jueves, 6 de febrero de 2014

Un nuevo método radical de aprendizaje podría desatar una generación de genios. Parte 2

Un nuevo método radical de aprendizaje podría desatar una generación de genios. Parte 2

http://www.wired.com/business/2013/11/aprendizaje-independiente/2/

BY POR JOSHUA DAVIS, TRADUCCIÓN POR DANIELA HERNÁNDEZ11.11.133:00 PM


Los alumnos de Brooklyn Free School dirigen su propio aprendizaje. No hay calificaciones ni tareas formales.  Brian Finke
Los psicólogos evolucionarios han empezado a explorar este tipo de teorías.
Peter Gray, un investigador en Boston College quien estudia la forma natural de los niños de aprender, dice que la maquinaria cognitiva humana es fundamentalmente incompatible con la educación tradicional.

 Gray señala que los niños pequeños, motivados por la curiosidad y un carácter juguetón, aprenden solos una cantidad tremenda sobre el mundo.

Y sin embargo, cuando llegan a la edad de ir a la escuela, les quitamos esa motivación innata de aprender con un programa impuesto. “Le estamos enseñando al niño que sus preguntas no importan, que lo que importa son las materias del programa. Eso no es como la selección natural nos diseñó para aprender. Nos diseñó a resolver problemas y descifrar cosas que son parte de nuestras vidas.”

Algunos sistemas escolares han empezado a adaptar esta nueva filosofía—con resultados enormes.
En los 1990s, Finlandia redujo el programa de matemáticas para las escuelas primarias de 25 a cuatro páginas, cortó el día escolar por una hora, y se enfocó en el aprendizaje activo e independiente.

Para el 2003, los alumnos finlandeses habían ascendido al primer lugar en clasificación internacional entre países desarrollados después de haber estado casi en últimos lugares.

Nicholas Negroponte, co-fundador del Media Lab en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, está llevando este método más lejos con su proyecto, “Una computadora portátil por niño.”

El año pasado la organización llevó 40 tabletas a niños en dos aldeas remotas en Etiopía.
El equipo de Negroponte no les explicó como funcionaban los dispositivos ni como abrir las cajas.
Sin embargo, los niños aprendieron rápido como escuchar la canción del alfabeto y aprendieron como escribir cartas. También descubrieron como usar la cámara. Esto fue impresionante porque la organización la había desactivado. “Hackearon Android,” Negroponte dice.

Un día Juárez Correa fue hacia su pizarra y escribió “1 = 1.00.” Normalmente, en este momento, hubiera empezado a explicar el concepto de fracciones y decimales. En vez de eso, escribió “1/2 = ?” y “1/4 = ?”
“Piensen sobre eso por un segundo,” dijo, y salió del salón.

Mientras los niños murmuraban, Juárez Corea fue a la cafetería de la escuela, donde los niños podían comprar desayuno y almuerzo barato. Pidió prestado como 10 pesos en monedas – el equivalente de 75 centavos de dólar – y regresó a su salón, donde distribuyó un peso en monedas en cada mesa. Se dió cuenta que Paloma ya había escrito .50 y .25 en un papel.

“Un peso es un peso,” dijo. “¿Cuanto es una mitad?”

JUÁREZ CORREA SINTIÓ ESCALOFRÍOS. JAMÁS SE HABÍA ENCONTRADO CON UN ESTUDIANTE CON TANTA CAPACIDAD NATURAL.

Al comenzar, algunos niños dividieron las monedas en partes obviamente desiguales. Esto echó a andar un debate entre los alumnos sobre lo que significaba el concepto de una mitad. Su entrenamiento como maestro le decía a Juárez Correa que tenía que intervenir. Pero se acordó del trabajo de Mitra y se resistió. Observó a Alma Delia Juárez Flores explicarle a sus compañeros que mitad quería decir porciones iguales. Contó 50 centavos. “Entonces la respuesta es .50,” dijo la niña. Los otros niños cabecearon que sí. Tenía sentido lo que había dicho.

Para Juárez Correa, todo esto fue simultáneamente emocionante y un poco aterrador.

En Finlandia, los maestros tenían años de entrenamiento para aprender como orquestar este tipo de aprendizaje. El lo estaba improvisando todo.

Empezó a experimentar con diferentes formas de hacer preguntas sin respuestas fijas, acerca de temas desde el volumen de los cubos hasta como multiplicar fracciones. “El volumen de un prisma con base cuadrada es el área de la base por la altura. El volumen de una pirámide con base cuadrada es esa fórmula dividida por tres,” les dijo una mañana. “¿Por que creen que sea así?”

