado ahora están sacrificándolos. Muchos están agobiados por las deudas que contrajeron para elevar su producción.

Con el tiempo, las turbulencias del mercado se calmarán. Sin embargo, los cambios más fundamentales que están en marcha en lugares como Pokeno apenas han comenzado.

China ya no se contenta con simplemente comprar las exportaciones lácteas neozelandesas, sino que quiere una participación en su cadena de producción. Debido a que Nueva Zelanda carece de fondos para financiar inversiones, el flujo de capital chino probablemente continuará.

“Para un país pequeño como Nueva Zelanda, este es un momento crucial”, dice Rodney Jones, un neozelandés radicado en Beijing y director de la firma de asesoría Wigram Capital Advisors.

La empresa que construyó la fábrica de fórmula infantil en Pokeno es controlada por el gigante estatal China Mengniu Dairy Co. 2319.HK -0.85%  y comenzará su producción en marzo.

Los tres principales productores lácteos de China ahora fabrican en Nueva Zelanda.

Durante las últimas elecciones, los políticos de la oposición advirtieron que los neozelandeses se arriesgaban a convertirse en “inquilinos en su propia tierra”.

Tales temores son exagerados, pero la velocidad y la escala de las recientes compras chinas les parecen abrumadoras a muchos habitantes.

Los Graham, cuya granja está ubicada al lado de la fábrica de Yashili, planean quedarse un par de años más y luego mudarse. Ambos tienen más de 70 años y todavía conservan un departamento en Auckland.

Helen Clotworthy, dueña junto con su marido de la carnicería local Pokeno Bacon, se ha dado por vencida. Su familia se mudará a un lugar más tranquilo en la cercanía, aunque mantendrán la tienda.

El ruido de los buldóceres de la fábrica de Yashili inquieta a Clotworthy y está nerviosa por la forma en que China está modificando su futuro.


“Tienen una riqueza que no entendemos en Nueva Zelanda”, dice.

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