viernes, 29 de septiembre de 2023

En las encuestas en Eslovaquia y Polonia está en juego algo más que la democracia

 

En las encuestas en Eslovaquia y Polonia está en juego algo más que la democracia

Si los eslovacos y los polacos votan en fuerzas conservadoras y populistas, esto no sería un buen augurio para la unidad de la UE en Ucrania.

epa10856676 El ex primer ministro eslovaco y presidente del partido Smer-SD, Robert Fico, habla en el mitin de campaña electoral del partido en Nitra, Eslovaquia, el 12 de septiembre de 2023. Robert Fico, un populista de izquierda socialmente conservador y dos veces ex primer ministro, toma lidera las encuestas antes de las elecciones y su partido ha pedido que se detenga la ayuda militar a la vecina Ucrania.  Las elecciones parlamentarias en Eslovaquia se celebrarán el 30 de septiembre de 2023. EFE-EFE/MARTIN DIVISEK
El ex primer ministro eslovaco y presidente del partido Smer-SD, Robert Fico, habla en el mitin de campaña electoral del partido en Nitra, Eslovaquia, el 12 de septiembre de 2023 [Martin Divisek/EPA/EFE]

En los últimos años, el populismo, el nacionalismo y el iliberalismo han llegado a dominar cada vez más la política en Europa Central. El epítome de esta tendencia ha sido el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien, junto con su partido populista conservador Fidesz, ha estado en el poder desde 2010. Polonia también ha seguido el camino antiliberal, con el partido nacionalista-conservador Ley y Justicia (PiS). partido ha mantenido su control del poder durante los últimos ocho años.

El 15 de octubre, los polacos votarán en las elecciones parlamentarias, lo que podría prolongar el gobierno del PiS. Dos semanas antes, Eslovaquia, gobernada por un gobierno tecnocrático desde mediados de mayo tras la temprana desaparición de una caótica coalición de centro derecha, también acudirá a las urnas. El país también puede llevar al poder a una pequeña socialdemocracia conservadora y populista.

Si el PiS y la Smer-Socialdemocracia ganan en Polonia y Eslovaquia, respectivamente, esto fortalecería la tendencia populista y antiliberal en Europa Central y erosionaría la democratización poscomunista en la región. Peor aún, podría afectar la política exterior común de la Unión Europea hacia Ucrania, debilitando el apoyo a Kiev.

Retroceso democrático

El líder de Smer, Robert Fico, es el primer ministro con más años en el cargo en Eslovaquia, habiendo ocupado el puesto de primer ministro tres veces. Durante sus mandatos anteriores, el desarrollo democrático del país fue saboteado repetidamente.

Los gobiernos anteriores de Fico han sido acusados ​​de interferir con la independencia e integridad del poder judicial y la fiscalía. Durante su mandato, se alega que varios jueces, fiscales y otros funcionarios estuvieron involucrados en sobornos, abuso de poder y colusión con grupos delictivos organizados.

Fico y su partido a menudo atacaron e intimidaron a periodistas que criticaban sus políticas o exponían sus irregularidades. Él y sus aliados políticos también promovieron la discriminación contra las minorías y los inmigrantes.

Se creía comúnmente que los asesinatos en 2018 del periodista de investigación Jan Kuciak y su prometida y los graves cargos penales presentados contra muchos ex miembros de alto perfil del gabinete de Fico relacionados con el establecimiento y liderazgo de grupos criminales, abuso de cargos públicos y corrupción, sellaron el El destino político del primer ministro.

Pero regresó el año pasado, lanzando una campaña pública particularmente cruda y de mal gusto para aumentar su popularidad. Por ejemplo, justo antes de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, Fico criticó la presencia militar de la OTAN en Eslovaquia, aprovechando una ola de sentimiento prorruso. También atacó a la presidenta eslovaca, Zuzana Čaputová, calificándola de “agente estadounidense” para ganar puntos políticos con su electorado antisistema.

El regreso de Fico al poder no sería un buen augurio para la democracia eslovaca. Otro cargo de primer ministro para él afianzaría el mal uso de recursos públicos para recompensar a sus partidarios políticos y mantener el poder. Promovería el nepotismo y la corrupción, incluso dentro del poder judicial, lo que conduciría a una mayor erosión de la confianza pública en las instituciones estatales y el sistema legal.

