martes, 11 de octubre de 2011

La igualdad de género impulsa el desarrollo por Robert B. Zoellick




Robert B. Zoellick
En los últimos 25 años, el mundo ha dado pasos significativos para reducir la brecha entre hombres y mujeres en materia de educación, salud y mercados de trabajo.
Hoy, niñas y niños participan en pie de igualdad en la educación primaria en la mayoría de los países en desarrollo.

A nivel universitario, en más de 60 países hay más mujeres que varones.
Las mujeres están usando la educación para contribuir cada vez más en las comunidades, economías y sociedades a las que pertenecen.

Las mujeres hoy constituyen más del 40% de la fuerza de trabajo mundial.

Otras dimensiones de la igualdad, en cambio, muestran un cuadro más inquietante.
Las niñas que son pobres o viven en zonas remotas todavía no pueden asistir a clases tan fácilmente. Las mujeres tienen más probabilidades de trabajar en ocupaciones de baja remuneración y administrar empresas pequeñas en sectores poco rentables.
Sean trabajadoras, agricultoras o empresarias, las mujeres ganan menos que los hombres: 22% menos en México y Egipto; 40% menos en Georgia, Alemania o India.

El nivel de participación y representación femenina en la sociedad, los negocios y la política es considerablemente menor que el de los hombres, con pocas diferencias entre países pobres y ricos.
Aun cuando en América Latina, las desigualdades de género en el mercado laboral se han reducido más rápido que en cualquier otra región del mundo en desarrollo, es mucho más lo que se puede hacer para poner fin a la marginación económica de las mujeres.

Eliminar los obstáculos que impiden su acceso a ciertos sectores podría aumentar de 3 a 25% la producción por trabajador, según el país.
Dotar a las mujeres de los medios que les permitan utilizar su capacidad y aptitudes puede incrementar la competitividad de los países y sostener su crecimiento, un recurso valioso y poco utilizado en una economía mundial incierta.

Durante la crisis mundial del 2008, los ingresos de las mujeres ayudaron a muchas familias a mantenerse a flote, de ahí la importancia de lograr que su productividad e ingresos no se vean constreñidos por obstáculos, ni por una discriminación flagrante.

Este desafío no concierne solamente a los países en desarrollo.
Un nuevo informe del Banco Mundial exhorta a adoptar medidas en cuatro ámbitos:
- Hacer
frente a los problemas que afectan al capital humano a través de inversiones en agua limpia y cuidados maternos y por medio de programas específicos dirigidos a mitigar las desventajas persistentes en materia de educación.
- Cerrar las brechas de ingresos y productividad entre mujeres y hombres mejorando el acceso a recursos productivos y servicios de agua y electricidad y de cuidado infantil.
- Aumentar la participación femenina en las decisiones que se adopten en el seno de los hogares y las sociedades.
- Reducir la desigualdad de género en las futuras generaciones invirtiendo en la salud y la educación de varones y niñas adolescentes, creando oportunidades para que mejoren sus condiciones de vida y ofreciendo información sobre planificación familiar.
Hemos visto que una política focalizada puede ser decisiva. Aun en las sociedades más tradicionales y en las aldeas más pobres, he observado que, cuando las mujeres logran la oportunidad de obtener mayores ingresos para sus familias, rápidamente se disipan las sospechas -o incluso la hostilidad inicial- de los hombres.
No obstante, a menudo las personas necesitan un proyecto que despierte una perspectiva distinta.

Promover la igualdad de género es lo correcto.

Y es además una medida económica acertada.
(*) Presidente del Grupo del Banco Mundial
Artículo publicado en Politico.com (19.09. 2011).

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