Caminó por el salón, callado. Le fascinó observar a los niños llegar a la respuesta. Estaban trabajando en equipos y tenían modelos con varias formas para experimentar. El equipo liderado por Usiel Lemos Aquino, un niño bajito con una expresión siempre esperanzada, dió con la idea de dibujar diferentes formas – prismas y pirámides. Al acomodar sus dibujos uno arriba del otro, su grupo empezó a adivinar la respuesta. Juárez Correa dejó que los niños platicaran cuanto quisieran. El salón se convirtió en un ambiente ruidoso y un poco caótico—exactamente sin la disciplina típica que los maestros según tenían que imponer. Pero en menos de 20 minutos, los alumnos ya tenían la respuesta.

“Tres pirámides caben en un prisma,” Usiel observó, hablando por el resto de su grupo. “Entonces el volumen de una pirámide tiene que ser el volumen de un prisma dividido por tres.”

Juárez Correa se quedó impresionado. Pero estaba todavía aún más intrigado por Paloma. Durante estos experimentos, se había dado cuenta que ella casi siempre sacaba la respuesta inmediatamente. A veces les explicaba a sus compañeros, otras se quedaba callada. Nadie le había dicho que ella tenía un talento tan especial. Pero aún cuando le hacía preguntas muy difíciles a la clase, ella anotaba las respuestas rápidamente. Para ver que tanto podía, retó a sus alumnos con un problema que estaba él seguro la sorprendería. Juárez Correa les contó la historia de Carl Friedrich Gauss, el famoso matemático alemán quien nació en 1777.

Cuando Gauss era apenas un estudiante, uno de sus maestros le dijo a su clase que sumaran todos los números entre 1 y 100. Debería haber tomado una hora, pero Gauss terminó casi instantáneamente.

“¿Alguien sabe como hizo esto?” Juárez Correa preguntó.

Algunos de sus alumnos empezaron a sumar los números solo para darse cuenta que les tomaría bastante tiempo terminar. Paloma, con su grupo, escribió algunas secuencias de números cuidadosamente y las analizó por un momento. Después alzó la mano.

“La respuesta es 5,050,” dijo. “Hay 50 pares de 101.”

Juárez Correa sintió escalofríos. Jamás se había encontrado con un estudiante con tanta capacidad natural. Se agachó junto a ella y le preguntó por qué nunca había expresado mucho interés en las matemáticas antes ya que obviamente tenía mucha facilidad.

“Porque nadie lo había hecho tan interesante,” dijo Paloma.

NUESTRO SISTEMA DE EDUACIÓN TIENE RAÍCES EN LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. VALORA LA PUNTUALIDAD, LA REGULARIDAD, LA ATENCIÓN, Y EL SILENCIO SOBRE TODO.

El papá de Paloma se puso mas enfermo.
Siguió trabajando, pero tenía fiebres y le dolía mucho la cabeza.
Finalmente, lo internaron en el hospital, donde su condición empeoró.
El 27 de febrero del 2012, falleció de cáncer de pulmón. Durante la última visita de Paloma antes de él morir, ella se sentó junto a él y le agarró la mano. “Eres muy lista,” su papá le dijo. “Estudia y hazme muy orgulloso.”

Paloma faltó a la escuela cuatro días por el funeral.

Sus amigos podían ver que estaba deshecha, pero ella enterró su dolor. Quería cumplir el último deseo de su padre. Y el nuevo estilo de Juárez Correa de retar a sus alumnos con problemas de matemáticas se convirtió en un refugio perfecto. Mientras Juárez Correa cedía más control de su salón, Paloma se hizo más y más responsable sobre su propia educación. El les enseñó a sus alumnos sobre la democracia, dejándolos que eligieran líderes que decidieran como manejar el salón y sobre cuestiones de disciplina. Los niños eligieron cinco representantes, incluyendo a Paloma y a Usiel. Cuando dos niños se empezaron a dar empujones, los representantes los regañaron, y esto no volvió a pasar otra vez.

Juárez Correa se pasaba las noches viendo videos sobre la educación.

Leía polémicas por el dibujante mexicano Eduardo del Rio (conocido como Rius), quien decía que los niños deberían tener la libertad de explorar lo que quisieran.

También se quedó impresionado con Mitra, quien hablaba de dejar que los niños “naveguen sin rumbo alrededor de las ideas.” Juárez Correa empezó a tener debates regularmente en su clase, sin darle vuelta a los temas controversiales.
Les preguntó a los niños si creían que la homosexualidad y el aborto deberían de ser permitidos.