El clientelismo y el favor institucional hacia ciertos oligarcas, que fue generalizado durante los mandatos anteriores de Fico, limitarían las oportunidades económicas para otros y empeorarían el ya significativo problema de la fuga de cerebros, dejando las muy necesarias reformas estructurales en un segundo plano.

La democracia de Polonia también está en juego. Bajo el liderazgo del conservador PiS, el país no ha cumplido los requisitos de la UE en materia de independencia judicial. Como resultado, Bruselas le ha impedido retirar unos 35.000 millones de euros (37.000 millones de dólares) de los fondos del Fondo de Recuperación y Resiliencia de la UE.

El gobierno polaco también ha socavado la libertad de prensa y restringido los derechos de las minorías, las mujeres y las personas LGBTQ+. Uno de los temas más controvertidos que ha provocado protestas en Polonia es la prohibición casi total del aborto impuesta en enero de 2021.

El PiS también ha intentado instrumentalizar la ley contra sus oponentes. En mayo, el parlamento polaco aprobó una legislación destinada a supuestamente investigar la influencia rusa en el país entre 2007 y 2022. Pero los críticos han señalado que podría usarse contra miembros de la oposición antes de las elecciones parlamentarias. La ley tensó aún más las relaciones con Bruselas, lo que desencadenó un procedimiento de infracción contra Varsovia.

Si el PiS gana las elecciones de octubre y encabeza otro gobierno en Polonia, seguirá adelante con su agenda antidemocrática, socavando la legitimidad del poder judicial, fortaleciendo su control sobre los medios de comunicación y restringiendo los derechos fundamentales y la protección de las minorías, las mujeres y las personas LGBTQ+.

Postura anti-Ucrania

En este otoño está en riesgo no sólo la democracia en Europa Central, sino también la posición de la región en Europa e incluso el futuro de Ucrania. La retórica pública de la Smer-Socialdemocracia y el PiS sobre Ucrania ha levantado cada vez más señales de alerta.

Fico basó su campaña electoral en la difusión de narrativas falsas a favor del Kremlin sobre la guerra en Ucrania. Ha llamado a los ucranianos “fascistas” y descartó cualquier posible ingreso de Ucrania a la OTAN, diciendo que el país debería seguir siendo un “amortiguador entre Rusia y la OTAN”. Ha amenazado con retirar el apoyo del gobierno eslovaco a Kiev y ha calificado a la UE de “suicida” por imponer sanciones a Rusia.

No está claro si Fico actuará ante alguna de estas amenazas si asume el poder. En el pasado, ha hecho declaraciones similares sin darles seguimiento con políticas sólidas. Por ejemplo, en 2016 pidió a la UE que levantara las sanciones contra Rusia solo para apoyarlas en los foros de la UE. Pero un gobierno eslovaco dirigido por él ciertamente no sería una buena noticia para Ucrania.

Si bien la postura proucraniana de Polonia parece firme, en las últimas semanas Kiev y Varsovia han intercambiado golpes sobre la importación de cereales ucranianos. La disputa surgió después de que la UE decidió levantar la prohibición de tales importaciones al mercado común europeo. Varsovia indicó que quería restablecer la prohibición para proteger los intereses de los agricultores polacos, cuyos beneficios se ven amenazados por los bajos precios de los cereales ucranianos. Kiev criticó estas políticas proteccionistas y dijo que favorecen a Rusia.

La disputa desembocó en una auténtica crisis diplomática: Polonia anunció que dejaría de suministrar armas a Ucrania y amenazó con prohibir otras importaciones procedentes de su vecino.

La retórica hostil del gobierno polaco puede indicar el deseo del PiS de asegurarse el apoyo de los votantes rurales y de extrema derecha para mejorar sus posibilidades de obtener una mayoría efectiva en las urnas. En este contexto –y dada la aversión duradera y profundamente arraigada de los polacos hacia Rusia– es poco probable que el desacuerdo con Kiev resulte en un giro dramático en la política exterior polaca.

Pero la disputa con Ucrania podría provocar una erosión de la confianza entre los dos países, debilitando la postura común de la UE contra Rusia. Si continúa, podría tener consecuencias negativas para Kiev desde el punto de vista financiero, político y estratégico.

