viernes, 1 de marzo de 2013

Explicación sobre la posible formación del gobierno de Benjamín Netanyahu con ayuda de 2 partidos que están en contra de sus aliados naturales,osea los partidos ultra ortodoxos que predican la guerra contra el islam. extraído del diario israelí Aurora Digital



Explicación sobre la posible formación del gobierno de Benjamín Netanyahu  con ayuda de 2 partidos que están en contra de sus aliados naturales,osea  los partidos ultra ortodoxos que predican la guerra contra el  islam. extraído del diario israelí Aurora Digital


El insólito pacto Lapid-Bennett con la aprobación de Stanley Fischer ex presidente del banco central israelí doblega a Netanyahu

http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Principal/50029/


 El insólito pacto Lapid-Bennett doblega a Netanyahu


Acorralado por un inquebrantable pacto entre los partidos religioso nacional Habait Hayehudí y de centro Yesh Atid, el primer ministro, Biniamín Netanyahu, deberá optar por un Gobierno reducido del que, posiblemente, dejará fuera a sus aliados tradicionales ultra ortodoxos.
 Nota del autor del blog Esto es los buscapleitos estudiosos de la Tora (algo asi como las madrazas islámicas) que no trabajan y que azuzan a la gente a la guerra contra los palestinos  pero que tampoco se enrolan en el ejrcito.

En la cuenta atrás del plazo para consolidar una coalición que supere la barrera de 61 de los 120 diputados del parlamento, Netanyahu afronta serias dificultades para convencer a futuros aliados y, en cuatro semanas de negociaciones, sólo ha conseguido la firma del partido Hatnuá, de la ex ministra de Exteriores Tzipi Livni.

"Vamos al tiempo de descuento", aseguró el periódico Israel Hayom, aliado al primer ministro, al informar de que los ultra ortodoxos podrían quedar temporalmente fuera para no tener que acudir nuevamente a elecciones.

Al anochecer del sábado, Netanyahu pedirá al jefe del Estado, Shimón Peres, el plazo extra de dos semanas que contempla la ley para tratar de superar el obstáculo que le han colocado los dos políticos revelación de las últimas elecciones.

Yair Lapid, al frente del centrista laico Yesh Atid (19 escaños), y Nafatlí Bennett, que encabeza el partido religioso nacionalista Habayit Hayehudí (12 escaños), han conseguido bloquear la formación de Gobierno con una alianza atípica -tienen políticas muy divergentes, en particular sobre el proceso de paz con los palestinos- pero inquebrantable.

Ambos defienden a capa y espada que los ultra ortodoxos sean enrolados en el Ejército de Defensa de Israel (Tzáhal) y que el reparto de las obligaciones ciudadanas sea más equitativo, eje central de sus campañas electorales y que los ha convertido en aliados a pesar de las críticas internas.

"Bennett no fue a las elecciones con la campaña de Lapid", se quejó en ese sentido el ministro de Ciencias, Daniel Hershkovitz, al recordar la promesa de su formación de apoyar la candidatura de Netanyahu a primer ministro.

Desplazado por Bennett de la Presidencia del partido, Hershkovitz le exigió cumplir esa promesa y "dejar de retrasar la entrada en el Gobierno", porque en el pasado cometieron el error de provocar la caída de Netanyahu y "ése no es el camino deseado".

Se refería a las elecciones de 1999, provocadas por la retirada del partido Mafdal (antecesor de Habayit Hayehudí) de la coalición que gobernaba al país y que ganó el entonces laborista Ehud Barak.
Un año después, éste acudió a la cumbre de Camp David con un plan de paz para entregar a los palestinos la mayor parte del territorio conquistado en 1967, que fue rechazado por Yaser Arafat.

El compromiso mutuo entre Bennett y Lapid de "o los dos entramos o ninguno" busca en un principio debilitar el tradicional poderío de los partidos ultra ortodoxos Shas (sefardí) y Judaísmo Unido de la Biblia (askenazí), que se oponen a la demanda de enrolamiento militar y a una reducción de las millonarias ayudas que reciben los "haredim" del Gobierno a pesar de contribuir poco o nada a las arcas públicas.

"El problema está en que la táctica se ha convertido en estrategia", consideró Hershkovitz, que no ve ninguna razón para una alianza que, de todas formas, se romperá inmediatamente después de formarse el Gobierno, según acordaron los dos políticos.

Sin ambos, y con los ultra ortodoxos, Netanyahu sólo alcanza una coalición de entre 55 y 57 escaños, insuficientes para gobernar, por lo que se verá obligado a claudicar para no arrastrar al país a un nuevo proceso electoral. Con Bennett y Lapid supera cómodamente los 61.

Una de las opciones que baraja el primer ministro es que el Shas y el Judaísmo Unido de la Biblia se sumen a su coalición en la segunda mitad del año, después de tener aprobados los presupuestos del Estado, posibilidad que los dos partidos ultra ortodoxos no contemplan.

"No habrá examen de recuperación (para Netanyahu), ni seremos premio de consolación", dijo Ari Deri, uno de los líderes de Shas, al diario Yediot Aharonot.

Fuerza dominante de la política interna desde 1988 y aliado tradicional de la derecha nacionalista, Shas asegura no tener problema con "sentarse en la oposición" y defender las políticas sociales junto con el Partido Laborista, según Deri.

Para Netanyahu se trata de una nueva y quizás más complicada trampa, porque tarde o temprano emergerán las divergencias ideológicas sobre el proceso de paz entre Lapid y Bennett y su Gobierno quedará desarmado o paralizado. EFE y Aurora
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