Les dijo que propusieran que debería hacer el gobierno mexicano sobre la inmigración a Estados Unidos.

Después de hacerles una pregunta, los dejaba que conversaran entre si mismos.

Una pieza crítica de la teoría de Mitra es el acceso al internet, pero eso no era nada fácil para los alumnos de Juárez Correa.
El estado pagaba por un profesor de tecnología quien iba al salón una vez por semana, pero no tenía mucha tecnología que enseñar. Solo les mostraba una tanda de cartelones con teclados, joysticks, y disquetes. Les mostraba los cartelones y les decía cosas como, “Esto es un teclado. Se usa para escribir a máquina.”

Juárez Correa se convirtió en un conducto al internet lento. Cuando los niños querían saber por qué solo se podía ver solo un lado de la luna, por ejemplo, se iba a casa, se metía a Google y les traía la respuesta al otro día. Cuando le preguntaban sobre eclipses y el equinoccio, les decía que lo averiguaría y que se reportaría con ellos con la información.




El trabajo de Sugata Mitra sobre el aprendizaje independiente inspiró a Juárez Correa.  Mark Pinder

Juárez Correa también les trajo a los niños algo más del internet: la fábula de un burro atrapado al fondo de un pozo. Porque ladrones se habían metido a la escuela y abierto la conexión eléctrica del proyector (seguramente para vender su cobre), no les pudo enseñar el video. Solo se los describió.

Un día, el burro se cayó al pozo, empezó a contarles Juárez Correa. No se lastimó, pero no podía salirse. Su dueño decidió que el animal viejo ya no valía la pena, y como el pozo estaba seco, los enterraría a ambos. Empezó a llenar el pozo con tierra. El burro chilló, pero el hombre continuó. Eventualmente, el burro se calló. El hombre pensó que el animal se había muerto, y se sorprendió, cuando después de haber tirado bastante tierra adentro del pozo, el animal brincó para afuera. Se había sacudido cada pala de tierra y trepó sobre el montón de tierra hasta que pudo salir.

Juárez Correa se quedó mirando a sus alumnos. “Somos como ese burro,” les dijo. “Todo lo que nos avientan es una oportunidad de salir del pozo en el que estamos.”

Cuando la prueba nacional se llevó acabo en junio de 2012, Juárez Correa la vió como solo otro montón de tierra tirado hacia los niños.

Era un paso atrás a como había sido la escuela para ellos antes: mecánica y aburrida.
Para prevenir que hicieran trampa, un coordinador de la Secretaría de Educación Pública supervisó el examen y se encargó de recoger las respuestas al final.
El ambiente era como de un ejercicio militar, pero mientras los niños atacaban las preguntas, se dieron cuenta de que todo era muy fácil, como si les estuvieran pidiendo hacer algo muy básico.

Ricardo Zavala Hernández, el director asistente de la escuela José Urbina López, toma una taza de café casi todas las mañanas mientras navega el internet en el edificio administrativo, una estructura de cemento donde están las únicas dos computadoras de la escuela que sirven.
Un día en septiembre del 2012, se metió a la página de La Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), y vió que los resultados del examen de junio ya estaban listos.

Zavala Hernández dejó su café.
La mayoría de las clases habían mejorado un poco, pero el grupo de Paloma era otra historia.
 El año pasado, 45 por ciento habían reprobado en matemáticas y el 31 por ciento español.
 Esta vez, solo 7 por ciento reprobaron matemáticas y 3.5 español. Ninguno había sacado Excelente antes, y ahora 63 por ciento de ellos lo habían logrado.

Las calificaciones de español eran muy altas. Igualmente las más bajas eran más altas que el promedio nacional. Y después vió los resultados de matemáticas. La calificación más alta en la clase de Juárez Correa era 921. Zavala Hernández después vió la calificación más alta del estado: era 921. Cuando vió lo que seguía, se le pararon los pelos del brazo. La calificación más alta en todo el país era 921.

Imprimió la página y caminó rápidamente al salón de Juárez Correa. Los alumnos se levantaron cuando el entró.

“Mira esto,” Zavala Hernández le dijo a Juárez Correa al darle los resultados.

Juárez Correa examinó los resultados y después alzó la mirada. “¿Es de verdad esto?” le preguntó.

“Lo acabo de imprimir de la página de ENLACE,” le dijo el director. “Es de verdad.”

Juárez Correa se dió cuenta que los alumnos se le quedaron viendo, pero quería estar seguro que había entendido bien los resultados. Lo leyó otra vez, cabeceó, y se voltio hacia los niños.