Estos acontecimientos hacen que las elecciones en Eslovaquia y Polonia tengan consecuencias no sólo para los asuntos internos de los dos países. Las decisiones que tomen eslovacos y polacos en las urnas este otoño repercutirán mucho más allá de sus fronteras.

No sólo determinarán el futuro de la democracia en Europa Central, sino que también pueden afectar el delicado equilibrio en la región y el firme apoyo de la UE a Ucrania.

Por qué el conservador Alberto Núñez Feijóo no será presidente del gobierno en España pese a haber ganado las elecciones (y qué pasa ahora)

 

Por qué el conservador Alberto Núñez Feijóo no será presidente del gobierno en España pese a haber ganado las elecciones (y qué pasa ahora)

Primer plano de Alberto Núñez Feijóo.

FUENTE DE LA IMAGEN,EFE

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El candidato del PP no logró los apoyos necesarios en una segunda ronda de votaciones.

  • Author,Redacción
  • Role,BBC News Mundo

Era un escenario que se preveía. Alberto Nuñez Feijóo no logró este viernes los apoyos suficientes en el Congreso de los Diputados para ser elegido presidente de España.

Aunque los sondeos daban una clara victoria del PP en las elecciones del pasado 23 de julio y, de hecho, ganó en votos y escaños a otras formaciones políticas, no fueron lo suficiente para obtener el respaldo en el Parlamento.

Que Feijoó ganara las elecciones pero no lograra ser presidente se explica por las peculiaridades del sistema político español.

Al contrario de lo que sucede en la mayoría de los países de América Latina, España se rige por un sistema parlamentario.

Es decir, en las elecciones generales no se elige directamente al presidente, sino a un Parlamento. Y son sus miembros los que votan la formación de un Ejecutivo.

Se requiere un voto favorable de una mayoría absoluta de 176 de los 350 diputados para ser investido presidente en un primer intento o mayoría simple, más síes que noes, en un segundo.

El Partido Popular (centro-derecha) de Nuñez Feijóo obtuvo en julio 136 escaños y en una primera votación, con el apoyo de Vox, partido de extrema derecha, además de Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria, llegó a 172 curules, 4 menos de los necesarios para la mayoría absoluta.

En la segunda votación de este viernes Feijóo tampoco lo logró.

Tuvo 172 votos a favor frente a 177 en contra y un voto nulo.

"Ya no hay posibilidad de triunfo de ningún candidato, no existe éxito posible en el engaño o la mentira", dijo Feijóo en su discurso, en el que se centró en atacar al socialista Pedro Sánchez, el actual presidente del gobierno que como segundo candidato más votado en julio podrá ahora tratar de formar gobierno.

Y, ante los escenarios que se prevén, le interpeló: “Tenga el valor de decir lo que España tendrá que soportar si usted es presidente del gobierno, para que España sepa qué piensa de las exigencias claras y nítidas de los partidos independentistas de la Camara”.

Sánchez no intervino en la sesión. En su lugar, lo hizo el socialista Óscar Puente, que acusó a Feijóo de haber participado en un "simulacro de investidura para sus objetivos personales".

Más allá de diálectica política, ¿qué puede pasar ahora?

Esquema de la composición por escaños del Congreso de los Diputados de España.

Una oportunidad para Pedro Sánchez

El fracaso de Feijóo en la primera votación puso en marcha el reloj para unas nuevas elecciones. Pero antes está la carta de Pedro Sánchez.

La Constitución prevé que se someta a votación el candidato del siguiente partido con más escaños en el Congreso, en este caso, el PSOE, que obtuvo 122 escaños.

Ahora, con la caída de Feijóo, el ciclo se repite: Sánchez dará un discurso con el programa de gobierno ante el Congreso y deberá ganar por mayoría absoluta o por mayoría simple en segunda votación.

Pero tampoco esto parece tarea fácil.

Pedro Sánchez, líder del PSOE, durante la noche electoral el 23 de julio.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

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Pedro Sánchez, líder del PSOE, durante la noche electoral el 23 de julio.

Sánchez tendrá que hacer alianzas con otros partidos, porque solamente con los escaños del Partido Socialista no puede ganar ni en primera vuelta ni en segunda.

Su objetivo ahora será reeditar lo que ha llamado “bloque de la investidura”, la heterogénea relación de grupos de izquierda y nacionalistas e independentistas que facilitaron su investidura en 2020.

Necesitará el apoyo de Sumar, formación afín de izquierdas con Yolanda Díaz a la cabeza, pero también de partidos nacionalistas e independentistas de Cataluña y País Vasco, como PNV, EH Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).

Aun así, no será suficiente.

La polémica ley de amnistía

El escollo más grande en este momento, según destacan los analistas, es conseguir el apoyo del partido JuntsxCatalunya. Y lo que esto puede suponer.

"No haremos presidente a Sánchez a cambio de nada", dijo la cabeza de lista del partido, Miriam Nogueras, en julio.

La agrupación independista ya dijo en campaña que reclamará un referéndum sobre la independencia de Cataluña.

También pidió que se desjudicialice el llamado procés, el referendo ilegal de autodeterminación de Cataluña en 2017, por el que varios líderes catalanes fueron condenados.

¿Cuál ha sido la respuesta de Sánchez estas semanas?

Anunció la creación de una ley de amnistía para los políticos y líderes catalanes implicados en el procés.

En ese tiempo, Cataluña llevó a cabo un referendo sobre su independencia, declarado previamente ilegal y suspendido por el Tribunal Constitucional. Se celebró en una jornada violenta con la intervención de fuerzas de seguridad del Estado.

El entonces gobierno catalán, encabezado por el expresidente Carles Puigdemont, consideró los resultados legítimos y declaró de modo unilateral la independencia de Cataluña.

Pancarta de Puigdemont.

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Puigdemont huyó de España en 2019 y tiene cuentas pendientes con la justicia.

Tras ello, varios políticos y líderes catalanes fueron enjuiciados y encarcelados. Puigdemont huyó del país y se estableció en Waterloo, Bélgica.

Aunque en 2021 el gobierno español ofreció un indulto a los políticos que cumplían cárcel, sobre Puigdemont sigue pendiente una orden de extradición.

Entonces, resumiendo, tanto JuntsxCatalunya como Esquerra Republicana (ERC) piden una suerte de tábula rasa sobre esos hechos y la posibilidad de hacer un nuevo referéndum a cambio de darle su apoyo a Sánchez en el Congreso.

Algunas voces, como la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, ya han pedido a Feijóo que "ceda" algunos votos del PP a Sánchez o se abstenga a votar en su contra a fin de sacar adelante la investidura de Sánchez pero sin el apoyo de Junts.

Hasta las elecciones del 23 de julio el propio Sánchez se había opuesto a una amnistía para los independentistas catalanes.

Sánchez evitó intervenir en el Congreso en estos días de votación y no se ha pronunciado respecto a la amnistía en ese foro.

Núñez Feijóo calificó por esto al posible gobierno de Sánchez como "gobierno de la mentira" y dijo que, antes que esto, era "más decoroso optar por la segunda opción: convocar nuevas elecciones".

La posible ley de amnistía también ha generado duras críticas por parte de integrantes históricos del PSOE, como el expresidente Felipe González.

Sánchez y parte de la bancada socialista durante la sesión del Congreso.

FUENTE DE LA IMAGEN,EFE

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Sánchez y parte de la bancada socialista durante la sesión del Congreso.

Repetición de elecciones

Desde la primera votación en el Congreso a Feijóo, el pasado 27 de septiembre, el reloj empezó a contar. Desde ese momento, hay un plazo de dos meses para que un candidato obtenga el respaldo de la Cámara Baja.

Si Sánchez no logar armar una mayoría, difícilmente otro candidato más lo logrará. Se llega así a una situación de bloqueo que derivará en la convocatoria de nuevas elecciones, previstas en este caso para el 14 de enero de 2024.

No es la primera vez que este escenario se da en España. Ya ocurrió en los comicios de 2016 y 2019.

La aparición de nuevos partidos como Podemos, Ciudadanos, y posteriormente Vox y Sumar, fragmentaron el panorama político que, fundamentalmente, había sido ocupado por PSOE y PP.

En 2016, el entonces líder del PP Mariano Rajoy ganó las elecciones, pero no se presentó a la investidura por la falta de apoyos, justo lo que ahora le pasó a Núñez Feijóo.

En esa ocasión, Sánchez, que también quedó en segundo lugar, intentó ser investido y evitar así la repetición electoral, pero tampoco tuvo los votos necesarios.