“Tenemos los resultados de la prueba de ENLACE,” les dijo. “Es solo un examen, y no es uno muy bueno.”

Algunos de sus alumnos se empezaron a sentir tristes. Seguramente les había ido muy mal.

“Pero tenemos un alumno en esta clase que saca el primer lugar en México,” les dijo, sonriendo.

Paloma sacó la calificación más alta en todo el país, pero los otros alumnos no se quedaron muy atrás. Diez sacaron calificaciones en matemáticas que los pusieron en el porcentaje 99.99 de todo México. Tres lograron lo mismo en español.

Los resultados desataron la atención del gobierno y de la prensa en México, casi toda enfocada en Paloma.
La llevaron a la Ciudad de México para que apareciera en un programa de televisión popular y recibió varios regalos, incluyendo una computadora portátil y una bicicleta.

Casi nadie reconoció lo que hizo Juárez Correa por sus alumnos aunque casi la mitad había obtenido resultados de un nivel muy alto y aún los más bajos mejoraron bastante.

A sus otros alumnos los festejaron sus amigos y familias.
Los padres de Carlos Rodríguez Lamas, quien obtuvo una calificación en el porcentaje 99.99 en matemáticas, le compraron tres tacos de bistec.
Ésta fue su primera vez en un restaurante.
Keila Francisco Rodríguez recibió 10 pesos de sus padres.
Se compró una bolsa de Cheetos.
Los niños estaban muy entusiasmados.
Hablaban de ser doctores, maestros y políticos.

Juárez Correa tenía sentimientos encontrados sobre el examen.
Sus alumnos habían tenido mucho éxito porque él había usado un nuevo método de educación, uno que está acoplado al modo en que los niños aprenden.
Este es un modelo que le pone énfasis al trabajo en grupos, competencia, creatividad y un ambiente en cual los estudiantes están al frente.
Era irónico que los niños se hubieran distinguido por una prueba convencional. “Estos exámenes son como límites para los maestros,” dice Juárez Correa. “Prueban lo que sabes, no lo que puedes hacer, y estoy más interesado en lo que mis alumnos pueden hacer.”

Como Juárez Correa, muchos innovadores en el sector de educación están teniendo éxito fuera de la corriente.
Por ejemplo, 11 escuelas secundarias del “Internationals Network” en Nueva York reportan que tienen un tasa de graduación más alta que el promedio de la ciudad entre demográficas equivalentes.
Logran ésto enfocándose en colaboración y aprendizaje liderado por los mismos estudiantes.
 En la coalición de escuelas “Big Picture Learning”—56 escuelas a través de Estados Unidos y 64 otros países—los maestros sirven como consejeros que sugieren temas de interés.

Los estudiantes también trabajan con mentores de la comunidad y de negocios, quienes los ayudan a adquirir prácticas.

Mientras la tasa de graduación a tiempo en los Estados Unidos se queda estancada al 75 por ciento, “Big Picture” gradúa a más del 90 por ciento de sus estudiantes.

Pero estos ejemplos de solo miles de alumnos son una excepción. El sistema de educación en total educa a millones y no reconoce o acepta innovaciones exitosas rápidamente.
Es un sistema construido casi hace dos siglos para satisfacer las necesidades de la era industrial.
Ahora que nuestra sociedad y nuestra economía han evolucionado, nuestras escuelas también se tienen que reinventar.

Por ahora, podemos ver trozos del futuro en lugares como el salón de Juárez Correa.
También podemos ver que el cambio no será fácil.
Aunque la clase de Juárez Correa logró resultados impresionantes, no ha cambiado mucho.
Francisco Sánchez Salazar, el jefe del Centro Regional Educativo de Matamoros, hasta fue despectivo. “El método de enseñanza hace poca diferencia,” dice. Tampoco cree que el éxito de los estudiantes justifique más apoyo. “La inteligencia nace de la necesidad,” dice. “Salen adelante sin tener recursos.”

Más que nunca, Juárez Correa se sintió como el animal de la historia. Pero después se acordó de Paloma. Ella había perdido a su padre y estaba creciendo al lado de un basurero. En circunstancias normales, su futuro sería limitado. Pero como el burro, ella se estaba sacudiendo la tierra; ya había empezado a trepar hacia arriba.

Nota del autor del blog: me da la impresión que la niña es un genio. Pero el método del profesor si es fuera de serie , es creo la educación del futuro , pero el niño debe ser responsable y no usar la CPU solo para jugar  DOTA em ... me llego del correo de social- democratas de Peru del sr PABZ gracias.

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