Hubo repetición electoral, Rajoy volvió a ganar y finalmente logró la investidura con el apoyo de los liberales de Ciudadanos y la abstención del PSOE.

Tres años después, se vivió una situación similar, pero con resultado opuesto.

En abril de 2019, con Sánchez como presidente del gobierno tras una moción de censura que retiró a Rajoy del poder el año anterior, el PSOE ganó las elecciones, pero no tuvo los apoyos necesarios para formar gobierno.

Hubo una nueva convocatoria en noviembre de ese mismo año, Sánchez repitió victoria y en esa ocasión sí alcanzó un acuerdo de coalición con Unidas Podemos, entonces liderada por Pablo Iglesias.

Sánchez ya empezó sus negociaciones al día siguiente de las elecciones de julio. Queda ahora ver si, en estos días, cristalizan esos apoyos para que sea investido presidente o si España deberá volver de nuevo a las urnas.

Por qué Rusia no apoyó a sus aliados armenios en Nagorno Karabaj y cómo este conflicto cambia la dinámica en la región

 

Por qué Rusia no apoyó a sus aliados armenios en Nagorno Karabaj y cómo este conflicto cambia la dinámica en la región

Personas subidas en un camión que huyen de Nagorno Karabaj.

FUENTE DE LA IMAGEN,REUTERS

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Decenas de miles de personas han tenido que abandonar Nagorno Karabaj.

  • Author,Anna Matveeva
  • Role,The Conversation*

En los últimos días ha habido un flujo constante de personas de etnia armenia que huyen de la disputada región de Nagorno-Karabaj.

Azerbaiyán lanzó un asalto de 24 horas contra el enclave armenio, rodeado por territorio azerbaiyano, el 19 de septiembre y, tras un alto el fuego negociado al día siguiente, se permitió a los refugiados salir a través del estrecho corredor de Lachín, que conecta el enclave con Armenia.

Se estima que, hasta el 27 de septiembre, casi 30.000 personas habían cruzado desde que se abriera el corredor el 24 de septiembre. Se espera que muchos de los aproximadamente 120.000 armenios karabajos partan hacia Armenia.

Mientras tanto, al menos 68 personas murieron y unas 350 resultaron heridas en una explosión en una gasolinera en la carretera principal del enclave que sale de Stepanakert, su capital.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, acusó a Azerbaiyán de realizar una limpieza étnica en la región, algo que Azerbaiyán niega, a la vez que describe el conflicto como una operación “antiterrorista” y asegura que la población mayoritariamente armenia sería integrada en Azerbaiyán y se respetarían sus derechos.

Pero parece que el éxodo de armenios desposeídos va a continuar, y estos son una población enojada. Están enojados con Azerbaiyán por el bombardeo que los obligó a huir. Están enojados con Turquía por apoyar y armar a Azerbaiyán.

Curiosamente, no están enojados con Rusia, cuya falta de atención animó a Azerbaiyán a tomar medidas contra ellos. De hecho, se espera que algunos de los refugiados de Nagorno-Karabaj lleguen a Rusia a través de Armenia.

Personas cargan enseres en un camión.

FUENTE DE LA IMAGEN,AFP

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En Nagorno Karabaj ha habido una población de etnia armenia desde el año 200 a. C.

Ira armenia

Están sobre todo enojados con el gobierno armenio, como muchos de sus compatriotas en la propia Armenia. Pero las protestas masivas han sido más una expresión de desesperanza que de desafío.

Nagorno-Karabaj –donde ha habido una población de etnia armenia desde el año 200 a.C.– se ha perdido, y mucha gente culpa a su líder. Ser testigos de la llegada de los refugiados ha aumentado el costo emocional.

La respuesta del primer ministro armenio, Nikol Pashinián, ha sido brutal.

Hasta 350 manifestantes han sido detenidos y algunos de ellos fueron al parecer golpeados por las fuerzas de seguridad. Pashinián ha dado a entender que fue el Kremlin quien instigó los disturbios.

Pero, incluso si la cobertura de los medios rusos es hostil hacia Pashinián, los propios armenios tienen muchas quejas contra su primer ministro.

Los disturbios se producen tras las revueltas de 2020 por la pérdida de territorio y de prestigio tras la segunda guerra de Karabaj. Durante el conflicto, las fuerzas azeríes volvieron a ocupar grandes extensiones de territorio previamente ocupado por Armenia.

Así que Pashinián ya era impopular incluso antes de la más reciente intervención militar azerí.

Sus índices de aprobación en junio de 2023 eran muy bajos, sólo el 14% expresaba confianza en él y el 72% calificaba negativamente su desempeño. Sin embargo, hay poca cohesión entre los grupos de oposición más allá del deseo de que Pashinián renuncie.

Una amistad agriada

Las relaciones de Rusia con Armenia son inestables desde hace algún tiempo.

Tras la invasión de Ucrania, Moscú giró hacia Turquía, patrocinador de Azerbaiyán, al estimar que esa relación sería más valiosa para mitigar los efectos de las sanciones occidentales.

Hasta cierto punto fue un cálculo racional, pero también hay un elemento personal. Vladimir Putin nunca simpatizó con Pashinián, quien llegó al poder en 2018 después de que protestas populares derrocaran a Serzh Sargsyan, amigo del Kremlin.

Sin embargo, la estrecha relación de Armenia con Rusia se remonta a siglos atrás, así que los dos líderes lograron llevarse bien.

Las cosas empezaron a agriarse realmente entre Rusia y Armenia en 2023, cuando Armenia se negó a albergar los ejercicios militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), invitando en su lugar al ejército estadounidense a adiestrarse allí.

La visita altamente simbólica de la primera dama armenia, Anna Hakobián, a Ucrania a principios de septiembre parece haber sido la gota que colmó el vaso. Al parecer, Armenia ya no consideraba a Rusia como un amigo o una fuerza a tener en cuenta.

Mapa de la región donde está Nagorno Karabaj.

Qué pasará ahora

Azerbaiyán no ha logrado aún todos sus objetivos.

Busca abrir enlaces terrestres directos con el enclave que tiene incrustado en Armenia, la República Autónoma de Najicheván, que tiene una población de poco menos de 450.000 habitantes. Esto también daría al territorio principal de Azerbaiyán un acceso directo a Turquía en lugar de tener que pasar a través de Irán.

Armenia se opone firmemente a las propuestas para crear el “corredor Zangezur”, ya que bloquearía efectivamente la frontera del país con Irán. La cuestión ha sido motivo de irritación desde la primera guerra de Karabaj en 1991, tras la que las dos poblaciones sólo estuvieron unidas por vía aérea.

Parte del acuerdo que puso fin a la segunda guerra de Karabaj en 2020 incluía el libre tránsito a través de Zangezur, pero nunca se llegó a poner en marchar. La idea vuelve a estar ahora sobre la mesa, planteada por el presidente azerí Ilham Aliyev en una reunión con el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, el 25 de septiembre, cuando se reunieron en Najicheván.

Esto introducirá a Irán en el juego, ya que cualquier corredor entre Azerbaiyán y Najicheván pasaría por su frontera. Será necesario llegar a algún tipo de acuerdo que aborde las preocupaciones de seguridad de Irán, y es muy probable que esto involucre a Moscú como uno de los aliados más cercanos de Teherán.

Así pues, Moscú parece haber tomado una decisión consciente de abandonar a Armenia en busca de relaciones más estrechas con Azerbaiyán y Turquía y la oportunidad de actuar como intermediario influyente con Irán.

A los ojos de Putin, sin duda, Pashinián es desechable. Puede esperar hasta que llegue al poder un líder diferente y más dócil.

Mientras tanto, el giro de Armenia hacia Occidente parece casi inevitable. Es probable que el país se retire de la OTSC y solicite unirse a la OTAN y poder viajar a la UE sin necesidad de visado. Sin embargo, la manera en que Pashinián está sofocando las protestas incomodará a muchos potenciales aliados en Occidente.

La situación se vuelve más compleja por la dependencia que tiene Europa de Azerbaiyán por el gas y por su ubicación estratégica en el corredor euroasiático entre China y Europa.

Occidente todavía puede desempeñar un papel valioso como mediador de paz entre Armenia y Azerbaiyán. Pero para que cualquier acuerdo duradero se mantenga, Rusia y Turquía tendrán que participar en lugar de convertirse en sus saboteadores. Este es un problema con muchas piezas móviles.

*Anna Matveeva es investigadora visitante del King's Russia Institute, King's College de Londres.